Carlos Rodríguez llega a París tras un debut colosal

Con la llegada a París en la siempre tranquila vigésimo primera etapa (se decidió al esprint sin incidencias en el pelotón), Carlos Rodríguez rubricó un Tour lleno de frescura. Lo iniciaba con expectación, pero rebajando expectativas a la sombra de primeros espadas como Egan Bernal o Tom Pidcock. Sin embargo, todos sus compañeros se pusieron a su servicio desde el primer momento. Para el recuerdo, el trabajo de sus paisanos Omar Fraile y Castroviejo.

Tras las primeras cinco etapas, alguna exigente, el granadino se asentó en el top-10. Ese, en el mejor de los casos, parecía el único objetivo realista.Rodaba codo a codo con los Pogaçar, Vingegaard, Hindley, Gaudu o los hermanos Yates. Impensable para los que no conocían la regularidad prodigiosa del corredor almuñequero, líder para el Ineos.

Cuando llegaron las etapas reinas, Carlos Rodríguez se propuso, con más talento que vergüenza, dinamitar la carrera y enganchar a los españoles a la tele en la sobremesa. En la subida a Cauterets, supo medir sus fuerzas y atacar en el último puerto para pasar de la novena plaza a la quinta. Ya se podía hablar del top-5. Dos etapas llanas le permitieron respirar y alcanzar el cuarto puesto de Simon Yates tras una caída. Ni en Moulins ni en el Grand Colombier perdió ventaja.

El 15 de julio llegó la gloria. En una etapa durísima que acababa en Morzine, Carlos Rodríguez mantuvo el pulso a Vingegaard y Pogaçar, coronó con ambos el último puerto y se tiró casi sin tocar los frenos en el descenso. Ganó una gran etapa con 22 años –el español más joven en conseguirlo– y, por bonificaciones, se colocó en el podio. Los sueños se quedaban obsoletos.

Sin embargo, retener el cajón iba a ser muy difícil. La crono le vino mejor a Adam Yates, que le arrebató el tercer lugar. Quedaban dos etapas donde retomar el podio. En la primera, la llegada a Courchevel, se quedó sin piernas y Adam le sacó un minuto más. Hasta Pogaçar 'reventó' aquella tarde. La última fue este sábado, en Le Markstein. Rodríguez iba a intentarlo a la desesperada, pero una caída peligrosísima nada más empezar puso hasta en peligro el top-5. Perdió la cuarta plaza, pero terminó sin ceder más posiciones, derramando sudor y sangre sobre la bici para llegar a París como quinto en la general y segundo en la clasificación de jóvenes, a 5 minutos y 48 segundos del maillot blanco de Pogaçar. En todo caso, el futuro es suyo.