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Jueves, 25 de agosto 2016, 16:23
Nuestros jóvenes tienen contratos basura por necesidad, porque no encuentran nada mejor. Ya nada es como antes, cuando un contrato precario era la antesala de un empleo estable. Ahora la temporalidad y los salarios bajos se han convertido en norma. Y en esta situación malviven el 80% de nuestros jóvenes que trabajan. Ocho de cada diez. Una cifra escandalosa en la que ni siquiera estamos a la altura de Portugal o Grecia. Una realidad que nos iguala a Rumanía y Eslovaquia.
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Pero la peor parte se llevan los que no tienen trabajo, ni bueno ni malo: un 46% de nuestros menores de 25 años está en paro. Y uno de cada tres ni estudia ni trabaja porque no ven oportunidades viables de encontrar un empleo; y por eso ya ni lo intentan. La falta de empleo condena a las generaciones futuras a una vida llena de miserias. El riesgo de pobreza afecta al 13 por ciento de los jóvenes europeos pero al 22% de los españoles.
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