Domingo, 8 de agosto 2021, 19:42
Menos de cuatro horas separan el Paseo del Salón del Veleta. Al menos para dos de los 'supermanes' que ayer completaron el ascenso desde la capital hasta el pico de la estación de Sierra Nevada. La trigésimo séptima edición de la prueba arrancó a las ... siete de la mañana de la céntrica avenida de Granada y finalizó poco antes de las once de la mañana para el primer corredor que fue capaz de alcanzar la cima nazarí. Fue Jesús González que, entre lágrimas, esperó a que sus hijos se pusieran a sus lados para pasar junto a ellos por la cinta. Tras él intentaban tocar uno de los techos de la provincia hasta 650 corredores que tomaron la salida. No todos llegaron, pero sí una gran mayoría aunque para ello fuese necesario doblar el tiempo del ganador.
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La salida de la prueba fue escalonada. Como en otras pruebas que se llevan celebrando desde que irrumpió la pandemia de coronavirus los corredores iniciaron la carrera por pequeños grupos e iniciaron una contrarreloj sin mayor referencia que sus sensaciones. Eso provocó que antes de mediodía se pensara que Janine Lima había logrado su quinta victoria en la categoría femenina del ascenso, algo que poco después el cronómetro desmintió. Mónica Díaz, que salió más rezagada en el Salón por la ausencia de palmarés en la prueba, llegó bastante más tarde a la cima, pero antes que Lima, que no pudo lograr su cuarto entorchado consecutivo en el Veleta.
A las siete y media de la mañana todos los corredores estaban ya sobre el asfalto de Granada. Los primeros en iniciar la carrera, los favoritos, comenzaron a estirar la prueba antes incluso de dejar la ciudad. Ahí se notaba poco el viento que durante horas llevaría por la calle de la amargura a los participantes. Los primeros kilómetros, a través de Cenes de la Vega y Pinos Genil, camuflaban a los corredores lo que se iban a encontrar más adelante. Tras abandonar el segundo de estos municipios enfilaron ya la A-395 hacia la estación de esquí y ahí fue ya cuando Eolo comenzó a martillear sin receso a los corredores a pesar del buen tiempo que hizo. La carretera se comenzaba a empinar y hubo quien ya optó en ese momento por comenzar a andar. Solo se había completado un tercio de la carrera y quedaban más de dos mil metros de desnivel por delante. El segundo tercio de la prueba fue una constante de atletas a los que comenzaba a visitar el 'tío del mazo'. Era el momento de decidir si se abandonaba o si, ya puestos, uno se liaba la manta a la cabeza hasta la cima y que fuera lo que Dios quiera. La mayoría optó por la segunda opción y entonces comenzó el calvario final.
A diez kilómetros para el Veleta la carretera deja de tener forma, una barrera alerta a los vehículos de que ya no pueden pasar y los atletas pueden ver todo lo que les queda hasta llegar a todo lo alto. Con casi una maratón en sus piernas y tenían por delante diez kilómetros en los que el desnivel es de unos 700 metros. No es una pared, pero casi. Es cuando impera la cordura dentro de la locura sobrehumana que es ascender estos 48,5 kilómetros y gran parte de los participantes optan por sacar los bastones y andar ligero. La alternativa es quedarse sin energía por el camino y no contarlo. Y no es plan. Ya que se ha salido desde Granada y se ha completado casi el 80% de la prueba hay que alcanzar la cima. Hay quien lo hace por simple disfrute y quien tiene una promesa personal que le hace romper a llorar cuando sabe que le faltan unos metros para el final y el asfalto ya es historia y se anda sobre piedras. La estampa al cruzar la meta y mirar hacia atrás también anima a cualquiera. Al fondo, Granada, a la izquierda, la playa, y si el día mínimamente lo permite se puede ver África al fondo. Es una de las recompensas al llegar al final de la prueba, más allá del orgullo propio de haberlo conseguido.
Jesús González, el ganador masculino y absoluto de la carrera, lloró al entrar en la meta. Preparó la prueba en su casa, en una cinta estática. Su familia le esperaba en lo alto porque sabía que iba a ganar. Este electromecánico de 40 años arrancó la cita con un ritmo tan alto que en pocos kilómetros se quedó con la única compañía del que sería segundo clasificado, Antonio Jesús Aguilar. Ambos bajaron de cuatro horas. Fueron los únicos. En el Dornajo González se quedó solo. El sevillano es un corredor habitual de maratones en asfalto y recientemente ha apostado por distancias más largas, alternando asfalto con montaña –el año pasado ganó el Ultra Trail de Doñana, de 70 kilómetros–. La Subida al Veleta de 2021 era su tercera participación. Tercero precisamente fue el año anterior y no quería que se le escapase el triunfo. El viento le hizo mella, pero se agarró a él cuando le dio de espaldas para tomar impulso. 'Solo' sufrió en los tres últimos kilómetros, en los que uno de sus gemelos comenzó a darle problemas y le obligó a bajar el ritmo. No le impidió mantener la primera plaza e incluso poder detenerse en la cima para saborear la victoria.
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En categoría femenina, la corredora granadina de 'trail running' Mónica Díaz dio la sorpresa en su primera participación en la prueba. Doblegó a la cuatro veces vencedora en el Veleta, Janine Lima, y reconoció al final de la cita atlética que a pesar de no tener referencias por la salida escalonada y ser una carrera «muy dura y exigente, que no te da un respiro» es una enorme satisfacción poder llegar al Veleta en primera posición. O en última, que diría cualquier otro corredor que cruzara la meta por detrás.
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