Interior de las nuevas instalaciones de Embutidos El Candelón.Javier Yáñez
Candelón
Las morcillas y chorizos 'made in Motril' con productos de quinta gama
Mudanza ·
Embutidos El Candelón se ha mudado a un nuevo complejo en el que ha ganado metros cuadrados e instalado nueva maquinaria con la que pretende dar el salto a la 'quinta gama': productos cocinados listos para su consumo
Embutidos El Candelón SL se ha mudado a un nuevo espacio. El negocio que puso en marcha Juan Carlos Medina Martín al tener la oportunidad ... de proseguir con una fábrica que, por dificultades económicas, estaba abocada al cierre, sigue creciendo. Hasta el 23 de enero las instalaciones se encontraban en el casco urbano de la ciudad de Motril; en una calle de barrio y en una antigua vivienda de tres plantas transformada en fábrica.
El nuevo complejo, ubicado en el polígono Alborán, ha supuesto una mejora sustancial y, sobre todo, en superficie. Han pasado de unos 180 metros cuadrados a 430 metros cuadrados. Tecnológicamente también ha supuesto un cambio importante porque han comprado más maquinaria (caldera, abatidor, etcétera) así como una mayor eficiencia energética al haber adquirido un sistema de frío más moderno y eficiente, así como un sistema de aerotermia que produce agua caliente a bajo coste.
«Se han adquirido otros elementos necesarios (más lo que está por llegar en este 2025) para la fabricación de embutido y despiece animal, algo que supone un aumento de un 30% más de lo que veníamos produciendo hasta ahora», detalla Juan Carlos Medina Martín, gerente.
Comenzaron con una plantilla de ocho personas y en la actualidad son trece. Su crecimiento ha sido exponencial cada año, desde 2018. «Sin duda, nuestro producto estrella es la morcilla tanto dulce como picante, seguido después por los callos, pero lo cierto es que la variedad de nuestra producción también supone un volumen muy importante para nuestra empresa siendo todos ellos embutido fresco como son los chorizos, longaniza, chistorra, chorizo criollo, chorizo picante fino, hamburguesas en sus distintas variedades, salchicha granadina, salchicha casera, morcilla granadina, crema de sobrasada, etcétera. También surtimos de despiece animal a nuestros clientes del sector de la hostelería, restauración y catering», especifica Juan Carlos Medina.
Su mercado es en esencia de carácter comarcal abarcando toda la costa granadina; desde La Herradura hasta La Rábita así como los pueblos del interior próximos a la Costa (Vélez Benaudalla, Molvízar, Lobres, etcétera). «Contamos ya con clientes en Granada capital y creciendo poco a poco así como un aumento progresivo en ventas online llegando a toda España», puntualiza.
Morcilla diferencial
La morcilla es la diferencia más genuina de esta empresa por cuanto tiene un sabor, textura y frescura muy característico «gracias al perfecto equilibrio de sus ingredientes que la hace fácilmente identificable como 'La Morcilla del Candelón'. Pero lo que nos diferencia es la calidad de los ingredientes y los porcentajes que lo integran ya que nuestra filosofía es la de no abaratar costes con materia prima de menor entidad».
Las nuevas instalaciones suponen, según el gerente, un punto de inflexión porque «nos permite –apunta– dar comienzo a un objetivo que teníamos en mente como es el de fabricar productos de quinta gama (productos cocinados y envasados listos para su consumo). Tenemos intención de llegar al resto de la provincia siendo Granada capital nuestro mayor objetivo».
El gerente atiende al presidente y la gerente de la Cámara de Comercio de Motril en una visita.
J.Y.
Para Medina Martín lo más complejo de la gestión de una fábrica de embutidos es sin duda, la seguridad alimentaria que supone uno de los mayores y complicados esfuerzos por cuanto es la columna vertebral de todo proceso productivo de alimentos.
En estos años de vida cuentan con varias anécdotas. Medina Martín recuerda que «un señor (ya amigo) con un pequeño comercio en una pequeña población de Barcelona nos llama un día diciendo que muchos de sus vecinos veraneaban muchos de ellos en nuestras costas y por aclamación popular tuvo que ponerse en contacto conmigo para que, por favor, le enviásemos morcillas porque sus vecinos no paraban de pedirle que intentase comercializarlas allí».
La historia de Juan Carlos Medina Martín también tiene sus ingredientes. «Toda mi vida fui empleado de alguien y venía del sector hortofrutícola. Rondando los 50 años las vicisitudes de la vida me propusieron ser empresario y acepté el reto. Llegar a este punto no ha sido nada fácil con muchos y muy complejos obstáculos, pero no era consciente del reto diario que supone ser empresario. Es muy duro serlo, pero muy apasionante y satisfactorio», explica. Unos ingredientes que trabaja todos los días para cosechar estos éxitos.
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