Todos los veranos, el motrileño Luis Rubiales vuelve a su ciudad natal a descansar por vacaciones y dedica uno de los días a reunirse con los colegas con los que empezó a jugar a fútbol, los amigos de siempre de los clubes de fútbol de ... la Costa granadina. Este año no iba a ser una excepción. La cita con los jugadores del CF Motril, CD Costa Tropical y Puerto de Motril estaba fijada desde el mes de mayo y apenas hubiera suscitado la atención de algún medio local... Hasta que Rubiales desató el escándalo y se convirtió en el hombre del que habla toda España.
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En su polémico discurso en la asamblea extraordinaria de la Federación de Fútbol, incluyó la referencia de que este sábado estaría en Motril y no ahorró detalles sobre la ubicación y la hora de la pachanga de fútbol que pensaba disputar con sus colegas. Inmediatamente el intrascendente partido de colegas se convirtió en un goloso foco de atención mediática y de protestas.
Los primeros en convocar fueron los partidos políticos y colectivos agrupados en la plataforma 'Motril feminista' y enseguida se sumaron las feministas de Granada capital agrupadas en la Plataforma 8 de Marzo y 25 de Noviembre. La idea era recibir a Rubiales con una pitada y camisetas violetas para mostrarle su repulsa, dejarle claro que les «aborchorna» como motrileño y disputar un partido «contra el patriarcado, su discurso y su intención de seguir usando nuestros cuerpos sin nuestro permiso».
No es que estuviera confirmada una asistencia masiva, por las fechas veraniegas, pero la presencia de las televisiones y medios de todo el país y la posibilidad de problemas a poco que saltara la chispa estaba servida. Un riesgo que la alcaldesa de Motril, la popular Luisa García Chamorro, no estaba dispuesta a correr, por lo que desde el día anterior organizó un dispositivo de seguridad con la Policía Local, avisó a Policía Nacional y trasladó el partido a otras instalaciones municipales, imponiendo que se jugara a puerta cerrada.
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Mensaje de Rubiales a sus amigos
La decisión de la alcaldesa, sin embargo, no gustó a Rubiales que en el chat interno animó a sus amigos a mantener el partido a puerta abierta.
«Quiero deciros algo a todos, al leer el artículo de IDEAL que comenta que el partido de esta tarde -la pachanga, dicen- habla de puerta cerrada y de policías en la puerta, por evitar una protesta feminista (mal llamada feminista). Me conocéis suficientemente y tengo que deciros que no estoy de acuerdo con este planteamiento: el partido debe ser a puerta abierta, a la hora prevista y en el lugar previsto. Debemos defender la libertad en todos los ámbitos», escribió Rubiales en el chat, como adelantó este periódico.
«Estoy en una situación compleja en la que defiendo la verdad y la libertad, no puedo dejar de hacerlo cuando pienso que me puede perjudicar: si alguien quiere pitarme o abuchearme, que pueda hacerlo libremente, a vosotros no os va a afectar directamente. Otros habrá que aplaudan porque piensen que lo que me hacen es una cacería», retaba.
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Luis Rubiales
El hasta entonces presidente de la Federación expresaba además su temor de que pudiera haber problemas de «personas agolpadas en los accesos» si se cerraban las puertas y de que ocurriera «una desgracia». «Esto yo no me lo perdonaría jamás. Me niego rotundamente a jugar si no se aceptan estas condiciones», advierte.
Aunque lamentaba que el rato de desconexión entre amigos hubiera derivado «en otra cosa», el motrileño insistía en mantener el partido. «Debemos seguir en mi opinión, vernos, abrazarnos y disfrutar del rato. Después tomarnos algo juntos. Por mí no os preocupéis. Estas personas que quieren pitarme, tendrán hijos o hermanos que algún día pueden verse en mi situación», indicaba a sus colegas.
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«La verdad es clara y ganaré antes o después y los que mienten tendrán sus consecuencias legales. Defendamos la verdad y la libertad. Que vaya quien quiera y nosotros a disfrutar de nuestra amistad», se despedía.
De forma paralela, Rubiales enviaba mensajes a la alcaldesa para tratar de doblegar su decisión de impedir que el partido se jugara a puertas abiertas. Una presión que no gustó a la popular García Chamorro, que optó por la calle de enmedio: ni con puerta cerrada, ni con puerta abierta, se acabó el partido.
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Chamorro adelantó a IDEAL que el Ayuntamiento no permitiría que el partido se disputara en el estadio municipal Escribano Castilla alegando motivos de seguridad. Y se acabó la pachanga.
Los amigos de Rubiales emitieron un comunicado lamentando la suspensión por la «presión mediática existente y el entorno» y se quedaron sin las cervezas y la barbacoa prevista para el postpartido. Las feministas cancelaron la protesta.
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