La primera campeona olímpica en la historia de Granada ya está en casa. María Pérez aterrizó este lunes a las 17.05 horas en el aeropuerto Federico García Lorca con sus dos medallas al cuello, la de oro por la prueba de relevo y la ... plata por la individual. Aclamada por los vítores de un centenar de personas entre familiares, amigos y paisanos sin relación que querían conocerla, la marchadora de Orce regresó de los Juegos de París con ganas de compartir al fin sus éxitos con sus seres más queridos, manteándole algunos de ellos antes de poner rumbo a su pueblo. Entre ellos sus padres, Luis y Paqui; su entrenador, Jacinto Garzón; o su fisioterapeuta, Ángel García; que no se perdieron su vuelta a Granada mientras su bisabuela Paqui le tenía ya preparadas las 'milnoh' fresquitas que tanto le gustan a la marchadora.
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«Muchísimas gracias a todos los que habéis venido a recibirme, aunque voz ya no me quede mucha y no por haber salido de fiesta sino por no dormir porque llevo desde las cinco de la mañana despierta, pero tengo tiempo y ganas de disfrutarlo con mi gente», saludó María Pérez tras cruzar la puerta batiente de la zona de llegadas y encontrarse con una niña que le pidió un autógrafo y una fotografía, además de un abrazo de pura admiración. A la niña le siguió su sobrino Abel, quien, tímido, permitió a su tía colgarle las medallas como si a ella le pesaran ya.
«Muchas gracias por hacernos soñar», le fueron agradeciendo a ella propios y extraños, como Susana, que no quiso desaprovechar la oportunidad de saludar a la mejor deportista que jamás haya tenido esta tierra, conmovida por su ascenso al Olimpo al cruzársela a diario su hermano Víctor en el Estadio de la Juventud. Ahora tratará de convencer a su marido para acompañarle a Orce en el recibimiento del martes.
«Supongo que mis vecinos estarán contentos por mí pero ahora voy a cenar con toda mi familia en mi casa, porque creo que se lo merecen, y porque me van a encerrar y no me van a dejar salir; esto se ha hecho largo», suspiraba María Pérez. «¡Pues yo tendré que ir yéndome ya, que a ver quién cocina si no!», compartía por los corrillos su madre Paqui.
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«Cada medalla pesa medio kilo pero este el sueño de cualquier niño», admitió María Pérez, con una sonrisa de oreja a oreja. «Me siento feliz, aunque hasta que no me siente y tenga las medallas delante no seré consciente de lo que he conseguido», confesó la granadina, que sí concedió que extender su estancia en París después de haber competido le permitió «comprender la grandeza de unos Juegos Olímpicos». «Ser abanderada fue un sueño hecho realidad, aunque la ceremonia de clausura no sea tan protocolaria como la de apertura. Fue muy divertido y me lo pasé muy bien con Jordan (Díaz); nos reímos lo más grande e hicimos que toda la grada cantase el 'yo soy español'. Fue muy especial», reconoció.
«No había mejor competición que unos Juegos Olímpicos paritarios como los de París ni un compañero mejor que Álvaro Martín para conseguir la triple corona del atletismo, con más valor aún al anunciar que era su último ciclo olímpico y quitarme yo también el peso de haberlo conseguido con él», se congratuló María Pérez, aunque pidió recuperar «la distancia más larga posible para la marcha, a poder ser la de 50 kilómetros» al demostrar que su disciplina «puede ser muy emocionante».
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Preguntada por las personas de las que María Pérez se acordó cuando le colgaron sus medallas, la marchadora incluyó tanto a su propia familia como a la de Ángel Vaca -integrante de la Fundación CB Granada recientemente fallecido por un cáncer, y con cuyos hijos celebró la granadina su oro en París-, así como de Nicolás, policía local de Orce también recientemente fallecido. «Pensé en todas las personas que están y en las que no están ya, de todas las personas de la que aprendí algo, que es lo más bonito del deporte y la vida», señaló, no sin dejarse atrás a su bisabuela María. «Cuando la llamé después de la medalla de plata ya daba por hecho que conseguiría la de oro», compartió.
Se dio la casualidad de que el avión en el que volaba María Pérez desde Madrid aterrizó en Granada a la misma hora que otro de Palma de Mallorca en el que viajaban dos sobrinos del propio Ángel Vaca -Carmen y Arturo- a los que recibieron los propios padres del fallecido -Mari Carmen y Ángel- para luego agradecer el detalle de París a la marchadora con unos sentidos abrazos que a todos les hicieron derramar lágrimas. «Queríamos ir hasta su casa si hacía falta para darle las gracias y le enhorabuena, y al enterarnos de que también aterrizaba esta tarde la buscamos. Nuestro hijo sabía que iba a ganar y que le iba a dar un abrazo en la meta, por eso llevaba tantos meses con los billetes comprados. Nos hartamos de llorar y más aún cuando sacó a nuestros nietos», relataron a IDEAL.
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Por último, María Pérez quiso reivindicar que «no hay que irse a los grandes centros de alto rendimiento para conseguir una medalla olímpica». «Siempre he llevado mi tierra por bandera y no me arrepiento, porque creo que los deportistas estamos para eso y tenemos que dar esa visibilidad cuando la tenemos, pero todas las instituciones deben ver que también de un pueblo como el mío, de 1.200 habitantes, puede salir la primera mujer en conseguir la triple corona del atletismo y que es necesario invertir tanto desde lo económico como en educación y sanidad», reclamó. «Eso es poderoso para que los pequeños se fijen en nosotros como espejo de que nada es imposible. Como dice Álvaro (Martín), hay que tener cuidado con los sueños porque a veces se hacen realidad», concluyó.
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