Estaba en el ferry que conectaba Tallin con Helsinki cuando me llegó la alerta de IDEAL al móvil: Rubiales había besado en la boca a una jugadora de la selección española que se acababa de coronar como campeona del mundo. Mi reacción fue de sorpresa, ... claro.

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Como soy un cándido, pensé que el presidente de la Federación se había marcado un Casillas-Carbonero y que la jugadora besada sería su pareja, una relación que habrían llevado de forma discreta. Y, cosas del viejunismo, me pregunté si no sería demasiada la diferencia de edad. Lo que es ser un tontaco… Cuando vi las imágenes y supe del contexto, no daba crédito. Y no les cuento ya al ver a Rubiales llevarse la mano a los huevos durante la celebración en el palco. Pero todo esto ya lo saben ustedes.

Detesto a la gente soez y grosera. Me incomodan los alardes, las bromas y los chascarillos sobre supuestas proezas sexuales y/o el tamaño y la capacidad de los atributos viriles y ver a Rubiales conducirse como un émulo de los personajes de Esteso y Pajares en las comedias del destape de los años 70 del siglo pasado me dio vergüenza ajena.

Pero el bochorno no se terminó ahí. ¿Cómo es posible que, erre que erre y ya en frío, Luis hiciera aquellas declaraciones en un programa de radio? Como dirían los de Pantomima Full, en su cabeza sonaba espectacular. Me lo imagino con el Farias y el carajillo, después de acomodárselos, bien espatarrao en el sillón, listo para poner en su sitio a todos esos «idiotas y estúpidos» que, como yo, estábamos estupefactos. ¡A dárselas de guay, de canallita y adalid de lo políticamente incorrecto!

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Y entonces llegó el vídeo con sus disculpas. ¿En serio? ¿De verdad no tiene Luis Rubiales a nadie en su entorno que le advirtiera, que le avisara de que era un discurso sin pies ni cabeza con el que se iba a ahorcar a sí mismo? ¿De qué tipo de lameculos y abrazafarolas se ha rodeado, por seguir con los guiños viejunos? Y, sobre todo, ¿qué pasa en y por su cabeza? Porque aquí no hay mafias a las que culpar de la concatenación de desatinos. Ojo al papelón de los miembros de la RFEF en su reunión del viernes. Veremos si representan a la España moderna del siglo XXI o a alguna otra cosa.

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