Al calor del hogar nació una empresa que cuenta con décadas de trayectoria y que ha endulzado a generaciones de granadinos. Se trata de Tartas Cristina. Detrás de este negocio está Cristina Ocete Dorronsoro, que inició su andadura hace cuarenta años haciendo tartas en su casa para los amigos y una vez que tuvo tanto éxito decidió montar un obrador de pastelería artesanal.
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Hace cuatro años, el local no daba para más y decidió, debido a su crecimiento, montar dos obradores, uno sin gluten y otro tradicional en una nave del polígono Asegra que adquirió con antelación. Ampliaciones que dan buena muestra de la expansión de este negocio que es muy querido por los granadinos.
Cristina Ocete Dorronsoro, por influencia de su abuela y su madre, se inició en el mundo de la pastelería artesanal. Tanto es así que cuando estaba terminando sus estudios de Derecho decidió definitivamente dedicarse a su pasión. Tras tantos años en esta aventura empresarial confiesa que tiene la suerte de tener una profesión que «adora» y que le ha hecho sentirse «totalmente realizada» en su vida profesional.
Al principio solo vendían en su obrador de Real de Cartuja y a domicilio. En la actualidad, además del obrador tienen dos tiendas en el centro de Granada. Una está en Recogidas 46 y otra en avenida de la Constitución 27. La última fue inaugurada hace solo un año, con una aceptación «espectacular».
Lágrimas de Boabdil
En esta aventura empresarial está acompañada por su marido, Manuel Zambudio, director comercial. Su primera tarta fue la que ha sido la estrella desde siempre y la más vendida hasta ahora. Concretamente las lágrimas de Boabdil, también llamada con otros nombres: tarta de frambuesa, crujiente de almendra y tarta Cristina. La segunda más vendida, y también desde los inicios la tarta Nevada, y su tarta de choconaranja o la tarta de queso cremoso. Disponen de más de 50 referencias en el formato tarta.
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Las tradicionales, aunque han ido aumentando su oferta, siguen siendo las más vendidas. Pero intentan, en este negocio adaptarse al mercado con nuevas elaboraciones como la tarta Sultana, la Paulova, la de pistacho y por supuesto todas sus elaboraciones sin gluten. Venden unas cien tartas diarias. Esta empresa ha pasado de dos personas en sus inicios, Cristina Ocete Dorronsoro y su madre María de los Ángeles Dorronsoro hasta llegar a su plantilla actual de 27 trabajadores y trabajadoras. Atienden al mercado de Granada, su provincia y al resto de España con la colaboración de empresas de transporte de frío y sus propios vehículos.
En Tartas Cristina presumen de que trabajan con unas recetas «muy cuidadas, muy artesanales y en lo que prima sobre todo el sabor, muy distinto en todas sus elaboraciones». Lo artesanal en tiempos de prisa y de productos prefabricados, priman en este negocio que crece a buen ritmo.
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Para este éxito su receta es «mucha dedicación, mucho mimo, establecer unos patrones de gestión profesionales y buscar la excelencia en todos los departamentos de la empresa». Admiten que lo más complicado en la gestión al ser un producto tan artesanal, se concentra en ser muy exigente en la elaboración y en la atención al público tanto particular como del sector Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías).
Tienen otros proyectos, que avanzan, que serán «muy novedosos», pero no desvelan más. Como en las cocinas algunos pasteleros no desvelan sus secretos, Tartas Cristina en la gestión también espera a que esté todo bien cocinado y avanzado para poderlo contar.
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