Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cuenta la joven Una Stancev que mirar el mar durante el confinamiento desde la terraza de su casa en La Herradura fue «como ver un cuadro; tan cerca y tan lejos». El paraíso en la tierra de esta familia de origen serbio, acotado ... ahora por franjas y distancias interpersonales. «Llevo toda mi vida yendo a la playa desde los primeros días de enero y hasta en diciembre, porque aquí hace sol todo el año. El virus nos ha quitado la libertad», lamenta la saltadora de altura, que consiguió una medalla de bronce hace poco más de dos meses en el Campeonato de España absoluto de pista cubierta en Ourense, con apenas 17 años.
«Estaba en un momento en el que me decía: 'madre mía, la que estoy liando'», confiesa la adolescente. «Nunca me había visto tan bien. A Ourense llegué exhausta del encuentro internacional sub-20 de Minsk, en Bielorrusia –donde fue séptima–, pero soñaba con hacer algo importante, como llegar a un podio absoluto. '¿Qué fantasía, no?', me decía. Al día siguiente lo hice y no me lo podía creer», rememora Una Stancev, que saltó 1,79m, nueve centímetros más que en Minsk. «Ni me enteré de que me estaba metiendo en el podio. Fue increíble que Ruth Beitia me diese la medalla. Le dije que quería una foto con ella pero que no tenía el móvil a mano, contestó que eso tenía rápida solución y nos hicimos una todas las del podio. '¿Ya he llegado hasta aquí?'», se preguntó entonces la joven serbia de corazón herradureño.
Una Stancev volvió a su paraíso en la Costa con una preciosa medalla de bronce al cuello, «especial por el centenario de la Federación». El éxito de Ourense supuso un plus. «Fue una motivación increíble para los campeonatos siguientes. Estaba muy centrada y sentía el apoyo de todo el mundo. Dos semanas después era el Campeonato de España de mi categoría y quería saltar más de 1,80, hacer la mínima mundial de 1,82 para ir a Nairobi (Kenia) en julio», revive de los días previos al estado de alarma. «Recuerdo perfectamente que estaba en casa echando la siesta y que tenía que levantarme para entrenar; cuando desperté, vi en mi teléfono que se había cancelado. Me quedé hundida», reconoce.
«Es una situación muy frustrante como atleta. Me iba genial y tenía la ilusión de ir a un Mundial, creía que iba a ser mi año, y esta crisis ha sido un palo. A todos los atletas nos está costando entrenar, porque hacemos atletismo para competir, que es lo que nos gusta», expresa Una Stancev, a quien su entrenador Ola Carlsson insistió durante el encierro para que no se dejara ir, «aunque fuese haciendo quince minutos cada día». Desde el pasado 2 de mayo puede salir de nuevo a correr por el paseo marítimo y el resto de la localidad. «Nunca había tenido tantas ganas de que llegase un día, fue como un nuevo principio. Hacía mucho que no disfrutaba tanto haciendo deporte; no quería volver a casa, estaba cansada pero no quería parar de correr. Sentí una felicidad inmensa, lo necesitaba ya», agradece, realizada.
A pesar de sus deslumbrantes éxitos deportivos, Una Stancev no deja de ser una adolescente de 17 años inmersa en sus estudios, alumna de segundo de Bachillerato en el IES Antigua Sexi de Almuñécar con un desafío a la vuelta de la esquina. «Salí bien de los dos primeros trimestres y en este me voy a dedicar a subir nota, con algunas clases online; reviso las tareas y estudio para Selectividad. No me gusta un pelo la aglomeración, pero hay que examinarse. Es la primera vez que ocurre algo así y no se sabe qué puede pasar. Tengo un poco de miedo, no quiero exponerme tanto», admite.
Ella, que siempre ha controlado los nervios por los exámenes –«si uno se prepara bien no debe tener miedo a nada, como en las competiciones»–, no tiene «ni idea» de la carrera que quiere hacer. «Estoy un poco perdida porque hay muchas cosas que me gustan pero no me veo al 100% en ninguna. Es muy difícil elegir ahora lo que vas a hacer el resto de tu vida. Derecho, Interpretación, Administración de Empresas, Periodismo… quizás un doble grado», se plantea, con una sola certeza: «Intentaría irme a Madrid, y si no a Málaga. Un año allí y, después, a Estados Unidos. Yo sola. Antes quería estar lo más cerca posible de mi hogar, pero ahora quiero marcharme lejos, vivir experiencias y cambiar de aires».
Una Stancev asume que «desgraciadamente va a pasar mucho tiempo» hasta que pueda volver a saltar. «Habrá que buscar otros métodos e incentivos», lamenta. Sí tiene claro, no obstante, que la cuarentena le ha enseñado «a valorar las pequeñas cosas de la vida que son las que la hacen más grande». Entre ellas, correr al aire libre hasta que le dejen volar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.