Granada
Domingo, 25 de octubre 2020, 01:12
Vuelve a rodar el balón y, por lo tanto, vuelven a sonar los despertadores en fin de semana para los más de tres mil futbolistas que volvieron ayer a pisar con multitacos los campos de toda la provincia, desde la Costa al Altiplano, desde el Valle hasta el Poniente. Regresó el fútbol en las categorías senior, juvenil, cadete, infantil y alevín, y lo hace como un gigante dormido que va a despertar poco a poco del letargo a los más de diecisiete mil futbolistas granadinos que frenaron en seco el pasado 8 de marzo. A eso, súmenle entrenadores, árbitros, masajistas, padres, abuelos y conductores de autobús. El próximo fin de semana serán otros tres mil y para después del puente de todos los Santos todos estarán marcando goles.
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La vuelta del fútbol base se programó durante el verano para que se celebrara este fin de semana, sin pronósticos de una segunda oleada de la Covid-19. Vuelve el fútbol federado en pleno toque de queda, a las puertas de otra alerta sanitaria. Y vuelve, con sus propias vicisitudes, la principal, la seguridad. En la Avenida de las Alpujarras, We y Vandalia se citaron ayer por la mañana para disputar la primera jornada de la Segunda división alevín. Los jugadores, de diez y once años, acudían bien pertrechados de boteros, macutos y mascarilla a la puerta de la instalación. Esperaban pacientes ahí a que un entrenador les abriera la cancela. Está prohibido pasar sin permiso y llegar tarde. Ahora a los grupos se les llama burbujas y no puedes mezclarte con otra burbuja. Eso está prohibidísimo.
Primero entraron los rojos, que eran los locales, en fila india y manteniendo la distancia de seguridad. Jose, que es el entrenador del equipo, les tomó la temperatura y conforme pasaron la frente por el termómetro digital, se dirigieron a frotarse las manos con gel hidroalcohólico. De aquí, a la 'zona de seguridad', que así han llamado en We a un espacio abierto que permite a los chavales esperar manteniendo un metro y medio de distancia los unos de los otros. Aguardan al aire libre. No hay vestuarios porque están cerrados por seguridad, así que las mochilas se quedaronn en un rincón del terreno de juego que luego es desinfectado con un pulverizador. Seguidamente, entró el Vandalia bajo idéntico protocolo y aguantaron en la misma zona. Juntos, pero no revueltos. Burbujas intactas.
Aquí es curioso cómo los niños ejecutan una ceremonia casi marcial, mientras los padres se achuchan en la puerta para hacer la última foto o pasar una mascarilla que se había quedado en el coche. Menos mal que, ajenos a esta anarquía, los talentos esperan impacientes pero manteniendo el orden. Tuvieron que aguardar a que los equipos que jugaron antes, los infantiles del We y del Reino de Granada, recogieran sus cosas y salieran por la misma puerta un poco antes, para que las burbujas no se crucen a pie de campo. Una vez estos estuvieron fuera, entraron los siguientes. Calientan y reciben la charla técnica al aire libre. Finaliza el protocolo y el fútbol vuelve a respirar.
Pero esto no es cosa de unos pocos. «A parte de lo que ves aquí, se vuelven a mover los autobuses que traen y llevan a los equipos, los entrenadores vuelven a trabajar, los árbitros también y los clubes, volvemos a encargar ropa, balones, meriendas… Si esto se vuelve a parar, es una ruina para muchas familias», explicó Jose Gómez, que además de entrenar al equipo alevín, es el coordinador del We Fútbol Club.
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Los padres se quedan en la calle. En La Chana, se pueden ver a los futbolistas desde la acera porque las verjas lo permiten. Algunos se echan sobre ellas, se acomodan para más de una hora de fútbol de cantera. Otros llegan más preparados, aparcan el coche y sacan sillas, neveras y hasta una tumbona. El fútbol es el chiringuito del otoño. «Para nosotros es la vuelta a la normalidad, el niño juega menos a la consola porque tiene que ir a entrenar por las tardes y viene más cansado, pero también más contento. Les cambia el ánimo, se les nota que vuelven a la actividad», dice la mamá de uno de los 'peques'.
Las primeras impresiones son buenas. Normalidad y ese otoño calentito que ayuda en Granada a que todo vaya un poco mejor. Pero nadie se atreve a aventurar qué pasará de aquí a la próxima jornada. «Si yo traigo a mi hijo desde Loja a entrenar, ¿no puedo entrar en Granada si está confinada?», se preguntó un progenitor. El debate se abrió en torno a la verja, a modo de tertulia, mientras los del We cantaban sus goles. Al final ganaron los chaneros 21-0, que es lo de menos porque los del Vandalia también se fueron celebrando. Festejando que volvieron a competir jugando al fútbol.
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