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Si vuelve a tener la oportunidad y le apetece, el madrileño Álvaro 'Ardy' Rodríguez se pensará muy bien con quien hacer defensa voluntaria de su campeonato nacional del peso supergallo. Porque lo cierto es que por una elección equivocada, la noche de glamour, vino y ... rosas que se le presumía este viernes en el Casino Gran Madrid se convirtió el sábado en una madrugada de 'quejíos'. Los suyos fueron después de que pusiera los puños en la lona en el cuarto asalto e incluso cayera en el quinto, en el que sólo el sonido de la campana y una incomprensible actuación arbitral le salvaron de una derrota segura antes del límite. Y además, hubo 'quejíos', pero del granadino de raza gitana, tras la disputa de un épico combate decantado a favor de la esquina contraria por una más que discutible decisión unánime (92-94, 92-95 y 93-94).
Tras completar la pelea de su vida, la que discutió los pronósticos y le reivindicó como púgil estilista de contra demoledora, el albaicinero Felipe Castro no se pudo llevar la correa a la cintura. Pero más allá de la controvertida lectura de las cartulinas que hicieron los jueces, o de la lesión en las costillas que dice que le condicionó a partir del sexto round, terminó adquiriendo en Torrelodones el respeto de toda la España pugilística. El aplauso de cuantos comentaron sus evoluciones a través de redes, sufrieron con su par de caídas en las postrimerías y tampoco dieron crédito al veredicto. Que en algunos especialistas en la materia hablaran de robo o de que, como mínimo, el combate tuvo que ser declarado nulo, fue también el vivo reflejo del magnífico trabajo que realizó el pupilo de Víctor Segura.
Quienes siguieron el litigio en directo o a través de la señal de AStv pudieron ratificar que 'Ardy' seguramente se equivocó al encomendarse nuevamente al sortilegio de las costumbres. Por aquello de que la quinta edición del 'Casino Boxing Series' estuvo presidida por una edificante campaña contra el bullying fue presentado como Álvaro 'Puto Friki' Rodríguez. Pero una vez en el encordado el mancebo de Jero García volvió a ser el mismo. Desplegó el boxeo excéntrico, gozador, imprudente, de manos bajas y finta ágil que le vino caracterizando hasta la fecha. Y eso es algo que Castro aprovechó tras sentir el crepitar de sus músculos entreverados. Después de esa fase de tanteo en la que trató de descifrar si el combate iba a fluir o no por un cauce inesperado.
Porque con continuos cambios de guardia, guardando bien las distancias, aprovechando su mayor estatura y conectando rectos certeros, el granadino tuvo que ir ganando en los inicios más puntos que su rival, que es quien ya le vio las orejas al lobo en el cuarto asalto. Tras un derechazo descendente de Castro, el madrileño puso los guantes en el suelo y el árbitro le realizó cuenta de protección. Aquel que nunca cesó de provocar con gestos insolentes, recibió el más severo correctivo en el ecuador. Y es que justamente cuando 'Ardy' comenzaba a reconciliarse con su mejor boxeo, Castro lo derribó con una contra a la pera que le hizo desparramarse por la lona. Y que no dio paso al KO porque la avalancha de golpes que encajó el campeón a continuación fue interrumpida por el árbitro durante un par de segundos y sin saberse bien por qué, pero favoreciendo la proximidad del toque de campana.
Así, la pelea pintaba muy bien para el albaicinero, pero lo cierto es que de manera progresiva se le fue cayendo. Con independencia de la lesión que pudo haberle ocasionado un rival que fue creciendo, Castro pudo pagar su falta de kilometraje. Hasta la fecha, sólo había peleado a la distancia de seis asaltos. Y los diez de la sala Mandalay, con un alto nivel de exigencia, quizás le pudieron hacer pagar un alto peaje.
En la recta final, el del VS Boxing mantuvo la compostura 'jabeando', quizás creyendo también que pasando a la retaguardia la cuenta le saldría. Pero 'Ardy' ya no era el muñeco desarticulado que todo lo confía al golpe y la esquiva. Cambió sus rutinas elevando los puños y mantuvo sus constantes conectando con dureza. Con un par de manos hizo hincar la rodilla al granadino en el noveno asalto. Y con otro golpe ilegal en la nuca por el que esta vez sí fue reprendido, repitió la escena en el décimo. Y de ahí hasta el intercambio de golpes final con que los boxeadores buscaron la vía del cloroformo sólo hubo un paso.
Tras el cese de las hostilidades, las dos esquinas levantaron a hombros al par de gladiadores. Y los jueces deliberaron tanto como quisieron. Pero que la victoria local no fue tan clara ni tan inapelable como dieron a entender con el dictamen, sino más bien al contrario, quedó en evidencia con el semblante de seriedad con que el campeón aguardó el resultado final.
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