Las elecciones en Almería, como siempre: «Menudo lío»
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Almería en el 28-A ·
Mientras en El Ejido se vota con vestidos de flamenca, en la capital las comuniones aprietan la participación en las primeras horas de una jornada electoral tópica y atípicaEl Palacio de los Marqueses de Cabra no lleva ni veinte minutos abierto y ya hay una veintena de sobres por urna. «Se nota que hace buen tiempo y que hay comuniones. La gente está viniendo temprano a votar, al menos más temprano que en ... las autonómicas». El comentario se lo hacen dos interventores del PP en el momento en el que el cartero llega con un buen tocho de votos por correo, una treintena por cada mesa. La liturgia se cumple de forma estricta, como siempre: nervios entre quienes son llamados por primera vez para formar parte activa de las mesas, gente que consulta cómo se vota al Senado -esa papeleta sepia en la que se tienen que marcar como máximo tres cruces- y dudosos que van, mesa por mesa, buscándose en el censo.
No hace falta ser un neófito, un votante virginal, para que ocurra esto. Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, exalcalde, candidato al Senado por el Partido Popular, ha tenido que recorrerse media decena de mesas hasta encontrarse en una de las listas colganderas en los pasillos de su centro de votación. Ha cerrado el círculo y se ha encontrado, diez minutos después, en la primera mesa, la que antes había desechado, con la ayuda de un apoderado. «Menudo lío», comentaba a los periodistas que acudían al Colegio de Educación Infantil y Primaria 'Nueva Almería'.
El trabajo de los apoderados es en este caso ingente. Porque por muchos años de democracia, aún hay quien no se queda con el cante. «Acabo de decirle a dos del PSOE cómo se vota al Senado», se lamentaba de forma pizpireta una interventora popular en el Colegio Freinet, en el que se depositan los votos de un buen puñado de secciones electorales de la zona de Altamira, en la capital almeriense. En el patio se entremezclaban los 'escapularios' que apoderados e interventores llevan en el cuello para ser fácilmente identificables. Aunque sin necesidad del cartelón ya se les ve a la legua sólo mirando el color del cordón: azules los del PP, rojos los del PSOE, naranjas los de Ciudadanos, morados los de Unidos Podemos... y los de Vox... los de Vox con la bandera de España. «Me gusta más ese cordón que el mío», confiesa la delegada de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Aránzazu Martín (PP), que echa un cable en ese colegio durante la jornada electoral.
Esa mezcla de colores en los pasillos es más difusa en otro colegio electoral: el de la Diputación Provincial de Almería. Es donde votan quienes residen en lo que se conoce como 'el triángulo de oro' de la capital, el entramado existente entre el Paseo de Almería, la rambla del Obispo Orberá y la avenida de Federico García Lorca. Allí hay cuatro mesas y reina la tranquilidad bajo la claraboya del patio de luces. Mientras que en el fondo norte comentan la jornada los apoderados de PSOE y Unidas Podemos, en el fondo sur, el delegado de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local, José Luis Delgado, conversa con otro apoderado, en este caso del PP. Cosas de los bloques.
La jornada está desarrollándose con parsimoniosa y tediosa normalidad mientras que la participación está siendo -parece- algo más elevada que en los últimos comicios. «No sé datos, pero se ve más vidilla, eso me están diciendo los compañeros», traslada una apoderada del PSOE en el Colegio de San Luis, en la capital. Pero esa vidilla, esa alegría de participar en la decisión colectiva, no siempre es tal que así. Hay a quien esto de estar en una mesa electoral le supone un estropicio.
Algo parecido ha debido pasar en el colegio Ave María de El Diezmo, en la capital. Es el único colegio en el que se ha dado un levísimo retraso en la constitución de una mesa. La razón: uno de sus miembros se ha ido una vez que los suplentes ya habían sido rechazados. «Ha dicho que no podía quedarse todo el día, así que ha cogido y se ha marchado». La situación no ha llegado a desbordarse. La legislación prevé cómo actuar ante casos como este. Quien se marcha -participar en las mesas es un deber y ausentarse sin excusarlo puede acarrear consecuencias administrativas- tiene que ser suplido por el primer votante que acuda. En este caso ha sido una apoderada que estaba censada en esa mesa y que se ha desposeído del escapulario. La mesa se ha constituido cinco minutos después de las nueve de la mañana.
Aún así, si no ha votado aún, un consejo: lleve boli. «Llevamos media hora y ya nos han quitado dos», indicaba un presidente de una mesa electoral en el Palacio de los Marqueses de Cabra, en el centro histórico de la capital. Es algo generalizado. «Hay gente votando en blanco al Senado porque no ve bolis en las cabinas», refería una votante de la zona alta de la ciudad. «Yo le dejo el boli, pero que me lo pidan», refería un vocal en otra mesa. En algunos colegios, más avezados sus interventores y apoderados, han atado los bolis con hilo de seda a las cabinas. Quien quiera echarse el boli al bolsillo corre el riesgo de quedarse enganchado al cabinaje.
Donde se está votando con excepcional alegría es en El Ejido. Y no busquen tres patas al gato: es que es San Marcos. A primera hora de la mañana -antes de las 11- había colas en casi todos los centros de votación del núcleo urbano. Todo sea por liberarse el resto de la jornada de cualquier tipo de obligación, incluso la mayor de las cívicas, para poder ir a la procesión y después sumarse a la jarana. Hay incluso quien ha acudido al colegio electoral vestida de flamenca -algunas, porque eran chicas la mayor parte-. Aunque los partidos hablan de un importante crecimiento en la ciudad del voto por correo. Eso evita cualquier tipo de madrugón -y también, todo hay que decirlo, buscarse en mesas, secciones y colegios, que es, Rodríguez-Comendador dixit, «todo un lío»-.
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