Domingo, 19 de junio 2022
Juanma Moreno tenía la sensación a mitad de semana de que le faltarían unos días para conseguir la mayoría absoluta. Los trackings internos marcaban un repunte desde el segundo debate de casi un punto porcentual. Pero la tendencia se acentuó todavía más en las últimas ... horas. En el cierre de campaña, su consejera Marifrán Carazo ya vaticinaba off the record que iría «muy bien». No es que sea pitonisa, solo resulta que, a veces, las cosas suceden como se prevén. Incluso en política.
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La mayoría tranquila que perseguía Moreno será tan plácida como una histórica mayoría absoluta. Aunque no lo parezca, han pasado solo tres años y medio -dos de pandemia-. De esquivar por 90.000 votos el sorpasso de Ciudadanos, Juanma Moreno -su marca antepuesta a las siglas- ha anticipado la partida de defunción de la formación naranja. No es que los consejeros hayan hecho mala gestión, ni Juan Marín mala campaña. Incluso, sobresalió en los debates. Pero Ciudadanos ha pasado de moda; entre otras cosas, porque no ha podido ofrecer nada distinto a lo que ya plantea el PP. Se queda sin representación y en una situación complicada siquiera para poder concurrir a las próximas municipales.
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Además, Juanma Moreno ha taponado a Vox con una campaña «serena», con la gestión frente a los exabruptos y los golpes de efecto. Sin mayor excentricidad que la de repetir la foto con la vaca Fadie que pronosticó en 2018 que sería presidente de la Junta. El fracaso de Vox hay que medirlo en las expectativas que marcaron Santiago Abascal y Macarena Olona. Son ellos los que se han puesto la nota. Partieron de ofrecer a Moreno el puesto de vicepresidente, después le tendieron la mano y, en la noche electoral, el grito de presidenta de los mítines se tornó por el de Macarena. Solo ha mejorado el resultado de 2018 -cuando era una formación sin representación institucional- en Granada y Almería. En las últimas generales de noviembre de 2019, Vox se quedó a tan solo 7.293 votos del PP. Ayer le separaron más de un millón. Pese a todo, Santiago Abascal celebró que el partido crece y culpó del pinchazo a los medios; pese a no ofrecer ni una sola rueda de prensa en toda la campaña. Macarena Olona desapareció durante dos semanas de Granada, donde tenía sus mayores perspectivas. Los paseos y las fotos, todavía, no deciden elecciones.
La teoría de los vasos comunicantes tampoco vale para atinar con la lectura. El PP sumó este 19J más de 800.000 votos con respecto a las anteriores andaluzas y Vox -aunque poco- también subió, apenas 90.000 sobre 2018. Sin embargo, PSOE y Ciudadanos se dejaron entre ambos alrededor de 680.000 votos. Juanma Moreno los absorbió todos y algunos más. Sociológicamente, Andalucía abrió un cambio de ciclo en 2012 -con la victoria insuficiente de Javier Arenas- y en estas elecciones se ha consolidado. Por primera vez, el PP venció en unas andaluzas en las ocho provincias; incluso, en feudos históricos del socialismo como Sevilla o Jaén. Pero es que en 2018 los populares habían caído hasta ser la cuarta fuerza política en Cádiz o Sevilla. Solo vencieron en Almería.
Espadas achacó anoche lo sucedido a la abstención. Preocupante (41,67%). Superior incluso a las de 2018 y en la línea de los últimos comicios, lo que apunta hacia una desafección de una parte de la sociedad hacia las formaciones políticas. Pero ha sido el PSOE el que, lejos de no recuperar los 400.000 votos a los que atribuyó la victoria insuficiente de Susana Díaz, ni siquiera ha llegado al millón de apoyos. Pedro Sánchez, cuando aún no se había desgastado tanto en el Gobierno, obtuvo 1.433.149 de papeletas en las últimas generales.
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Juanma Moreno tiró en su comparecencia de una frase que ha hecho mantra: «Solo pueden los que creen que pueden». Y dio las gracias Alberto Núñez Feijóo. Ese será el siguiente capítulo. Estas elecciones andaluzas tendrán una lectura nacional determinante porque los líderes nacionales así lo han interpretado. Sánchez y sus ministros, Feijóo con una caravana paralela a la de Moreno; Abascal encapsulado con Olona; y hasta Yolanda Díaz puso el oído para ver qué se escucha.
Y frente a todos, Moreno se despidió agarrado a la bandera andaluza que unos niños le regalaron en el primer mitin.
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