Mario Vidal
Domingo, 28 de septiembre 2014, 00:03
¿Se imagina cobrar por ir de compras o salir a cenar? Hoy en día, es posible porque hay una profesión que consiste precisamente en eso. Se trata del mystery shopper (el comprador misterioso); alguien que sin descubrir su identidad a los dependientes va a comprar un producto o a comer a un restaurante con la intención de examinar la calidad del servicio recibido.
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El mystery shoppening es una práctica que se está poniendo de moda en España, fundamentalmente en grandes cadenas de servicios del sector de la hostelería, la restauración y el ocio. Este comprador misterioso es contratado por la propia empresa para que evalúe anónimamente a sus trabajadores, el producto o el servicio que ofrecen, las instalaciones, etc. Y tras un examen minucioso este personaje realiza un exhaustivo informe en el que se puntúa a la compañía y se detectan los principales fallos que se deben corregir.
Este tipo de negocio se ofrece como consultoría externa capaz de llegar a la raíz de muchos problemas empresariales alejándose de complejos informes económicos, ilegibles documentos sobre publicidad y comunicación o fastigosos cursillos sobre atención al público.
Algunos de los empresarios que contratan estos servicios pueden intuir cuál es el problema concreto de su negocio. Y por eso, a la hora de pedir este examen pueden exigir que la compra oculta se realice en un horario determinado o se pida información por un producto en concreto. Cuanto más preciso sea el examen, más detalladas serán sus conclusiones. Y, por tanto, la corrección del fallo.
Los compradores ocultos necesitan tener una gran capacidad de memoria, puesto que no pueden sacar el bloc de notas en pleno restaurante. Además, estos puestos de trabajo requieren una amplia búsqueda de candidatos hasta dar con el perfil adecuado. Todo con el objetivo de evitar llamar la atención en el comercio y que los empleados no se sientan examinados. De lo contrario, actuarían de manera distinta a la habitual.
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No son un milagro
La mayoría de estos mystery shoppers aseguran que no se cobra mucho por cada informe. Por ejemplo, una visita a una tienda de ropa y el envío del formulario se suele pagar entre los 8 y los 20 euros; además de la remuneración de una parte de las compras realizadas. Tras el test, la empresa consultora genera un informe más completo con las sugerencias. Sin embargo, no debe confundirse el examen del comprador misterioso con un milagro venido del cielo. Gracias a este test, el empresario puede adivinar si sus clientes están recibiendo el trato adecuado o si su producto cumple con las expectativas que se han creado. Pero la solución a los problemas está en los cambios que realice la empresa, y no exclusivamente en el análisis de su origen.
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