Hamidi muestra sus protecciones de kick boxing antes un en entrenamiento del GmasB. Ariel C. Rojas
Sofía Hamidi

Del tatami a la cancha sin descuidar la mente

Fichaje del GmasB para la Liga Femenina 2, la almeriense es campeona de España de kick boxing, además de estudiante de Psicología

Martes, 24 de septiembre 2024, 23:15

Durante las últimas temporadas, Sofía Hamidi Kokoshko (Roquetas, 5 de julio de 2005) ha sido una preocupación para el GmasB. En su pelea por dejar atrás la 1ª Nacional y saltar a la Liga Femenina 2, el equipo púrpura se las ha tenido que ver ... tiesas con esta interior cuyos descomunales números –partidos con hasta más de 50 créditos de valoración– la hicieron coleccionista de galardones de MVPde la jornada, primero en el equipo de su ciudad natal y, la temporada pasada, en el Maristas de Córdoba. Por eso no es de extrañar que fuera uno de los primeros objetivos del club púrpura cuando logró el ascenso a la tercera categoría nacional, donde Hamidi debutará de la mano del equipo granadino.

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Pero detrás de esta corpulenta pívot almeriense hay mucho más que una jugadora de baloncesto. Hija de marroquí y rusa, la influencia de ella –jugó al baloncesto e hizo patinaje artístico en la Unión Soviética– la llevó a la práctica deportiva desde muy joven. «Con seis años mis padres quisieron que empezara a hacer deporte, porque ellos piensan que es algo fundamental para la vida», recuerda. Y aunque aquello costó algún disgusto –«yo quería jugar al fútbol, pero no había equipo femenino», incide–, Hamidi encontró pronto un hueco bajo los aros, donde desde pronto destacó a nivel local y autonómico.

Su impactante presencia física le ayudó sin duda a ser uno de los mayores valores de la cantera almeriense, aunque haya que rebuscar en el árbol genealógico para entenderla. «Mi padre mide 1'71 y mi madre 1'68, así que creo que viene de mi abuelo materno, que sí era muy grande», bromea. Sin embargo, no era suficiente para Hamidi, que desde los nueve años comenzó también a practicar kárate sin que eso supusiera problema alguno para su rendimiento escolar. No en vano, la pívot del GmasB obtuvo una mención honorífica en la ESO, al finalizarla con una nota media de 9,21 y otra en el Bachillerato de Ciencias de la Salud, que cerró con un brillante 9,86 promedio. «Siempre me ha ido más o menos bien», sonríe, «pero creo que es porque soy muy disciplinada, sé cuándo toca estudiar y cuándo toca entrenar», agrega la polivalencia hecha persona, que actualmente cursa Psicología, por puro amor al deporte. «La verdad es que mi vocación era estudiar Medicina, pero asumí que sería muy difícil compaginarla con el deporte y no quería renunciar a él», confirma.

Combate

Sin embargo, los caminos no siempre son rectos. El dojo en el que practicaba karate tuvo que cerrar por la pandemia, como tantos otros negocios. «Y como me gusta el combate, me decanté por el kick boxing», rememora sobre la que se convertiría en su nueva pasión sin salir de casa, en el Club Taekwondo Kick Boxing Roquetas. Un amor de impacto casi inmediato, pues en 2023, mientras dominaba las canchas de la 1ª Nacional, Hamidi se proclamó flamante campeona andaluza y española de kick boxing tatami. Sin embargo, la alegría acabó convirtiéndose en frustración, al no poder asistir al campeonato de Europa en Turquía por no reunir los apoyos necesarios. «Me dolió mucho, porque además tenía expectativas buenas y no poder ir por un motivo económico me jodió», lamenta.

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Respecto a su dualidad entre las canchas y el tatami, Hamidi solo ve ventajas. «Noto mucho que, cuando no hago kick boxing durante un tiempo, juego peor. Me ayuda a defender, me da más reflejos, más chispa y más ambición por llegar al balón. Más rabia, pero de la buena…», bromea. En el sentido contrario, sostiene que el baloncesto le «ayuda a tener más explosividad al dar patadas, a mejorar mis saltos y en el fondo físico», por lo que defiende que ambas modalidades «se complementan mucho».

La campaña que ya asoma a la vuelta de la esquina será un reto para la roquetera, que sabe que tendrá que dar un salto de nivel con su llegada a Granada. «La 1ª Nacional era una categoría en la que estaba cómoda y subir a la LF2 lo veo como un mundo diferente, y se nota. Hay gente más grande, más potente y que juega muy rápido. Por eso es un reto que quiero empezar ya», dice. Lo afronta con ambición y agradecimiento a su equipo. «Llegó un punto en el que pensaba que no era interesante para una liga superior y casi no lo contemplaba, así que cuando Quique Gutiérrez me llamó y me dijo que contaba conmigo, me encantó», valora.

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Dualidad

Pese a la presumible bisoñez del GmasB en la LF2, Hamidi es optimista con las opciones del plantel púrpura. «Nos veo bien, jugando contra equipos de LF Challenge nos mantuvimos, y la verdad es que no sé a dónde podemos llegar. El objetivo está claro que es mantenerse, pero si podemos aspirar a más, iremos a por ello», reflexiona. Y pese a la exigente temporada, tiene claro que seguirá practicando su otra pasión. «Sí, porque los deportes de combate son parte de mí y no contemplo no practicarlos», confirma, aunque aún no ha decidido cuál será su club en la ciudad de la Alhambra, así será mientras «no llegue un punto en que uno sea muy demandante y sea una buena inversión renunciar al otro». Pero no oculta que ello «podría ser un objetivo», pues trabaja «en los dos deportes para llegar a algo importante».

De momento, su hambre en la cancha es máxima, tanto como para traerla a una ciudad que ya conocía como rival –«y porque es la sede de la Federación Andaluza de kick boxing y he venido a competir mucho», agrega– y que, dice, la ha «enamorado en unos días». En ella continuará sus estudios de Psicología, pese a las complejidades que supone un traslado de expediente desde Córdoba. «Aunque sea la misma carrera, no tiene nada que ver, en el primer cuatrimestre tendré solo tres asignaturas y en el segundo, ocho», se queja. Y por supuesto, seguirá enseñando esa transferencia tan peculiar del tatami a la pista de Fuentenueva, donde jugará el GmasB. «He tenido compañeras a las que les daba un poco de miedo ir al choque, y a mí el kick boxing me aporta tranquilidad para poder gestionar todo el contacto de los partidos y saber cómo usar bien mi cuerpo», avisa, ante su merecido salto a la Liga Femenina 2.

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