Vox Granada, sorprendido por un resultado «inesperado»

A mitad de la noche, con los móviles en ristre, los votos ya sumaban más de 55.000 papeletas, lo que hacía suponer que Jacobo Robatto, cabeza de lista del partido, sería uno de los diputados por Granada. Sin embargo, poca alegría; mucha contención. El resultado general, al que las encuestas auguraban mayoría absoluta para el bloque de la derecha, lo dejaba todo en el aire: no hay un gobierno claro. Poco antes de las 23.00 horas, uno de los apoderados de Vox dejó sobre la mesa un fajo de folios con datos de las mesas electorales granadinas. «Para llorar», dijo, justo antes de que el ventilador removiera las hojas, sin orden.

Finalmente, Robatto consiguió un escaño. Pero el grupo, a medianoche, escuchó con seriedad compartida las palabras de Santiago Abascal, en una televisión colocada junto al ventilador. No hubo un aplauso, un gesto, un leve asentir para el candidato. Se optó por un silencio cómplice, pétreo y tranquilo en la sede. Solo cuando Abascal habló de los tres millones de votantes en España, se permitieron un ligero gesto con la cabeza.

Mientras la madrugada, calurosísima, continuaba su guion de discursos y análisis, en la sede de Vox cogían aliento y pensaban en lo que viene. Uno de los miembros del partido, apoderado, se despidió del resto de sus compañeros. «Si hay una segunda vuelta, habrá que trabajar mejor», dijo, con las manos abiertas, con ánimo constructivo. «Que esto –señaló con el dedo la pantalla de la televisión– pinta a segunda vuelta».

El ventilador de Vox y su flis-flas continuó implacable, a un lado y otro. En los corrillos se hablaba de las palabras de Abascal, del resultado «inesperado» y de que, por el momento, toca seguir trabajando.