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«Lo más jodido es que es un trabajo seguido. De lunes a domingo, salvo que llueva. Y si te toca a mitad de una cuesta echas un jornal malo. Pero es que ahora mismo no hay otra cosa. Así que tengo que apechugar y ... compaginar». El hueteño Andrés Entrena, de sólo diecinueve años de edad, se ha venido enfrentando a una dificultad añadida en el empeño por «ser alguien importante» mientras despeja los interrogantes que se ciernen sobre su futuro.
En el intento por equilibrar la aspiración de «llegar cuanto más lejos mejor» con la tesitura de «tener que buscarme la vida» para «ganarme un dinerillo». Pero lo cierto es que hasta ahora está resultando airoso. Llamativamente triunfante. Porque a pesar de haberse visto en la necesidad de curtirse entre la tierra y los olivos para cubrir los gastos extra, o «ahorrar» para así poder «seguir formándome», está lograr labrar una prometedora carrera como neoprofesional que de forma veloz le está situando entre los tops del kickboxing regional y nacional.
-Nombre Andrés Entrena Ayén.
-Fecha nacimiento 07/10/1998, en Huétor Tájar.
-Talla/peso 1,75 centímetros/ 63,5 kilos.
-Logros como 'amateur' Campeón de Granada de kickboxing en 2016 y 2017. Campeón de Andalucía en light contact, kick light y semi contact en 2016. Subcampeón de Andalucía de kickboxing en 2017. Tercero de España de kick light en 2017. Todo en categoría de -63,5 kilos.
-Logros como neoprofesional Victorias en los cuatro combates que disputó frente a Alfonso Morón, Raúl Gimbel, Cristian Barenguel y y Nabil Daef Makram.
Después de dar por concluida una brillante trayectoria como amateur que ya le había deparado bastantes títulos ha logrado vencer los cuatro combates que ha disputado con menor número de protecciones. Sin casco, sólo con espinilleras. Y a la espera de comprobar si se confirman las generosas previsiones que se realizan en torno a sus opciones, el registro ya por lo pronto le hace presentar la flamante condición de imbatido. Que es algo que «me motiva» y le está enseñando muy especialmente en su 'mundillo'.
Ahora que «estamos en la temporada del verdejo», de la aceituna que es obtenida en su punto de maduración y presenta un tamaño estándar, este mismo que en el ámbito deportivo es conocido como 'La Sensación' por tratarse precisamente de una auténtica sorpresa puede realizar balance. «Nosotros no lo cultivamos», ni tampoco «nadie me ha llamado para recogerlo en sus terrenos», señala. Y así resume con mayor desahogo lo «agotador» que puede resultar el acudir a la llamada de la vega «a las ocho de la mañana» y encadenar con el gimnasio «desde las cinco o las seis de la tarde» hasta casi el anochecer. Aquella rutina, en definitiva, con la que justamente se reencontrará en noviembre -un año después de iniciarse- por comenzar entonces la recolección del fruto negro del olivo, el que ayuda a reducir el colesterol pero en su caso aumentará el nivel de exigencia. «Tras acabar la ESO decidí dejar de estudiar. Y como no encontraba ningún otro trabajo, me fui a ayudar a mi padre, que siempre se ha dedicado al campo. Desde chico le había venido echando una mano, en algunos ratos por las tardes o en los fines de semana. Pero ya pasé a jornada completa», introduce quien en esos finales de 2016 a los que se refiere ya cumplía un lustro como luchador «muy técnico», que no va a la guerra sino que espera «mi oportunidad».
Por entonces se trató de atender «los terrenos propios» y también los de aquellos que le requerían mientras refrendaba que la tarea del vareo es «un no parar». Una carga incesante que sólo detiene la meteorología, porque «cuando llueve el terreno se pone embarrado y no puedes ir a trabajar».
Pero es que desde marzo, y por espacio de cuatro meses, paseó a emplearse en la recogida del espárrago. Ni más ni menos que la actividad que realizó con el consuelo de sentir que de «alguna manera» le ayudaba a moldear la musculatura.
Se encontró así en la antesala y resaca de su estreno en neoprofesional -que finalmente tuvo lugar en el mes abril- y ya por entonces tenía las ideas bastante claras.
«No quiero dedicarme al campo toda la vida. Es algo que no tiene futuro. Seguiré mientras no tenga otra cosa. E iré ahorrando para poder tener algo con lo que estudiar fuera, en Granada capital», dice quien aspira ahora a realizar un ciclo formativo que lo instruya como tornero fresador. Como operario y creador de piezas industriales a través de maquinarias especializadas. La que rige su fisonomía y fortaleza ya quedó a punto cuando se vio en la circunstancia de emplearse en «los terrenos en pendiente en los que cuesta más moverte». Y ahora que tiene asumido aquello de que 'el que quiera la fruta tendrá que trepar al árbol' desea seguir engrasándola para mantenerse como invicto en ese otro campo que ama.
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