Pedri y Bryan Gil jamás olvidarán Los Cármenes

España no negocia su estilo, aunque le faltara pólvora. Pasa ineludiblemente por patrimonializar el balón, aunque a veces ese control se vuelva anodino cuando la pelota viaja con parsimonia de pie a pie, sin mucho riesgo, todavía más tedioso ante un contrario agazapado, a verlas venir. Si el pase no se hace punzante, el dominio puede seguir siendo total, pero se complica franquear la retaguardia rival salvo error no forzado del contrincante. La Selección está llena de futbolistas que tratan bien el esférico, pacientes dándole vueltas al guiso, pero a veces se echa de menos algo de improvisación y descaro, sobre todo ante candados como el plantado por los helenos. Dani Olmo fue ese elemento indetectable que se ofrecía en espacios inesperados y buscaba oportunidades, pero fue una vieja sociedad la que varió el ritmo de la nana.

Koke vio el desmarque de Morata, en una 'déjà vu' de la estancia del delantero en el Atlético. Con la 'Roja' luce el siete del que se apropia Cristiano Ronaldo en la Juventus. Un dígito que hereda gol. El del 'guaje' Villa, que también conquistó Los Cármenes en su día.

Grecia salió del cajón tras el descanso. Menos encierro, algo más presión, mejores espacios para el intercambio, aparentemente bueno para España. Sergio Ramos, 179 encuentros en la faltriquera, dejó su sitio a Iñigo Martínez, al que le cobraron una pena máxima en el derrape tras un despeje. Salieron Bryan Gil y Pedri. Con el sevillano por fin hubo profundidad por banda. Con el canario, movimiento no siempre bien interpretado. El tiempo se esfumó y se firmaron las tablas. La clasificación para Catar 2022 no arranca de la mejor manera pero para estos dos chavales la cita quedará señalada para siempre.