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María Dolores muestra una caja de los famosos roscos de Loja que elaboran en su obrador Ideal
La emprendedora granadina que ha llevado los roscos de Loja a Japón
Bonachera

La emprendedora granadina que ha llevado los roscos de Loja a Japón

Una historia de éxito ·

Tras perder sus empleos con el estallido de la crisis de 2008, María Dolores Rodríguez Calvo y Manuel Cuesta Aguilera dieron un giro a sus vidas y se decidieron a tomar las riendas de un obrador de pastelería que hoy lleva el típico dulce blanco del Poniente granadino a medio mundo

Andrea G. Parra

Granada

Domingo, 13 de abril 2025, 23:30

La compra de la tarta de cumpleaños de uno de sus retoños cambió su vida. Ese fue el inicio de su emprendimiento de éxito y de la nueva vida del obrador de confitería Bonachera. Mª Dolores Rodríguez Calvo y su esposo Manuel Cuesta Aguilera dieron el paso y un nuevo impulso a los roscos de Loja. Junto al matrimonio, en esta aventura que surgió por necesidad en la crisis de 2008, están sus hijos Víctor Manuel, Carlos y Cristina.

Mª Dolores Rodríguez recuerda que en 2007 nace Cristina, la tercera de su familia, y en 2008 les azota la crisis económica que tuvo incidencia en todo el mundo. «Con tres hijos pequeños, de ocho, cinco y un años y estalla la burbuja y pierdo mi trabajo llevando una inmobiliaria».

«Mi marido que ejercía de contable en una empresa en la cual llevaba 22 años, también comienza a temer por su trabajo. Las pequeñas empresas y autónomos, comienzan a cerrar y los locales y naves se venden o alquilan, pero sin éxito, pues fueron unos años muy complicados para la economía. Mi cabeza no paraba de pensar, para buscar salida y encontrar solución, había que aprovechar cualquier idea», rememora.

En el cumpleaños de Víctor Manuel –el mayor de sus hijos–, habían encargado una tarta en este obrador de pastelería, que pasó a ser suyo un tiempo después. «Cuando llegamos a recogerla nos comenta el dueño que, posiblemente, aquella sería la última que nos hace, pues le queda un año para la jubilación e iba a cerrar, pues las ventas estaban muy mal», evoca Rodríguez. «En ese momento se me enciende la bombilla y veo una oportunidad de negocio. Tras unos días hablándolo en casa y tras llegar a un acuerdo con el dueño, comienzo a ir por las mañanas al obrador para ver cómo de difícil podía resultarme la profesión de pastelera, pues era algo totalmente desconocido para mí», narra sobre aquellos comienzos.

La pastelera colocando roscos en su obrador. IDEAL

No había trabajado en ese mundo nunca. «Comienzo a valorar en serio la posibilidad de hacerme cargo del obrador y emprender un camino que parecía un precipicio», apostilla. «En principio tuve que convencer al pilar fundamental de mi vida, mi marido, pues le costó asumir este proyecto, ya que era un abismo al que había que enfrentarse tanto profesional, personal como económicamente. Hubo circunstancias que sentía que nadaba contra corriente. Mi forma de pensar confrontaba contra todos. Los comentarios exteriores que recibía eran negativos. Las expectativas no eran nada halagüeñas. Aunque es cierto que fue complicado, siempre tenía el apoyo y esfuerzo de los cuatro grandes pilares de mi vida, mi marido y mis hijos, a los que amo y por los que mi esfuerzo personal no tiene límites; es y será siempre infinito», recuerda aquellos momentos con un desglose de reconocimiento a su familia.

La única mujer

A pesar de los pesares, compraron el obrador. María Dolores se puso al frente, siendo la única mujer con un obrador en Loja; los demás eran todos hombres. Cambiaron de ubicación, a un lugar con más proyección de futuro y cerca de casa, pues tenía que atender a sus hijos con el colegio, los deberes, los deportes, las actividades extraescolares y todo lo que ello conlleva.

Alquilaron un local y comenzaron desde cero, el proyecto, la obra y las máquinas, que en un principio pensaron que les servirían, pero no fue así, ya que eran muy viejas y no cumplían con la normativa de la CEE y de seguridad, por lo que tuvieron que comprarlo todo nuevo. «Recuerdo que quedaba con distintos representantes de maquinarias para presupuestos, cerca de casa. Mi marido aún conservaba su trabajo, con la esperanza de seguir adelante. Me hacían preguntas sobre el tipo de masas que pensaba elaborar, fermentaciones, tiempos…. Mi mente volaba y era como si aquello no me estuviese pasando a mí. Aun así, intentaba salir airosa de aquellas conversaciones, pues notaba que no confiaban en mi persona y no apostaban por la supervivencia de mi pequeño negocio».

Al mismo tiempo, llegó a un acuerdo con el antiguo propietario, para que trabajase con ella al menos durante un período corto de tiempo para que ella se enterase de todas las elaboraciones, pues él en su obrador no le dio la oportunidad de elaborar, solamente podía ver y preguntar. «El período de tiempo contratado conmigo duró algo más de dos años». En un principio eran tres personas trabajando: una dependienta, el antiguo propietario y María Dolores, que estaba para todo. Con el paso del tiempo fue contratando más personal y también se incorporó su marido. En la actualidad, según la época del año, suelen trabajar entre nueve y doce personas.

El reconocimiento

Los números salían. Las ventas aumentaban. Aunque fue duro y difícil, reinventarse. «Desde el primer momento nos hemos entregado a este maravilloso proyecto, que llegó por casualidad y transformó nuestras vidas y la de nuestros hijos. Ofrecemos productos de calidad, servicio y buen hacer, colaboramos y asistimos a eventos, charlas, programas de televisión, festivales, deportes, ferias y estamos presentes en actos con importantes personalidades», destaca ahora en 2025, tras años de mucho esfuerzo y tesón. «Hemos recibido cartas de agradecimiento del presidente de la Junta de Andalucía, de Casa Real y reconocimiento en Venecia (Italia) a nuestro trabajo y mantenimiento de una cultura gastronómica artesana», exalta.

La pequeña tienda que abrieron sigue en el mismo sitio. IDEAL

La pequeña tienda obrador se quedó pequeña pronto. Por lo que, unos años después, ampliaron la empresa y pusieron en marcha un nuevo obrador en una nave en el polígono Manzanil I de Loja. Aunque también mantienen la tienda original en el mismo lugar donde comenzaron, en la avenida Pérez del Álamo, 18.

María Dolores es de Granada. «Nuestro propósito siempre ha sido promocionar Loja a través de la elaboración artesanal de nuestros productos, con un trabajo muy bien hecho y llevar el nombre de Loja y Granada por todas partes donde tenemos presencia. Ello nos ha devuelto mucha satisfacción tanto personal como profesional, con anécdotas y vivencias únicas», valora. Poseen dos marcas que certifican la calidad de sus productos, como son marca Calidad Rural del Poniente granadino y marca Sabor Granada.

Con el tiempo han mejorado la presencia y calidad de los famosos y auténticos roscos de Loja. Desempolvaron del recuerdo el antiguo 'Felipe', que se había dejado de elaborar y que actualmente se demanda bastante. Producen todo tipo de dulces y repostería. Innovan en su pueblo con el roscón de Loja –un invento de Manuel Cuesta Aguilera que es un rosco gigante–; las palmeras gigantes de chocolate o rellenas de manzana; la tarta de roscos de Loja con decoraciones personalizadas y un sinfín de productos recién hechos, directamente del obrador a la casa de los clientes.

«Lo más sorprendente es ver cómo personas de cualquier parte de España y otros países han llegado buscando nuestros productos»

«Lo más sorprendente es ver cómo personas de cualquier parte de España y otros países como México, Japón, Argentina, Venezuela, Estados Unidos, Italia, Francia… han llegado hasta nuestra humilde tienda, buscando nuestros productos», presume María Dolores.

Ella y su familia han hecho de Loja su casa. Por eso, resalta que en «obrador de confitería Bonachera tenemos un lema que es que nadie se va de Loja sin probar un exquisito y auténtico rosco de Loja». «Nuestra carta de presentación en cualquier evento son nuestras elaboraciones. Las personas que nos conocen saben que asistimos siempre cargados de roscos de Loja, como no puede ser de otra manera. Somos Loja, somos pueblo, somos tradición, somos cultura. pero sobre todo, somos agradecidos con la vida y por ello nuestra bondad es recíproca», concluye la empresaria con un gracias infinito a «todas las personas que hacen posible nuestra existencia».

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