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Convencer a sus padres de que tarde o temprano viviría del fútbol fue «una de las grandes peleas» de Pablo Chaves. «Siempre estuve convencido, pero mi sueño se esfumó en un segundo», lamenta. Durante los tres años que vivió en Inglaterra, hasta que la pandemia ... de coronavirus y una fractura de peroné le hicieron volver, incluso compitió, de hecho, contra el West Ham en la FA Cup con el Felixstowe & Walton. «Era mediocentro», desvela el granadino, «y ahora quiero ser entrenador: no ha cambiado el objetivo, solo el vehículo», recalca. Para ello sigue formándose, ahora al frente de un equipo de cadetes en el Arenas de Armilla.
«Tengo mucha hambre de fútbol todavía», comparte Pablo, que empezó a dirigir equipos en el Atlético Monachil en el que se formó con 21 años. La temporada pasada fue asistente de Lolo Rosano en el juvenil de División de Honor del Sevilla, campeón de Liga, pero decidió emprender su propia aventura en solitario de vuelta a casa. «Intento aportarle a mis jugadores un contexto de aprendizaje y, sobre todo, recordarles que disfruten porque el fútbol es un juego más allá de la competitividad y los resultados», sostiene.
«Me gustan los equipos atrevidos, de buen trato de balón y que siempre busquen atacar, disfrutando con la pelota. Como decía Marcelo Bielsa: 'Atacar mucho y, sin balón, recuperarlo con la ilusión de volver a atacar'. Es uno de mis referentes, junto a Pep Guardiola, que me parece el mejor entrenador de la historia aun siendo yo madridista. También me gusta mucho el 'Cholo' Simeone por cómo y cuánto transmite desde la banda, levantando a 90.000 personas con los brazos», se recrea. Por lo pronto plantea entrenar en el extranjero: «Pienso que fuera hay más espacio para crecer».
Alumno del proyecto formativo de LaLiga 'Business School' años atrás, Pablo Chaves fue invitado por la patronal del fútbol español a la ceremonia de graduación de la última promoción tras declinar ese honor un año atrás al no sentirse aún «preparado» después del ictus. «En mi discurso les dije que siempre hay tiempo para todo, y que yo me equivoqué, porque si algo he aprendido en estos meses es que hay que seguir las pasiones que nos hacen felices, y la mía es el fútbol», insiste. «Nadie se esperaba que dijera lo que dije», bromea ahora, pero sigue convencido: «Lo que me pasó no fue un castigo, sino al contrario, porque me hizo reflexionar y recapacitar sobre la vida que llevaba hasta entonces».
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