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Hay partidos en los que uno debe ir un poco contra las circunstancias por mucho que al rival no se le dé bien el escenario –al Joventut no le van las copas en Granada– e incluso que los precedentes le favorezcan. Hace menos de una semana, Lenovo Tenerife ganó en Badalona 58-74, en un partido caprichosamente puesto por el calendario solo cinco días antes de que ambos se cruzaran en la Copa. Nunca se sabe si es bueno llevarse ese duelo previo al que realmente es mucho más importante.
Daba gusto ver así al Palacio de los Deportes. No lleno, pues no lo permitía la normativa, pero casi. La primera Copa post-covid, la que recuperó los reencuentros en la grada, los abrazos –pese a la mascarilla– e hizo a Granada sacar músculo. En el 35 cumpleaños de Ante Tomic, pese al cambio a la carrera del parqué en la previa, todo estaba preparado. Al llegar, los ojos de los aficionados se iluminaban, mientras se sucedían las preguntas en la grada sobre el nuevo aforo o cuántas de las mejoras se quedarán para siempre.
De pronto, otro tema de conversación:Bruno Fitipaldo no está calentando. La baja base uruguayo podía ser capital, al dejar todo el puesto de base del Lenovo Tenerife en manos del tan sabio como veterano Marcelinho Huertas. Mucho más cuando tras el encuentro su técnico, Txus Vidorreta, desveló que el brasileño jugó enfermo, muy acatarrado. «No me ha dicho nada hasta el final del partido y eso habla de su carácter porque está bastante enfermo», contó el vasco.
Sin su pareja de bases a buen nivel, la lógica decía que los aurinegros debían sufrir. El gigante Shermadini abrazó cariñosamente al charrúa antes del inicio, consciente de lo 'jodido' que es perderse un partido así. Fitipaldo lo vivió con tensión: si no se mordía la sudadera, se tumbaba desde su posición del banquillo sobre la 'U televisiva'. Por mucho que el asunto empezara con un 'bombardeo' de los suyos (7/12 triples al descanso, por 1/10 del Joventut), su competitiva alma uruguaya no descansaba.
Llegó a ganar por 18 Lenovo, pero el Joventut, a empujones del joven Joel Parra, bendito talento para el baloncesto español, creyó cuando casi nadie lo hacía. Ahí cuando subieron al fin los decibelios, a lomos de gritos de «¡Penya, Penya!» desde la grada verdinegra. Y un parcial de 18-2 dio agonía y puro sabor copero al partido (52-54, minuto 35).
Sufría Fitipaldo ahí, atusándose la nariz y dándole mil vueltas a la cabeza. Parra llegó a poner a los catalanes por delante a un minuto del final (59-57), pero entre Salin y Shermadini cerraron la victoria canaria. Fitipaldo respiró. A Huertas, mucoso, le costó más. El reto ahora es estar preparados para el sábado.
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