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Minutos después de que el Gobierno estadounidense cumpliera su amenaza de imponer unos aranceles del 10% a las importaciones chinas en su territorio, llegó una rápida y contundente respuesta de Pekín. El Ejecutivo liderado por Xi Jinping -que lleva meses preparándose para responder a una ... nueva ofensiva proteccionista de Trump- entró de lleno en la guerra comercial y, entre otras medidas, gravará con un 15% el carbón y el gas natural y con otro 10% el petróleo, la maquinaria agrícola, los automóviles de gran cilindrada y las camionetas.
En un momento en el que Trump promete importantes inversiones a las 'big tech', el Ministerio de Finanzas chino también anunció una investigación contra las prácticas «monopolísticas» de Google. Aunque esta compañía no opera en China desde 2010, unas posibles sanciones contra esta tecnológica podrían torpedear la actividad de las empresas asiáticas en el extranjero. Estas medidas también ocasionarían trabas para fabricantes de teléfonos como Xiaomi o Lenovo, que utilizan el sistema operativo Android, propiedad de la tecnológica estadounidense (y que perdería a uno de los sus principales clientes).
Esta investigación a Google llega después de que Trump anunciara que está buscando la fórmula para que Estados Unidos se haga con el 50% de TikTok, ahora en manos de la empresa china ByteDance. El mismo lunes, de hecho, firmó una orden ejecutiva que instruye a su Gobierno a comenzar a desarrollar un fondo de inversión gubernamental, deslizando que podría utilizarlo para hacerse con esta tecnológica. Esta red social, de hecho, podría tener los días contados en el país norteamericano ya que Joe Biden impulsó una norma para ponerla en venta o prohibirla, mientras Trump le otorgó una moratoria de 75 días para decidir su futuro.
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Ante estas amenazas, el gigante asiático -con una actitud completamente distinta a la mostrada el lunes por México y Canadá, que pactaron una moratoria a sus aranceles a cambio de reforzar el control en sus fronteras- insistió en sus intenciones de denunciar a Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). China considera que esta «imposición unilateral» viola las normas de la OMC y «perturba la cooperación económica y comercial» entre ambos países. La demanda, en cualquier caso, tiene pocas posibilidades de prosperar ya que el tribunal de arbitraje de esta organización está bloqueado desde el anterior mandato de Trump al no haberse alcanzado un acuerdo para renovar a los miembros cesantes.
Las autoridades del país asiático también anunciaron su intención de imponer controles sobre la exportación de metales como el wolframio o el tungsteno. Estas materias primas poco conocidas, y de las que China es el principal proveedor, se utilizan para fabricar componentes electrónicos, piezas de motores y aplicaciones aeroespaciales. Unos sectores que Trump, por medio de sus políticas proteccionistas, pretende reflotar y que ante un posible corte de suministros correrían el riesgo de entrar en recesión.
Ahora bien, todavía existe margen para un entendimiento entre ambas superpotencias y así evitar una guerra comercial que desencadene un efecto mariposa que arrastre al comercio mundial. Los aranceles anunciados por China no serán efectivos hasta el próximo lunes, 10 de febrero. Por su parte, todavía habrá que esperar unos días para conocer el efecto real de los gravámenes estadounidenses sobre los productos chinos, pues aún no se aplican sobre aquellos buques que ya han embarcado con la mercancía.
El hecho de que la respuesta china se haya limitado a unos sectores concretos y no al total de la economía estadounidense parece señalar su disposición de llegar a un acuerdo que evite esta guerra comercial. Por ir a lo concreto: según la estimación de Capital Economics, los gravámenes anunciados por China se aplicarían sobre 20.000 millones de dólares de importaciones anuales estadounidenses. Mientras, los productos chinos a los que en Estados Unidos se les aplicará un recargo del 10% se valoran en 450.000 millones de dólares.
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Trump y Xi Jinping, según anunció el presidente americano, mantendrán una conversación durante los próximos días para estudiar cómo encauzar la situación. El político republicano exige al Gobierno chino que se implique en la guerra contra el fentanilo y los productos químicos necesarios para fabricarlo, pues esta droga ha arrasado barrios enteros y deja más de 50.000 fallecidos al año en Estados Unidos. Sin embargo, lo cierto es que durante el primer mandato del magnate estadounidense China ya endureció sus leyes contra este opiáceo y trabajó con la Casa Blanca para aumentar la persecución a los traficantes.
En un clima de incertidumbre, y a la espera de que se rebaje la tensión entre ambos países, Wall Street abrió la jornada con ganancias. Las bolsas consolidaron su repunte después de que el lunes, ante el riesgo de que Trump impusiera unos aranceles del 25% a todos los productos de México y Canadá, la mayoría de compañías cerraran en números rojos.
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