Carlos Rodríguez entrena en casa con un rodillo inteligente que simula los recorridos del exterior. IDEAL
Ciclismo

Carlos Rodríguez: «Ya habrá tiempo de correr, ahora la prioridad son los enfermos»

El almuñequero, que acaba de debutar en el Ineos como profesional, vive con paciencia el encierro y trata de no perder la forma en casa

Manuel Pedreira

GRANADA

Lunes, 27 de abril 2020, 03:17

A Carlos le toca hoy hora y media de pedaleo. Vatios, pulsaciones, cadencia... todas las variables fisiológicas están medidas al milímetro de acuerdo con el plan diseñado por su entrenador. Y Carlos cumple a rajatabla.

Publicidad

La mirada fija en la ciclocomputadora, sus piernas bajando ... y subiendo como émbolos, las manos cambiando de cuando en cuando el agarre en el manillar. Vistazo a la pantalla, el sudor que no tarda en aparecer, llega un cambio de ritmo, el culo se levanta unos milímetros del sillín, la cadencia se dispara. Nueva mirada a la pantallita, el contador de tiempo parece que no avanza. Sudor a chorros, la aceleración se acaba por fin, un rato de calma, que dura un suspiro. Apenas tiene tiempo de beber agua. Llega otra serie, baja tres piñones de golpe y vuelta a empezar.

Noventa minutos, sesión completada, el trabajo ya está hecho. Carlos se baja de la bici y diez segundos después está en su cuarto de baño refrescándose y buscando una toalla para ducharse. No ha recorrido un solo metro. No ha salido de la misma habitación que desde hace ya mes y medio se ha convertido en su único paisaje de entrenamiento.

Lejos quedan sus fulgurantes subidas a la vieja gasolinera de la Cabra Montés o sus travesías por la Alpujarra, donde entre curva y curva ha tejido un sueño hecho realidad hace menos de dos meses. Ese sueño, como todo ahora, ha quedado suspendido, en el aire, en un territorio inexplorado cuyos tiempos marca una pandemia de final desconocido.

Carlos se apellida Rodríguez Cano y es ciclista profesional del equipo Ineos. 19 años cumplidos en enero. Uno de los diamantes del pelotón mundial, puede que el mejor proyecto de ciclista que Granada haya conocido jamás. Metódico, trabajador y disciplinado son algunas de las cualidades que le adornan y que unidas a un talento natural indiscutible le han abierto las puertas del ciclismo profesional a lo grande y a una edad muy precoz.

Publicidad

Carlos se ha saltado el habitual paso por la categoría sub-23 y ha pasado de juvenil a profesional de un día para otro. Y no lo ha hecho en un equipo de segunda fila. Ni siquiera en un equipo 'top'. No. Sobre él ha puesto sus ojos el equipo que gobierna con puño de hierro el ciclismo de las grandes vueltas desde hace casi una década. El Ineos, antiguo Sky, ha ganado siete de los ocho últimos Tour de Francia y lo ha hecho con cuatro corredores diferentes, un hecho inédito en los casi 120 años de historia de la ronda gala. Chris Froome, Egan Bernal y Geraint Thomas son algunos de los integrantes del equipo, ahora compañeros de Carlos que, hasta hace muy poco, los veía por la tele como ídolos inalcanzables.

Pedaleo y libros

Carlos, nacido en Almuñécar en 1991, pasa el confinamiento en su casa, con su familia, mientras tacha los días en el calendario que le faltan para regresar a las carreteras, a su trabajo, a su sueño. «Intento hacer las mismas actividades que haría normalmente pero dentro de casa», explica. Y esas 'actividades' no solo consisten en darle a los pedales, ojo, porque Carlos está matriculado en un doble grado de Ingeniería Eléctrica y Mecánica en la Universidad de Málaga y estos días aprovecha para seguir clases virtuales «y para estar con la familia», añade.

Publicidad

Un profesional del ciclismo se entrena entre seis y siete días a la semana. En el caso de Carlos eso se traduce en unos 700 kilómetros semanales que ahora se ve obligado a 'reproducir' encima de un rodillo. Para los no iniciados, se trata de un artefacto que convierte una bicicleta normal en estática. Además, desde hace unos años la tecnología ha irrumpido de lleno en este campo al crear simuladores que reproducen las rutas ciclistas de la calle y han transformados esos aburridos rodillos en lo más parecido a pedalear en la calle.

«No se hace tan aburrido, afortunadamente. Ya sea por las plataformas virtuales que incluso te permiten correr con gente de todo el mundo, o bien le dices al simulador el entrenamiento que te toca, en intensidad, vatios, dureza, etc. y lo haces. En mi caso, prefiero hacer esto último y mientras ver una serie. Competir con otros es para un día que no tenga un entreno específico», detalla, al tiempo que precisa que sus sesiones duran entre una y dos horas, aunque hay algunos días que le toca 'doblar' y entrenar mañana y tarde.

Publicidad

Su entrenador sigue al milímetro sus entrenamientos, que por ahora no tienen un objetivo en el horizonte. «Ver el paisaje, la sensación de ir avanzando por la carretera, hace que el entrenamiento parezca más corto. En el rodillo, pedaleas, te desconcentras un momento, miras el reloj pensando que ha pasado un minuto y han pasado quince segundos», indica.

Un estreno accidentado

Al joven ciclista almuñequero le sorprendió el estallido de la crisis del coronavirus a miles de kilómetros de su casa. Estaba en los Emiratos Árabes, en la carrera que suponía su debut como profesional y que fue suspendida después de varias etapas de la noche a la mañana.

Publicidad

«Fue algo inverosímil. Parecía un sueño. Eran siete etapas. Habíamos terminado la quinta. Esa noche se conoció que habían dado positivo dos auxiliares de un equipo, pero yo ya me había acostado. A las cinco de la mañana, me tocaron en la puerta. Era el doctor del equipo para anunciarme que se había suspendido la carrera. Estaba en mitad del sueño y no me lo llegaba a creer del todo», relata. «El pelotón al completo quedó aislado un par de días y nos hicieron la prueba a todos. Los que dimos negativo nos pudimos marchar», agrega.

El calendario ciclista mundial se ha detenido. Las clásicas de primavera se han suspendido. Pruebas míticas como la Milán-San Remo, Tour de Flandes y París-Roubaix, todas centenarias, todas más antiguas que el mismo Tour de Francia, se han visto abocadas a la cancelación y ya buscan fechas en el otoño.

Noticia Patrocinada

En el caso de Carlos, tenía previsto participar en varias clásicas 'secundarias' en Bélgica y en la Semana Coppi y Bartali, una carrera de cinco días en Italia, pero los planes se han ido al traste, una situación que el almuñequero encaja con una madurez impropia de sus 19 años. «Ya habrá tiempo de correr, ahora la prioridad son los enfermos y que esto se termine lo antes posible y con el menor número de víctimas», reflexiona. «No estoy ansioso por salir, ni agobiado por hacer solo rodillo. Claro que me gustaría salir fuera, subir a la Cabra o dar una vuelta por la Alpujarra, pero no estoy desesperado», confiesa.

Tampoco le pone nervioso su cita con la báscula, un 'encuentro' que tememos millones de españoles confinados a escasos metros del frigorífico. «Con el peso tengo la suerte de no tener problemas. Como lo mismo pero un poco menos cantidad. No estoy pasando hambre», aclara.

Publicidad

A las sesiones de rodillo les añade trabajo de fortalecimiento, también en casa. «Menos entrenar fuera y recibir fisioterapia, creo que se puede hacer de todo en casa», apunta. Un trabajo de mantenimiento que, para un profesional, resulta esencial una vez que se termine el confinamiento y regrese la competición. «Depende de la intensidad de los entrenamientos o de lo que se haya perdido, pero no creo que se tarde más de un mes en volver al estado de forma que teníamos antes de empezar la cuarentena», pronostica.

Sin perder el tiempo

Mientras llega ese momento, no pierde el tiempo. Estar con la familia, estudiar o ver series son algunos de sus entretenimientos ahora, mientras no deja de reflexionar en la dureza de lo que está ocurriendo. «Sé que algunos deportistas profesionales reclaman poder salir a entrenar. Es verdad que es nuestro trabajo, pero también pienso que si me caigo y me tienen que llevar al hospital, estaría quitando recursos que precisamente no sobran. Hay que dar prioridad a los enfermos y no arriesgar nada», reitera.

Publicidad

La misma serenidad aplica a sus primeros pasos en el pelotón profesional. «Voy a ir poco a poco, sin ninguna presión de resultados. Se trata de aprender. Firmé cuatro años con el Ineos para que al principio no sintiese tanta responsabilidad de obtener un rendimiento excelente. Quiero ir adaptándome poco a poco a la categoría y disfrutar de la bici».

Su primera experiencia con los grandes fue satisfactoria. «Tuve suerte porque no hizo viento ningún día y a excepción de los últimos kilómetros de cada etapa y en los puertos, no se apretó mucho. Está claro que el nivel no es el mismo. De juvenil subes un puerto al mejor ritmo que tú puedes. Con profesionales lo haces al máximo ritmo al que puede ir un ser humano, así que hay mucha diferencia. Será cuestión de acostumbrarse», señala.

Publicidad

Esa preferencia por ir paso a paso no se compadece, sin embargo, con su salto de juvenil a profesional, sin el habitual paso previo por la categoría sub-23. Pero Carlos tiene una explicación: «El equipo me ha dado la oportunidad de entrenar como si fuese un amateur pero ya en su estructura profesional. Me siento mentalmente preparado y también mi entrenador lo consideraba así. Era un tren que no podía dejar pasar», admite.

Hace un par de años le dicen que iba a entrenar, a compartir mesa, a hablar de cualquier tema con Chris Froome y no se lo habría creído. «Ya lo voy asimilando. Egan es humilde, sencillo, está ahí para lo que necesites. Nadie va de divo», revela.

Escuchando su hablar pausado, reflexivo, sencillo, se antoja improbable que Carlos, ese chaval almuñequero que se machaca y sueña a lomos de un rodillo, pueda serlo algún día. Por muchos maillots amarillos, rosas, rojos o arcoíris que puedan envolver un día su pecho.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad