héctor barbotta
Domingo, 19 de junio 2022
No se puede decir de Juanma Moreno (Barcelona, 1970) que haya recorrido un camino fácil para llegar hasta aquí. Hace apenas tres años y medio, en su propio partido se había fraguado una operación para quitarlo de en medio tan pronto como se consumara la ... enésima derrota electoral del PP de Andalucía. Pero no hubo derrota, sino un giro histórico. El presidente andaluz aún recuerda que muy pocos creían en él: «Les dije a los periodistas que me acompañaban que iba a ser el próximo presidente de la Junta y cuando me retiraba escuché cómo se reían». Moreno reclama el copyright de una frase acuñada en aquellos tiempos: «Solo pueden quienes creen que pueden».
Publicidad
A pesar de la trayectoria política que acumula desde que se afilió al Partido Popular, para entender la figura de Moreno son clave los cinco años de travesía del desierto que recorrió desde que fue elegido presidente del Partido Popular de Andalucía en marzo de 2014 hasta su investidura al frente de la Junta en enero de 2019. La subestimación de sus posibilidades, los desplantes y burlas que sufrió por parte de quienes dudaban de su capacidad durante aquellos años –en los que peleó contra el desconocimiento con audaces golpes de efecto– forjaron su personalidad. Moreno hoy tiene la piel gruesa ante las críticas y una capacidad de aguante por encima de la media.
Trabajador, tenaz y perfeccionista, en algún punto obsesivo con los detalles, el ahora presidente recorrió todos los escalafones internos hasta llegar a pelear por un lugar en la historia de la comunidad autónoma. Entró tempranamente a la actividad política cuando aún era un estudiante. A los 24 años fue concejal en el Ayuntamiento de Málaga, pasó por el Parlamento de Andalucía y construyó lo que serían sus cimientos más sólidos a los 27 años, cuando tras recorrer en furgoneta todos los rincones de España para recabar apoyos, consiguió ser elegido presidente nacional de Nuevas Generaciones. En aquella campaña artesanal que tuvo mucho de viaje iniciático, lo acompañó otro joven dirigente con quien compartiría durante años caminos paralelos: Elías Bendodo. El tiempo dirá si el salto del ahora número tres del PP a la política nacional acabará bifurcando sus caminos.
En las elecciones de 2000, el PP de Aznar le procuró un puesto de salida como diputado por Cantabria. Cuatro años más tarde intentó repetir, esta vez por la circunscripción de Málaga, su provincia, y al no conseguir escaño se refugió en el partido, donde trabajó redactando discursos y analizando datos para Mariano Rajoy bajo el ala de una ascendente Soraya Sáenz de Santamaría. Con la llegada de Rajoy a la Moncloa fue nombrado secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad.
Allí formó un equipo de trabajo en el que se integraron quienes con el tiempo se convertirían en sus dos personas de máxima confianza, Pamela Hoyos e Ignacio Díez Bernal. Cuando Rajoy le encomendó la misión de hacerse cargo del PP de Andalucía tras la dolorosa derrota de Javier Arenas en 2012, se los trajo consigo al sur. Con el periodista Javier Salas forman hoy su círculo mas cercano. Una de las personas a quienes más escucha es a su mujer, Manuela Villena, madre de sus tres hijos, politóloga granadina con un expediente brillante que en sus años de universidad compartió aula con quienes se convertirían después en destacados dirigentes del PP andaluz, como Marifrán Carazo, José Ramón Carmona o Patricia Navarro.
Publicidad
La tarea de derribar el castillo del poder socialista en Andalucía no era sencilla, especialmente porque parte del partido, muy especialmente la agrupación sevillana, lo recibió de uñas. La situación se agravó cuando la sucesión de Rajoy no se resolvió en favor de Sáenz de Santamaría, sino de Pablo Casado, que desde el primer momento y hasta el final intentó ejercer control sobre el PP andaluz. Pero Moreno había visto dos flancos por los que podía erosionar el poder socialista. Uno era el manejo discrecional de los fondos relacionados con el empleo y la formación. El otro afectaba a una de las banderas históricas del socialismo andaluz: el deterioro del sistema sanitario. El actual presidente nunca habla de ello, pero su padre, a quien estaba muy unido, falleció a causa de un cáncer de colon diagnosticado tardíamente. Una de las primeras medidas que adoptó tan pronto como se convirtió en presidente fue implantar un programa de cribado universal para la detección precoz de esa enfermedad.
El ahora presidente inició desde el principio un giro en el PP de Andalucía que solo pudo completar desde el gobierno de la Junta. Tanto por origen familiar –su abuelo fue jornalero y sus padres, emigrantes en Barcelona procedentes de Alhaurín el Grande–, como por convencimiento, Moreno entiende que para ser hegemónico en Andalucía el partido tiene que moverse en posiciones centristas e identificarse plenamente con el territorio. Las banderas blanquiverdes inundan ahora los mítines del PP y las apelaciones al orgullo andaluz y a la ambición de desarrollar todas las potencialidades de la comunidad autónoma suelen ocupar los momentos finales de sus discursos. En este perfil se inscribe también la reivindicación constante de Manuel Clavero Arévalo, el ministro de UCD que respaldó el proceso autonómico. Revisar la historia para cuestionar el exclusivo protagonismo de la izquierda en aquella etapa es fundamental para su proyecto político.
Publicidad
Moreno no solo ha procurado transformar a su partido, sino también su propia imagen. Buscó tiempo para el ejercicio físico, al que le dedica al menos tres días a la semana, y le da importancia a la dieta bajo el criterio de desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo. Aunque no tiene mucho tiempo para la lectura, durante esta campaña ha aprovechado el poco tiempo libre para zambullirse en 'La bruma verde', de Gonzalo Giner, un alegato ecologista que obtuvo el premio de novela Fernando Lara 2020.
La decoración de sus despachos da otras pistas sobre cuáles son las referencias políticas de Juanma Moreno. En el del PP de Andalucía cuelga un retrato del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy, y en el de San Telmo hay dos fotografías: una de Adolfo Suárez y otra de un encuentro con Barack Obama. No hay de momento retratos con Alberto Núñez Feijóo, pero la llegada del gallego a la presidencia nacional del PP, un proceso en el que participó decisivamente, le ha abierto un panorama más cómodo. La idea de un partido descentralizado con plena autonomía de los presidentes regionales es compartida por ambos. Esa combinación de afinidad y autonomía fue la que le permitió hacer limpia en las listas del PP para estas elecciones, de donde ha desaparecido todo rastro del casadismo que cuestionó su autoridad en los últimos congresos provinciales. Juanma sonríe, pero no olvida.
Publicidad
En sus primeros tres años y medio al frente del gobierno de la Junta, Moreno no las tuvo todas consigo. Gobernó con solo 26 escaños, en coalición con otro partido y con un aliado parlamentario con el que tuvo que negociar hasta la extenuación, con un presidente nacional de su partido hostil y haciendo frente a una pandemia. Seguramente un paisaje muy distinto al de los próximos cuatro años, en los que, adelantan los suyos, se verá al verdadero Juanma.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.