Esteban y Gonzalo, dispuestos a entrenar con su padre y aprender el reglamento oficial con su madre. Ariel C. Rojas
Patinaje en Granada

Una familia en línea sobre ruedas en Granada

Esteban y Gonzalo compiten con patines bajo la tutela de su padre, entrenador y presidente de la escuela de La Zubia, y su madre, juez oficial de torneos

Viernes, 29 de noviembre 2024, 00:27

En el coche de Esteban no cabe ni un alfiler. Además de los cuatro integrantes de la familia Moya Pérez, un sinfín de ruedines copan el maletero junto a buen puñado de conos, cascos y demás elementos de entrenamiento. El vehículo se detiene al lado ... del 'patinódromo' de La Zubia. El hogar de múltiples patinadores de Granada situado en el polígono industrial El Laurel, a escasos metros de la Industrial Copera. Hasta allí acuden Esteban y Paqui con sus dos hijos y una misión clara en la cabeza: sacar todo su potencial sobre ruedas.

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Los patines son el día a día de la familia. El padre dirige el club de patinaje de La Zubia, además de su escuela, una entidad que forma a cerca de un centenar de niños y jóvenes en la disciplina en línea. La madre compagina su empleo con la labor de juez en los torneos oficiales. Allí ve competir a sus prometedores hijos Esteban y Gonzalo, la verdadera razón de todo esto. «Empecé en el mundillo del patinaje desde joven, justo cuando en Granada no se llevaba. Tampoco en el resto de España. Competí, pero no había infraestructura. Te hablo de la década de los 80 o los 90. Pero todo cambió a partir de 2008, cuando surgieron deportistas más espectaculares y las redes sociales comenzaron a mostrar sus habilidades», rememora Esteban Moya sénior.

Poco antes, el patinador se quedó asombrado al presenciar a su hijo mayor en mitad de la pista. Lo había apuntado a hockey en Cájar con apenas seis años. Un deporte en el que, más allá de su capacidad para pasar o anotar con el stick, el pequeño Esteban destacó por encima del resto en cuanto a su manejo con los patines. «Bastó con su primer día. Mi hijo patinaba mejor que otros niños que llevaban años de entrenamiento. Se apreciaba a simple vista y no sabía por qué. Ni yo ni nadie le había enseñado. Los patines parecían algo innato en él, tenía madera. Fue entonces cuando tomé la decisión de formarme como entrenador y trabajar con él», revela.

La familia Moya Pérez posa tras un sinfín de patines. Ariel C. Rojas

Para ello fundó el equipo de patinaje de La Zubia y se comprometió a preparar a las jóvenes promesas del área metropolitana. Una forma de hacer cantera por fin en una provincia más hecha a otros deportes. La especialidad del joven deportista es la del patinaje de velocidad. Consiste en pruebas a modo de carreras ante otros patinadores. Bien cortas, bien largas, pero carreras en las que un pelotón completa un número determinado de vueltas a un circuito cerrado. Los competidores parten desde el punto de salida y tratan de ser los más rápidos en cruzar la línea de meta. Una faceta en la que reina el zubiense.

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«He sido dos veces campeón de España de patinaje de velocidad. He firmado tres o cuatro podios y también he logrado varios campeonatos andaluces, así como varias copas en Portugal o Francia. Lo he ganado casi todo», asevera sin despeinarse Esteban S. Moya. El hijo mayor del matrimonio solo tiene 22 años, aunque lleva compitiendo desde los seis. Consta desde siempre de unas cualidades físicas y técnicas idóneas para el deporte de alta competición. Muestra de ello son sus pinitos en el mundo del atletismo, aunque los patines le pueden a la hora de la verdad.

«Me gustan muchas actividades, pero no se sienten de la misma manera que el patinaje. Al final lo llevo viviendo desde que veía a mi padre patinar en el jardín de casa. Cuando alcanzo velocidad en la pista me siento libre. Puedo coger perfectamente unos 70 kilómetros por hora en un tramo de 100 metros. Se requiere mucha fuerza del tren inferior, así como equilibrio y coordinación para no irte al suelo», detalla antes de ponerse en posición. Esteban porta un maillot ajustado y unos patines con los que participó en el último Nacional. Junto a su hermano Gonzalo, el campeón se prepara para dar unas vueltas al 'patinódromo' mientras otros pequeños reciben las indicaciones de un monitor. Se sitúa tras la línea, agacha el cuerpo y aguarda el silbato... de su propia progenitora.

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Amor de árbitra

La afición de Paqui Pérez por el patinaje en línea le vino no por su marido, sino por su hijo. Como cualquier madre, se volcó por apoyar el devenir del chico, hasta el punto de sacarse la titulación de juez de competiciones oficiales. «Cuando empezó a disputar torneos se interesó por conocer el reglamento, por saber qué podía hacer en la pista para mejorar su carrera... así que decidí estudiar y ayudarle a preparar las competiciones», declara esta árbitra, la única de patinaje de velocidad a nivel nacional en la provincia.

Los pequeños de la casa realizan patinaje en línea desde la infancia. Ariel C. Rojas

Tras 10 años como juez de torneos autonómicos, Paqui acompaña a sus hijos allá donde van a patinar. Un hobby que copa su tiempo libre por y para su familia. «No se puede vivir de arbitrar este deporte, pero al menos me permite estar cerca de ellos en las carreras. Siempre velo por el deporte limpio, aunque mi hijo pueda salir perjudicado», añade antes de marcar la salida. «Les voy a ganar a todos», promete el menor. «Menos a mí. Conmigo no puedes», responde el mayor. Una competición sana por el futuro del patinaje desde Granada.

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