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mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Miércoles, 4 de noviembre 2020, 05:52
Los peores miedos se confirmaron. Pasadas las dos de la madrugada hora local, Donald Trump siguió el guión que se había anticipado al declarar su victoria de forma prematura, pese a que aún faltan por contar 64 millones de sufragios. Con ellos se ... decidirá la suerte de siete estados y el nombre del ganador. Solo que el presidente no quiere que continúe el recuento. En su intervención desde la Casa Blanca acusó a los demócratas de robarle la victoria y anunció que parará el recuento en el Supremo. «No queremos que encuentren papeletas a las 4 am y las añadan a la cuenta», sugirió.
Nadie pensaba que fuera a aceptar fácilmente una derrota, pero muchos se resistían a pensar que convertiría la noche electoral en un autogolpe de estado para perpetuarse en el poder, en contra de la voluntad popular. «Hemos ganado. Estábamos listos para una gran celebración, y de repente, ¿qué pasó?», se preguntó el presidente frente a las cámaras. «Este es un momento muy triste, es el mayor fraude en la historia de nuestra nación», acusó.
Su rival, Joe Biden, no fue capaz de noquearle con una victoria temprana, pero cuenta con que los estados del cinturón industrial inclinen la balanza a su favor si se les deja contar los votos. Pensilvania, Michigan y Wisconsin tardarán varios días en tener los resultados, abrumados por la ingente cantidad de votos por correo que se han recibido en el año de la pandemia.
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«Sabíamos que esto iba a salir mal, aunque quién iba a decir que iba a alargarse hasta mañana por la mañana o incluso más», contó Biden, «pero de verdad, creo que estamos en camino de ganar».
Con el apoyo de los hispanos de origen mexicano y la emigración procedente de California, el vicepresidente de Obama ha conseguido anotarse Arizona, un estado que ha sido republicano durante medio siglo salvo con Bill Clinton en 1996. Al tener un corte demográfico parecido, Nevada podría seguir el mismo camino. Por el contrario, el exilio cubano y venezolano dio la victoria de Florida a Trump, que también ha ganado Ohio, los dos premios gordos de las elecciones que, sin embargo, todavía dejan al demócrata una vía para llegar hasta la Casa Blanca.
El espectro de Bush vs Gore, la decisión del Supremo que decidió la presidencia en 2000, se paseaba ayer por los hogares estadounidenses con un agravante: Trump ha nombrado durante su mandato a tres de los nueve jueces del máximo tribunal. Otros tres son conservadores, lo que pone de parte del presidente a más de la mitad. El propio Trump sugirió el sábado que ganaría las elecciones el día 3 de noviembre o «poco, después, gracias Tribunal Supremo», dijo a sus seguidores en Pensilvania. El estado donde nació Biden es precisamente uno de los que quedan en el aire, aunque ahí cree que lo ganará.
Donde no estaban yendo las cosas «como esperábamos», admitió Biden, es en Georgia. Allí su campaña había hecho una gran apuesta por los afroamericanos que no ha dado los frutos deseados. Su apoyo al movimiento Black Lives Matter tampoco le ha granjeado la victoria en Florida ni aparentemente en Carolina del Norte. Son Michigan, Wisconsin y Pensilvania los que le permiten «tener fe», como pidió a sus seguidores.
Después de una larga noche, todo hace pensar que la semana mantendrá en vilo al país y al mundo.
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