El fútbol argentino es pasión. Trasciende lo meramente deportivo y desata los instintos de su población, sin reparar en su estatus social o en su formación académica. En ese mundo entró un personaje tan peculiar como querido. Y no era argentino, aunque fue en aquel ... país en el que se convirtió en leyenda de sus gradas. Nació en Granada en 1933, pero con solo nueve meses se marchó con sus padres a Argentina. En Buenos Aires se comenzó a fraguar la leyenda de la 'Gorda Matosas', cuyo nombre real era Haydeé Luján Martínez. Pero antes de eso le tocó vivir una vida salpicada de tristes acontecimientos que forjaron una personalidad muy peculiar. Con solo seis años quedó huérfana. Un tío suyo la acogió y le inculcó el amor por los colores de River Plate.
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Un partido ante el eterno rival, Boca Juniors, fue suficiente para dar comienzo a un idilio que duró hasta sus últimos días. Y eso que la elección de su equipo, cuentan, se debió a que le gustaron más los colores blanco y rojo de River que la camiseta azul y amarilla de Boca. Quizá le empujó el subconsciente, pues los de River son los mismos colores del equipo de su tierra natal, el Granada CF. También su tío falleció demasiado pronto, cuando Haydeé solo tenía 13 años. Un juez se hizo cargo de ella y pronto comprendió su locura por la franja roja. Amenazó con destrozar el orfanato en el que se estaba criando si no la dejaban ir a la cancha.
Después de ser adoptada por una familia acomodada de Buenos Aires, se independizó con 18 años. Dedicó su vida a vender lotería, pero aquello no era más que una manera de subsistir para mantener viva su pasión por el equipo platense. Lo hacía en los alrededores del estadio de su equipo, para así estar cerca de su pasión. «Mi único amor es River. River es mi novio, mi marido, mi amante... y con eso tengo bastante», declaró en alguna entrevista –algunos medios cuentan que cobraba por hablar con la prensa–. Llegó incluso a plantar a su novio en el altar cuando este le aseguró que, una vez casados, se acabaría aquello de acudir a cada partido de River. Ella quería vestir de novia con la franja roja cruzando. No logró ese objetivo.
Su leyenda se engrandeció cuando un famoso defensa uruguayo de la década de los sesenta del conjunto bonaerense, Roberto Matosas, le regaló su camiseta. Fue tras un partido en casa en 1964 cuando, de camino al vestuario, el defensor charrúa escuchó la voz de una hincha que lo animaba desde la platea San Martín del Monumental. Aquella camiseta con el número seis a la espalda acompañó a Haydeé desde entonces y le sirvió para que todo el mundo la conociera por su envergadura y su camiseta como la 'Gorda Matosas'. Ya era muy conocida entre aficionados y jugadores por vender sus boletos en el restaurante del estadio, pero a partir de aquel día comenzó a ser el referente de la hinchada millonaria. Hasta el propio Roberto Matosas reconoció tiempo después que su paso por River «fue muy bueno, pero fue más famosa la 'Gorda Matosas' que yo».
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Como líder de la hinchada de River Plate, poco antes de que comenzara el movimiento de las barras bravas que tantos problemas ocasionan al fútbol argentino desde hace décadas, tenía fama de ser bastante masculina y malhablada. Dedicaba a los jugadores y a las hinchadas rivales toda clase de improperios, sobre todo a Boca Juniors, el gran rival de los millonarios. La tomó con su estrella, Diego Armando Maradona, del que decía que era «porquería». Le tocó vivir la época más oscura de River Plate, con 18 años sin título alguno, entre 1957 y 1975. A partir de entonces pudo disfrutar de los éxitos de su equipo.
Su adicción al tabaco acabaría con ella. Murió el 4 de julio de 1996, a los 63 años de edad, debido a una enfermedad pulmonar. Pero hasta ese día siguió a River allá donde jugara, desoyendo las recomendaciones de los médicos. La Gorda Matosas, junto a su homóloga en Boca, La Raulito, representaron una nueva generación de aficionadas al fútbol que rompió muchas barreras en un deporte hasta entonces reservado casi exclusivamente a los hombres. Su amor por River fue tal que pidió ser incinerada y que sus restos fueran esparcidos por el estadio Monumental, para estar siempre cerca de su club. En el césped de los millonarios reposan las cenizas de la granadina más famosa del fútbol argentino.
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Esa rivalidad con Boca también se extrapoló a las gradas. Si River contaba con la 'Gorda Matosas' como reflejo de la pasión millonaria, el equipo xeneize acogió a una niña de la calle llamada María Esther Duffau, a la que apodaron 'La Raulito' por su aspecto varonil. Fue una niña criada en el barrio bonaerense de Villa Urquiza, también nacida en 1933, que pasó por el reformatorio, la cárcel y el psiquiátrico. Se rapó la cabeza y adoptó una identidad de varón para evitar problemas y de paso despistar a la Justicia. Sus problemas vitales quedaban paliados cuando acudía a la Bombonera. «Nadie me hizo de Boca, yo solita ya sabía que esos colores me iban a dar muchísimas alegrías», declaraba La Raulito años después de empezar a seguir al conjunto porteño. Murió a los 74 años de edad a causa de una descompensación generalizada.
Tan famosa se hizo que su vida fue llevada al cine en 1975 por el director chileno Lautaro Murúa, con Marilina Ross como protagonista. Además, en 2006 se realizó un documental titulado 'Golpes bajos' sobre ella. En sus últimos años, recluida en un asilo, recibía la visita de los jugadores del conjunto porteño.
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