Ídolos

Johan Cruyff, por revolucionario. Xavi Hernández, David Silva, Santi Cazorla y Andrés Iniesta, por bajitos y alfeñiques. Sergio Busquets, por sine qua non. Messi, por eternal, sin par y solitario. Pablito Aimar, Juan Román Riquelme, Juan Carlos Valerón, Burrito Ortega, Juanfer Quintero y Jorge Valdivia, por lentos y calmados. Ronaldo Nazário y Ronaldinho Gaucho, por alegres y mantecosos. Andrea Pirlo y Zinedine Zidane, por ilustres y galanos. Diego Armando Maradona, por sensato y formal a razón de su contexto. Pelé, por arrabalero, desobediente y obstinado a su condición natural. Cristiano Ronaldo, por convencido y machacón, nadie tan narcisista había llegado nunca tan lejos. Víctor Valdés, por directo e incomprendido. Ter Stegen, por transformar el concepto de portero en otra cosa, por jugar mejor con los pies que con las manos, por hacer buena aquella predicción de Rafa Avilés, actual entrenador de porteros del filial del Granada: «El portero del futuro jugará sin guantes».

También Pep Guardiola, por inventivo, reiterativo y maniaco, por hacernos ver que Xabi Alonso puede ser el mejor defensa central de la historia, por cargarse a pesos pesados para dar entrada a canteranos que el 'big data' no puede destacar, por demostrar que en esto de jugar lo más arriesgado es no arriesgar. Juanma Lillo, por teórico y contemplativo, porque convenció de ser maestro sin haber ganado nunca nada. Francisco Seirul·lo, por lúcido y sencillo, la segunda persona más importante de la historia del FC Barcelona. Calado, Tevenet y Corona por anónimos y desconocidos, relativos a mi infancia y jugadores de aquel Club Polideportivo Ejido que jugó tantos años en Segunda División A; Quique Setién, Pepe Mel y Castro Santos sus entrenadores. Ídolos también fueron Di Baggio, Del Piero, Mendieta, Romario, Rivaldo, Laudrup, Figo, De la Peña, Denilson, Djalminha, David Beckham, Roberto Carlos y Raúl Gonzalez Blanco. Bielsa, Sampaoli, Valdano, Menotti y Cappa. Rijkaard y Luis Aragonés porque lo dice Xavi. Pero sobre todos ellos, hay una persona que es y será siempre mi verdadero ídolo, que junta en su personalidad todas las virtudes de los anteriormente citados: mi padre.