El barrio del Zaidín está rindiendo homenaje a Ramón Hernández durante este fin de semana. El sempiterno 'presi', que volvió a levantar un club casi herido de muerte hace unos años y que hoy regala alegrías cada sábado y domingo a más de un centenar ... de niños y niñas a este lado de la capital, fue recordado.
El hombre de fútbol que puso un balón a disposición de cada niña del equipo infantil, el día que los entrenadores Vedía y García le dijeron que querían enseñar desde cero a quienes todavía no habían tenido la oportunidad de pisar el césped del Miguel Prieto.
El 'presi' cuyo apretón de manos tenía más valor que la firma de un notario. Ingenio para sanear cuentas y de mucho genio para defender a los suyos. A Luis, uno de sus mejores entrenadores, siempre le decía aquella frase grabada ya a fuego en el club: «aquí no somos Quijotes. El fútbol es el de siempre, y las cosas hay que hacerlas como siempre».
Ramón era el directivo que se pateaba los negocios del barrio para que estos colaborasen en la medida de lo posible con un club que hoy es ejemplo de formación, multiculturalidad y respeto. Y a este homenaje de despedida se ha unido el Club Deportivo Algeteño, que ha llegado con docenas de futbolistas desde Madrid para jugar al fútbol sin parar, durante todo este fin de semana en el Campo de la Federación. Porque si hay que despedirse de Ramón, que sea metiendo goles en el corazón del Zaidín, su lucha durante tantos años.
Describir a Ramón, «es complicado y al mismo tiempo fácil, porque era una persona muy directa, lo que pensaba te lo decía, no se guardaba nada. No era una persona traicionera, todo lo contrario», afirma José Antonio Nieto, una de las personas que mejor lo conocía como persona y como hombre de fútbol. Para su colega directivo en el Zaidín, Ramón siempre fue un hombre «honesto, honrado y un poco cabezón, eso sí, porque tenía una idea clara de lo que pensaba, en lo que creía e iba con todo a por ello», abunda.
Y creyó en volver a darle vida a un club que apenas tenía ya jugadores antes de su entrada. «Solamente estaba el local, la sede del club, a la que iban algunos socios a jugar a las cartas. Pero no había apenas futbolistas».
Entonces, relata Nieto, «entramos mi hijo y yo como entrenadores de un equipo juvenil y otro benjamín», momento en el que Ramón Hernández decidió acompañarlos. «Nosotros éramos novatos pero él tenía mucha, mucha, mucha experiencia en el fútbol», refiere, señalando la época de Hernández como entrenador del cadete del Deportivo Zaidín –donde precisamente jugaba Nieto– y posteriormente como fundador del Olímpico Zaidín.
Un legado
«Lo más importante que ha hecho Ramón por el Club Deportivo Zaidín, es que vuelva a existir. Como legado, deja un club con equipos desde benjamín hasta juveniles, añadiendo dos equipos femeninos más» y todo con una idea clara «era una frase de su padre, que él me repetía constantemente. Me decía, 'Nieto, muchos pocos hacen mucho', esa era su consigna y con ella, consiguió mucho para el barrio», remata uno de quienes fueron su mano derecha en el club.
Otra voz autorizada para hablar sobre Ramón, es Luis Pérez, uno de esos currantes del fútbol que no para de pulir a jóvenes talentos del barrio. Y eso que la primera charla como coordinador deportivo y presidente no fue nada fácil. Pérez llevaba sólo dos años pero Hernández vio talento y le ofreció el puesto. «Yo le dije que lo aceptaba pero si él dejaba de ser entrenador y se dedicaba solamente a ser presidente… Creí que en ese momento me echaría la bronca, pero no. Me dio la mano y me dijo, 'llevas razón, los presidentes hacen cosas de presidentes. Eres coordinador a partir de ahora». Muy al estilo Ramón Hernández.
Luis recuerda a Ramón como una persona «directa, clara y sin rodeos. Con las ideas muy claras», lo que es «una persona rotunda. Lo que te tuviera que decir te lo decía pero con un corazón que no le cabía en el pecho», asiente.
Cuenta Luis que lo primero «que se dijo» en la reunión de directiva justo después de su fallecimiento fue que «no podemos dejar que este club se pierda, por Ramón». Y eso dice mucho. «Siempre se movió para que no tuviésemos problemas económicos al final de cada temporada y que siempre empezáramos la siguiente con un fondo, que es lo más difícil para un club de barrio en el que los niños pagan la misma cuota desde hace cinco o seis temporadas». Y, para quienes gestionan fútbol, esto es una señal de que, con muchos pocos, se puede hacer mucho.
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