Las campeonas del mundo sufrieron un vendaval en París. La selección femenina de fútbol de Brasil arrasó a Aitana Bonmatí, Alexia Putellas y compañía para eliminarlas en semifinales y lograr una plaza para la final de los Juegos Olímpicos. Entre la alegría sudamericana, también hubo ... sensaciones encontradas. Uno de sus integrantes celebraba el triunfo mientras sentía cierto dolor por la caída de las españolas. Cuenta con nacionalidad española y se escapa a las cuevas del Sacromonte en cuanto tiene ocasión. Hasta allí pretende llevar su fiebre del oro una vez afronte el último escollo de la competición.
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Iardley Batista nació hace 27 años en Aracaju, ciudad de la costa brasileña, pero se mudó a España siendo un niño. Concretamente, a la ciudad de Granada tras un paso anterior por Iznalloz. En la capital terminó el instituto, inició su grado en Historia y Ciencias de la Música en la Universidad de Granada, y completó su formación musical de piano en el Conservatorio Profesional de Música Ángel Barrios. Una experiencia que lo 'convirtió' en un granadino de pro desde su casa-cueva del barrio del Sacromonte. Un lugar que cambió por marcharse a los pies de la Torre Eiffel.
«Vine a vivir a París en 2022. Durante mi Erasmus en Grenoble descubrí la gestión de eventos deportivos. Fui voluntario en el Mundial de Fútbol femenino, que se disputó allí. Yo pertenecía a la música y a la cultura, pero me llamó mucho la atención. Tras los Juegos Olímpicos de Tokio trabajé en la recepción oficial de los deportistas franceses en la Plaza del Trocadero. Me encargué de los trámites con los medios de comunicación, posibilitando las entrevistas con las radios y televisiones. Desde entonces sigo vinculado al mundillo», explica el propio Iardley a IDEAL.
Desde su mudanza a la capital gala, ha trabajado como guía en el Stade de France y en Roland Garros, donde es asistente regular durante el torneo. También colabora con la organización del Masters de París, así como con distintas competiciones de rugby, bádminton o ciclismo. Su pasión por la actividad física la desarrolló desde su infancia. Principalmente, por el fútbol. Recorrió los campos de Granada matando el tiempo libre con pachangas con los amigos. Un pasado que le ha llevado a cerrar su círculo particular sobre el césped de París.
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«Todas estas experiencias me llevaron a los Juegos Olímpicos. Este verano soy 'Team Liaison Officer' de la selección brasileña de fútbol femenino. Me encargo de toda la logística de sus partidos en la competición. Acompaño al equipo, estoy pendiente de sus necesidades... Soy su enlace con los organizadores. Hemos jugado en Burdeos, Nantes, Marsella y París, donde disputaremos la final. Participar en los Juegos es emocionante, pero también agotador por todo el trabajo y tensión que conlleva. Pero merece la pena. Ser consciente de todo lo que estoy viviendo después de emigrar y no saber qué iba a ser de mí me da fuerzas para seguir», revela.
La cita crucial de Iardley llega este sábado. A las 17 horas 'su' Brasil se enfrentará a Estados Unidos. La tetracampeona del mundo supone el último obstáculo en la carrera por el oro olímpico para el equipo sudamericano, que se aferra a figuras mundiales como Ludmila o Marta para no sucumbir ante una de las favoritas. Ya eliminaron a España en 'semis' ante todo pronóstico. «Tuve el corazón dividido. Pasara lo que pasara, iba a estar contento por el triunfo de España o de Brasil. Ahora espero que ganemos la final y que mi país de acogida se lleve el bronce. Tendré que pedirle consejo a las jugadoras para celebrarlo», bromea.
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El futuro de Iardley pasa por sus aventuras en París. Como mínimo, podrá 'colgarse' del cuello una plata que recordará para siempre. Incluso cuando vea la Alhambra desde la puerta de su casa. «Granada es especial para mí. Siempre que tengo tiempo vuelvo a ella para ver a mis padres y mis amigos. Adoro la ciudad, sus vistas, los monumentos. Por supuesto, la belleza y la paz del Sacromonte», se despide. El primer 'medallista' en la historia del barrio que combina el piano con la llama olímpica de París.
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