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La tercera generación de una saga de comerciantes, que iniciaron el abuelo y abuela en una pequeña tienda con un mulo y unos pequeños ahorrillos como todo su patrimonio. En sus inicios no tuvo nombre oficial, era la tienda de Magdalena. Así la conocían en ... el barrio motrileño donde se instalaron. Desde la segunda generación y hasta la fecha, que está al frente la tercera, los vecinos compran en el supermercado Casa Paquito, un establecimiento con sello familiar, que sigue desafiando a las grandes superficies y en el que son también los clientes se han mantenido fieles, de padres a hijos.
La tienda fue fundada un mes de diciembre de 1946 permaneciendo abierta «ininterrumpidamente» desde esa fecha hasta el día de hoy en el mismo local, aunque actualmente más ampliado. Magdalena Rodríguez López y Francisco López Escudero fueron el alma de este negocio. Llegaron a la Costa granadina procedentes de la Alpujarra. Buscaban un futuro mejor. Se instalaron en una esquina de la calle Piedrabuena donde a la vez que tenían su casa, una de las habitaciones fue destinada a un pequeño comercio donde se empezarían a ganar la vida.
Unos años después de asentarse en la calle Piedrabuena, lo abuelos de los actuales gestores, compraron un carro –el que aparece en la fotografía de este reportaje– para poder mover mercancía entre el puerto, Salobreña y Motril. «En esa imagen aparecen mi abuelo Paco, mi abuela Magdalena, mi tío Antonio, mi tío Manolo y por ultimo mi padre Paco. La foto data de 1952 aproximadamente», recuerda orgulloso Francisco José López Morales, nieto de aquel primer Francisco López. Tres generaciones de Francisco López al frente de este establecimiento.
Primero vendieron la leche de sus cabrillas, posteriormente de una vaca que pudieron comprar. También vendían todos aquellos productos de primera necesidad que en su mulo podían llevar de la Alpujarra y valle de Lecrín. «Lo que se convertiría en toda una aventura, ya que el camino podía durar varios días», explica ahora Francisco José.
En aquellos primeros años, vendían todo tipo de artículos a granel como aceite, azúcar, legumbres e incluso fabricaban sus propios cigarrillos que elaboraban de forma manual secando las hojas de tabaco.
En aquellos años Magdalena se convirtió, según recuerda su nieto, en un gran sustento para el barrio. «Fue una gran persona que ayudó mucho a sus vecinos. La mayoría de ellos se dedicaban al campo o a la caña de azúcar y ella les fiaba las compras, que le pagaban cuando recogían la campaña del fruto», rememora su familia. «Por este motivo hasta el día de hoy es recordada en el barrio por hijos y nietos de aquellos vecinos que la conocieron, como una persona humilde y de gran corazón», añaden.
Francisco y Magdalena tuvieron tres hijos. El pequeño, llamado Antonio, se dedicó, junto a su padre, a las labores del campo; el mediano, llamado Manolo, a la venta de piensos para animales. Y, el mayor, llamado Paco, que es el padre de Francisco José, que regenta ahora el supermercado, comenzó con «mi abuela desde niño, subido en un banquillo para poder llegar al mostrador y así ayudar a su madre vendiendo».
Tras la jubilación de Magdalena, fueron «mis padres Paco y Carmen Morales Romera quienes cogieron las riendas del negocio ampliándolo a otra habitación contigua donde vendían alimentación, droguería, zapatos, productos de mercería y todo lo que los vecinos le requerían y ellos podían conseguir».
Tres generaciones unidas por un negocio familiar. «En mi recuerdo de pequeño queda la imagen de que el techo de la tienda de mi padre estuviera lleno de jamones. Recuerdo las campañas de Navidad donde pasábamos la noche entera llenando la tienda de productos navideños. Recuerdo los cálculos mentales de aquellos tiempos donde no existía otra cosa que un buen papel de estraza, un lápiz en la oreja y una buena cabeza para calcular aquella suma de números interminables. La inteligencia artificial se hubiera quedado lenta a la velocidad que mi padre hacia las sumas», expone Francisco José matizando esa palabra de recuerdo con satisfacción.
Conforme fueron pasando los años y el mercado iba cambiando, Francisco López Rodríguez, segunda generación, junto con otros pequeños comerciantes de Motril fundaron Codemo (Cooperativa de Detallistas Motrileños) intentando de esta forma tener su propia cooperativa de la que abastecerse y así poder conseguir mejores precios.
Más tarde Codemo junto con otra pequeña cooperativa de Armilla llegaron a un acuerdo para fundar la que actualmente es la cooperativa granadina Covirán, de la que «mi padre fue socio desde el primer momento y hasta la fecha seguimos adheridos a ella».
Poco a poco esa segunda generación pudo ir ampliando el negocio hasta convertirlo en un autoservicio. Tras su jubilación cogió las riendas Francisco José junto a su mujer, Yolanda Rodríguez Maldonado, pasando a ser la tercera generación del Supermercado Casa Paquito. Francisco José apunta que «me he dedicado a esto, junto a mi padre, desde que dejé el colegio».
Hoy día su filosofía es llevarle al barrio los «mejores» productos frescos, como fruta, verdura, carnes, embutidos al corte, jamones y todo lo que engloba los perecederos.
Hace cinco años le hicieron una reforma al negocio para modernizarlo y actualizarlo a las nuevas tendencias del mercado. En breve llevarán a cabo otra adaptación.
En el año 2022, Cámara de Comercio de Motril y el Ayuntamiento de la ciudad les concedieron el reconocimiento al negocio más antiguo de Motril. En este mes de octubre de 2024 han sido galardonados con el premio Solera en la gala organizada por la guía empresarial Grancity. Como anécdota, comentan que igual que este negocio ha ido pasando de generación en generación, existen muchos clientes que comenzaron sus abuelos comprándoles y que en la actualidad sus familias también han continuado haciéndolo. Sagas empresariales y sagas de clientes, una hermosa cadena de confianza.
Francisco José López Morales defiende la importancia que tiene el pequeño comercio de barrio porque «planeémonos por un momento qué sería de muchos vecinos sin la existencia de estas tiendas. Son muchos los agradecimientos por parte de nuestros clientes el encontrarnos tan cerca de sus domicilios y prestarles la ayuda que necesitan como si fuéramos una gran familia».
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