Esther Rodríguez (i) remata en el partido que el Feel Alcobendas jugó ante Naturhouse Logroño en la Copa de la Reina. RFEVB
Voleibol

Ser estrella a los treinta y seis

La granadina Esther Rodríguez brilla como atacante del Alcobendas de Superliga | Ha participado en los dos All Stars de la FEVB y presta su imagen a un par de firmas de zapatillas, lo que se debe a que «no sólo es importante la edad, también la cabeza»

Sergio Yepes

GRANADA

Viernes, 9 de marzo 2018, 02:06

«La edad es importante, pero no lo que más. Lo que más son las ganas por demostrar que una puede seguir haciendo lo que le gusta. Que también cuenta la cabeza». La líbero reconvertida en atacante Esther Rodríguez lleva tanto tiempo sintiéndose y mostrándose ... joven que ha cruzado el umbral de la madurez demostrando que el éxito no nace de los días, sino de las picardías. Por lo pronto, a los treinta y seis años que cumplió este pasado 2 de febrero ya suma unas cuantas. Con Belén Cabrera, la receptora del Voley Playa Madrid, limita la representación de Granada en la Superliga, la máxima categoría del voleibol nacional. Y refrendando una vez más las virtudes que ya le hizo ser muy reconocida en sus inicios y su posterior desarrollo como jugadora de élite, se ha convertido en capitana y gran estandarte del Feel Alcobendas, la enésima parada de su carrera. Al punto de que fue votada para participar en los dos 'All Stars' que ha organizado la FEVB -el último celebrado en Guadalajara el 28 de diciembre- o de que ha sido requerida para publicitar dos empresas de zapatillas (Errea y Asics). En lo que es su segunda juventud, ve «complicado» regresar a la selección nacional absoluta, donde fue recurso recurrente de Aurelio Ureña y Guido Vermeulen, pero lo cierto es que «me gustaría». Y mucho. Y es que así no sólo se podría volver a sentir una 'top' sino que también encontraría nuevos estímulos económicos y podría compensar el hecho de tratarse de una estrella 'pobre'. El estar sujeta a otras variables profesionales, porque «tal y como están las cosas, el voleibol sólo alcanza para pagarte la comida, el alquiler de un piso o la letra del coche».

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Pese a que ya no sigue ejerciendo en el colegio con el que compatibilizaba la pasada temporada como técnico de educación infantil -«no llegamos a un acuerdo pero sigo buscando porque en esto se encuentra mi futuro»- abrir un hueco en la agenda de Esther Rodríguez no resulta sencillo. Y ya no sólo porque «ahora aprovecho para estudiar inglés» o porque se encuentre entregada en cuerpo y alma al deporte que nace de una «pasión»- «aparte de entrenar me paso por el gimnasio muchas veces»- sino porque los frutos de su desempeño están siendo reconocidos. Iberdrola, «que es patrocinador de nuestra Liga, pero también de la de rugby, de la de balonmano o la de fútbol» quería «incluirme en la promoción» que hizo en vistas precisamente al «Día Internacional de la Mujer». Y eso también demoró la charla.

«Finalmente no fui porque me puse mala, por lo que llamaron a una compañera. Pero me alegro de que me tuvieran en cuenta», dice la granadina partiendo de la base de que con el reconocimiento cobró valor nuevamente aquello de que 'la juventud no es un tiempo de la vida, sino un estado del espíritu'. «En el voleibol no cuenta tanto la edad, sino la mente. Mira el ejemplo de (la internacional con Argentina y España) Romina Lamas. Tiene 39 años y aún sigue dando el callo (en Arona Tenerife Sur). Hay chicas más jóvenes que no llegan. Siempre nos vamos fijando en el carnet de identidad. Y aunque es cierto que te vas haciendo mayor, lo fundamental es la ilusión que pones en hacer lo que más te gusta», se justifica quien realmente no lo necesita.

En el actual noveno posicionado de la Superliga, que es en el que cumple la séptima temporada, es aplaudida continuamente por aderezar con un poco de «madurez» (nunca dice veteranía) la inexperiencia de sus compañeras, de «chicas» tan «jóvenes» que algunas llegaron a ser de «diecisiete, dieciocho o diecinueve años». Pero lo cierto es que con anterioridad también fue reconocida en la élite como componente del Aristos de Madrid (2000/01), el San Sebastián de los Reyes (2001/02 y 2007/08), el Ávila (2002-05), el UCAM Murcia (2005/06), Las Palmas (2008/09) o el Grupo 2002 también pimentonero (2006/07), con el que fue campeón de Liga, de la Copa de la Reina, de la Supercopa y de la Top Teams Club. «Todo aquello corresponde a una época diferente del voleibol. La Liga era totalmente distinta. Había muchísimo más nivel porque todas las estrellas mundiales jugaban en España, lo que me llevó a aprender. Y ahora, que ya no es así, la competición está más igualada. Y eso coincide con que yo ya tengo la madurez necesaria para ganar partidos. Tengo la cabeza que a lo mejor no tenía hace diez años», dice quien así prologa que se llevara «muy buenas sensaciones en todas las temporadas». Quien de esta manera vuelve a enlazar con el presente para acabar ambicionando sin complejos.

El combinado nacional ha tenido épocas mejores y Esther Rodríguez parece decir 'aquí estoy yo'. Que todavía se siente en condiciones. «Claro que me gustaría volver. Pero yo creo que es muy difícil porque hay otra filosofía. Y a ver, yo puedo estar más o menos de acuerdo, pero es lo que hay», dice tras refrescar que el seleccionador Pascual Saurín está apostando por las «pequeñas» (jóvenes), lo que a su juicio supone que la selección no «está yendo todo lo bien que podría. Se necesitaría una base madura para que así las más inexpertas puedan ir aprendiendo. Y yo ahí encajaría», añade. Pero con poco o ningún convencimiento.

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Y es que Esther Rodríguez ni siquiera conoce los dígitos que concretan su fecha de caducidad. «El voleibol no me gustaría dejarlo, porque me encanta. Pero realmente no sé que es lo que va a pasar el año que viene. Desconozco si Alcobendas va a querer que siga o no. Todo irá en función de eso», dice quien intentará «buscar trabajo para intentar compaginar todas las cosas» por si las moscas.

A fin de cuentas es plenamente consciente de que el voleibol nacional «está fatal porque aparte de que hay equipos que te dejan a deber, la mayoría ni siquiera hacen contratos con seguridad social». Y claro eso supone que «la jugadora que llega a ser mileurista se puede considerar una superestrella». La que ella casi es, pero a un menor coste.

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