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La advertencia que lanza la OCU por el uso del omeprazol Marta Becerra
La OCU alerta a quienes toman un omeprazol a diario

La OCU alerta a quienes toman un omeprazol a diario

En los últimos 5 años ha crecido en un 12% el número de medicamentos de este tipo recetados en el sistema nacional de salud

C. L.

Jueves, 3 de abril 2025, 09:57

La OCU ofrece a los usuarios información útil de productos tanto alimenticios como sanitarios para mantener a la población informada. Entre otros análisis, suele realizar publicaciones en las que analiza los pros y contras de medicamentos para que se utilicen correctamente.

Eso es lo que ha hecho ahora con el omeprazol, uno de los fármacos más usados en los hogares españoles. Omeprazol, esomeprazol, pantoprazol… son los nombres de los principios activos de los inhibidores de la bomba de protones (IBP), un tipo de medicamento muy utilizado en todo el mundo para aliviar los problemas de acidez y reflujo gástrico.

Su uso no deja de aumentar. En los últimos 5 años ha crecido en un 12% el número de medicamentos de este tipo recetados en el sistema nacional de salud. La OCU advierte de que se utilizan más de lo necesario. Por ejemplo, en el caso de los pacientes de edad avanzada, a quienes se les suele recetar un protector gástrico para tomarlo durante el tratamiento con algún medicamento que puede dañar el estómago: suele ocurrir que acaban ese tratamiento, pero continúan con el protector gástrico de forma crónica.

Además, algunos IBP pueden comprarse sin receta en envases pequeños y a dosis baja, con lo que la automedicación está a la orden del día.

En realidad, no deberían llamarse «protectores gástricos«. Lo que el omeprazol, pantoprazol o esomeprazol hacen es reducir la producción de ácido estomacal y lo logran bloqueando el sistema enzimático de la bomba de protones que tenemos en el estómago. Son inhibidores de la bomba de protones (IBP).

El ácido estomacal tiene una función importante: descompone los alimentos y mata los gérmenes. Pero cuando se desplaza al esófago o se produce en una cantidad excesiva resulta molesto y, lo que es peor, origina enfermedades, como la esofagitis provocada por el reflujo gastroesofágico. También puede ocurrir que la capa mucosa que recubre la pared del estómago y neutraliza el ácido está debilitada (casi siempre por una infección causada por la bacteria H. pylori o por el uso excesivo de antiinflamatorios AINE como el ibuprofeno), se vuelve vulnerable y se producen úlceras.

Los IBP son muy eficaces para el tratamiento de las dolencias relacionadas con el ácido gástrico y, por lo general, son seguros y bien tolerados. Pero lo cierto es que los IBP se toman con pocos miramientos. A veces por excesiva prescripción médica y otras veces por automedicación imprudente.

No deberían tomarse ni para los síntomas leves de reflujo, ni para el malestar estomacal sin causa conocida ni como medida preventiva durante el uso de un antiinflamatorio AINE si el paciente no tiene alto riesgo de complicaciones. Tampoco deberían tomarse en dosis altas o durante periodos prolongados.

Lo ideal es que se utilice la dosis efectiva más baja posible, con la frecuencia más baja posible y que se cumpla la duración de tratamiento más corta necesaria, a ser posible fijada antes de iniciar el tratamiento.

Riesgos del uso crónico

La experiencia de décadas muestra que los IBP son seguros y bien tolerados, aunque tienen algunos efectos indeseables. Los más frecuentes son náuseas, diarrea, dolor de cabeza, erupción cutánea y pólipos estomacales benignos, junto a otras molestias gastrointestinales como dolor abdominal, estreñimiento, flatulencia y vómitos.

En los últimos años, han surgido estudios que sugieren una posible asociación del uso crónico de IBP con varios efectos adversos raros, pero potencialmente graves. La mayoría de los datos sobre estos efectos adversos se basan en estudios observacionales, de los que se puede inferir una asociación, pero no una causalidad. Entre estos efectos se encuentran la insuficiencia renal, infecciones gastrointestinales (esta posibilidad debe considerarse en pacientes en tratamiento crónico con IBP que presenten diarrea persistente), osteoporosis y riesgo de fractura ósea, mala absorción de magnesio, hierro y vitamina B12, cáncer de estómago, diabetes tipo 2.

También pueden interactuar con otros medicamentos. Son especialmente problemáticos si potencian la toxicidad (como en el caso del metotrexato, utilizado para la artritis reumatoide y el cáncer) o producen pérdida de efecto terapéutico (como ocurre con el antiagregante plaquetario clopidogrel que se usa para prevenir eventos cardiovasculares).

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