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«Estando arriba nunca he tenido problemas con nadie. Pero sí que es verdad que sorprende cuando llego a los pabellones y la gente me ve vestida de calle y con mi pelo rubio. Choca un poco». El tratarse de una chica «muy femenina», también « ... coqueta», a la que «es difícil ubicar encima de un cuadrilátero», no ha supuesto impedimento alguno para que la granadina Irene Quintana se haya convertido con el paso de las fechas en toda una suerte de Dama de la Justicia. En la personificación alegórica sin venda, pero con cosméticos, de la fuerza moral que debe gobernar en los cuadriláteros de toda Andalucía. Y es que después de haberse prodigado inicialmente como colegiada en las disciplinas de muay thai y kickboxing esta chica que es «graduada en documentación», pero trabaja eventualmente de «camarera», se trata en la actualidad de la única jueza árbitra de boxeo que existe en la provincia, donde encima presume de presentar la condición de decana del colectivo al tener licencia en vigor desde el año 2015. A la espera de que «se celebren cursos» en los que pueda ampliar su formación y ámbito de actuación se prodiga en el marco autonómico con la variante olímpica. Y así demuestra que «llevo en la sangre» el deporte de las dieciséis cuerdas, pues recuerda que «mi abuelo es Pepe Quintana»: el afamado campeón regional amateur del peso welter de la década de los sesenta.
Al cumplir con el ritual previo a su puesta en escena como árbitra, Irene Quintana desvela que «me quito un colgante que me regaló mi antigua pareja -el reconocido luchador de muay thai Borja Álvarez- un anillo que me dieron mis padres y una esclava» que le hizo llegar «mi familia». Eso sí, reconoce que «me pinto los labios con discreción» o que se echa «un poco de rímel» en las pestañas, pero siempre «sin pasarse» porque lo cierto es que en la tarea de imponer la ecuanimidad «se suda un poco» y se «puede correr la pintura». Además, «la melena me la recojo», porque aunque se siente «presumida», entiende que «es lo más cómodo y mejor» pues no olvida que «no voy a lucirme ni tampoco de fiesta». Finalmente, hace combinación con la pajarita, porque recuerda que es «obligada» y así se ayuda a distinguir la figura que representa, con unos deberes que cumple a rajatabla una vez iniciada la ceremonia en la que siempre prefiere pasar desapercibida. «El árbitro o la árbitra nunca puede ser más protagonista que los boxeadores» -recuerda- y eso es algo que también trata de llevar a gala.
-Nombre Irene Quintana Rubio.
-Fecha nacimiento 27/08/1993, en Granada.
-Trayectoria El 29 de junio de 2013 obtuvo la titulación de árbitra regional de 'muay thai' tras el curso organizado en Córdoba por la Federación Española. El 14 de septiembre de 2013 se convirtió en juez de nivel 1 de kickboxing, después de formarse en Granada a cargo de la Federación Andaluza. En esta disciplina obtendría el nivel 2 en noviembre de 2014 tras asistir a un curso también en la ciudad. El 28 de junio de 2015 consigue ser nombrada juez árbitra territorial de boxeo olímpico y tras superar las pruebas establecidas en Armilla por la Federación Andaluza.
«Ok, acérquense, ya les dije las reglas en los vestidores: quiero una pelea limpia en todo momento. Toquen guantes, buena suerte», le suele decir a los púgiles antes del toque de la campana para después acabar transformándose en una especie de ángel de la guarda. Aparte «de hacer cumplir las normas, los árbitros lo que hacemos es proteger a los boxeadores. Y yo me siento responsable porque mi función es que no les pase nada. Ellos saben que estamos para eso», explica quien «por fortuna» no se ha visto envuelta jamás en una complicada encrucijada. Se desenvuelve a sabiendas de que «si pasa algo, está el médico para atender» al lesionado, pero asegura que «yo sabría reaccionar rápido si ocurriese cualquier circunstancia extraordinaria».
Es el credo de quien señala humilde que «ahora mismo me queda mucho que aprender y que practicar». No olvida que este proceso «será lento, porque por desgracia no hay veladas todos los fines de semana», pero aún así cultiva la ambición de convertirme en «árbitra nacional amateur». Y es que lo de alcanzar la categoría profesional «aún queda muy lejos» y con poder ejercer en todo el territorio español ya estaría viendo satisfechas sus primeras inquietudes.
Aunque también cumpliendo los plazos en la progresión que se le atisbó cuando siendo «una niña» comenzó a practicar boxeo bajo la tutela de «mi abuelo». O cuando tras haber disputado «tres combates nulos» se pasó al muay thai junto al madrileño Borja Álvarez. Y es que fue entonces «cuando realicé un curso para arbitrar en este deporte» que dio paso a los que también le convirtieron en jueza de kickboxing, otra disciplina que no le seduce tanto como la que le ocupa.
Tiene claro que «el boxeo o lo amas muchísimo o te es indiferente». Y que «no te vas a hacer rica con esto». Aunque el hecho de descubrir que «mi sitio estaba dentro el ring, pero como árbitra» alimenta una «vocación» para la que proclama que «valgo». Esté o no acicalada y con cosméticos puestos.
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