Orce ha vibrado con María Pérez. Ramón L. Pérez

Confeti y lágrimas de plata en Orce por su 'hija' María Pérez

La localidad natal de la marchadora vibra con la carrera de su paisana en los Juegos Olímpicos de París en un día histórico

Jueves, 1 de agosto 2024, 13:38

Los ojos no se podían despegar de la pantalla. María Pérez abría brecha con sus perseguidoras en los últimos metros y afianzaba la plata olímpica en el corazón de París. Era el logro más grande de su amplia y laureada carrera deportiva. Un subcampeonato sanador ... de heridas pasadas que sabía a gloria a más de 1.500 kilómetros de distancia. La gente de Orce, paisanos de la marchadora, habían sufrido como los que más sus anteriores varapalos, pero por fin llegaba la hora de festejar. Con confeti y lágrimas, unas cuantas, de alegría olímpica.

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Los Juegos Olímpicos de París 2024 pasaron a la historia de la localidad granadina. María Pérez, natural de Orce, cruzó la meta en segundo lugar para coronarse subcampeona olímpica, un título que le faltaba en su palmarés y que se vivió con emoción desde primera hora en el Paseo de los Caños de la localidad. El Ayuntamiento orcense instaló una pantalla gigante para seguir la prueba con torta de azúcar y zumos de frutas. Un desayuno que supo a oro tras el madrugón en pleno verano. Algunos ya venían comidos después de sumar kilómetros emulando a su marchadora predilecta.

«Los jueves siempre salimos a andar y nos bañamos en la piscina termal del pueblo. Hoy suprimimos el baño porque tenemos que animar en la plaza a nuestra vecina. Es la número uno y pase lo que pase, la querremos. Es una ganadora», coincidieron Eva, Lourdes y su grupo en una cafetería del pueblo ante IDEAL. También aprovechaba para coger fuerzas antes de la carrera María, la bisabuela de la protagonista. Se mostraba nerviosa e ilusionada por la participación de su biznieta, que buscaba sacarse la espina de Tokio de hace tres años.

Entonces quedó en cuarta posición, rozando con la yema de los dedos un podio que se le escapó en la recta final. Un disgusto que nadie en Orce quería repetir. Por ello los vecinos llenaron poco a poco las butacas del Paseo de los Caños y animaron a María desde el arranque de la prueba en la Plaza del Trocadero parisina. Corrían las diez de la mañana, pero el municipio había arrancado la jornada mucho antes. Palmas, vítores y jaleos para María en los primeros kilómetros. Los niños portaban banderas y coloreaban sus rostros de rojo y gualda. Las grandes citas merecen toda parafernalia.

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La marchadora se posicionaba bien en el grupo cabecero y Orce lo celebraba. Se olía la medalla desde la Cueva de Bruno, aunque aún restaban vueltas. En quinta fila la familia de la 'hija predilecta' del municipio sufría por dentro. La procesión nunca se exterioriza hasta pasar el maltrago. Estaban su prima Alejandra, su tita Fidela o su bisabuela. A sus 85 años, ver a su 'niña' con una medalla olímpica era el sueño que le quedaba por cumplir. «Es muy trabajadora, ha sacado sus estudios y se dedica a competir. En Tokio le faltó suerte, pero hoy se la va a llevar. Se lo merece. La he criado yo y la conozco», vaticinó a mitad de carrera.

Llanto y fiesta

Con el avance de la carrera por el asfalto parisino, María Pérez empezaba a abrir brecha y garantizar la segunda plaza. La gente se acumulaba en torno a la pantalla gigante, sin importar aguardar al cierre de pie y a pleno sol. Orce veía su sueño más cerca. Una medalla olímpica para entrar en los anales de la historia. Yang de había escapado, pero María no iba a dejar de pelear. En su persecución, logró dejar a más de diez segundos a Jemima Montag en el último kilómetro. La australiana se conformó con el bronce mientras el pueblo de María estallaba por fin de alegría.

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Llovió confeti en la plaza orcense, donde las sillas quedaron en un segundo plano. Los vecinos sintieron como propio el subcampeonato de María y así se comportaron.

Felicitaron uno por uno a los familiares de la marchadora, orgullosos del hito que acababan de presenciar. La emoción era enorme, tal que varias lágrimas se derramaron. Entre ellas las de María, que no podía esconder su euforia. «Estoy muy contenta por mi biznieta. He sufrido mucho durante la prueba. La veía atrás, luego remontaba... Sabía que lo iba a conseguir. Me prometió la medalla antes de irse a París. Ya la tiene y me la colgará en el cuello, como las del Mundial de Budapest. Estoy deseando verla para abrazarla», explicaba la anciana sin parar de llorar antes de hacer realidad sus intenciones.

Brindis con Lagartija Nick

La familia conectó en directo por videollamada con la subcampeona olímpica. La propia María Pérez se mostraba emocionada al reencontrarse con sus seres queridos a través del teléfono. «¡Muchas felicidades, prima! Un beso fuerte», le espetaban. «Abuela, luego te llamo y hablamos», proponía la marchadora. Una comunicación que dio pie a la celebración en el pueblo. Precisamente la bisabuela pasó del llanto a la copa de vino. Un brindis por su biznieta en El Silo al que no faltó el mismísimo Antonio Arias. El músico de Lagartija Nick se encontraba en Orce para presentar el Festival Internacional Audiovisual Origen y no dudó en felicitar a la octogenaria.

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«La plata de María es muy especial. Su bisabuela es encantadora y me ha contado que la chica estuvo lesionada antes de viajar. La medalla significa una superación personal importantísima. Es un metal precioso y merecidísimo. ¡Qué alegría más grande!», sentenció con su carismático sombrero. Un éxito que supone la tercera medalla de España en los Juegos y que trasciende más allá del deporte. Una razón para aprender a situar Orce en el mapamundi. Gracias, María. Granada ya es de plata.

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