La «derechita cobarde», llamó en la cara al PP la portavoz jienense de Vox, quien acababa de remover de sus asientos, o de sus tumbas, a los 'voxistas' de la Transición elogiando la reconciliación hecha en su día por Fraga y ¡Carrillo!. A quien removió ... en el salón de plenos fue a los concejales 'populares', cuya viceportavoz le pidió que dejase «el folclore» para los mítines y le recordó que Vox «en muchos sitios vota con el PP», no vayan a hacerse daño.
El lance fue a cuenta de la moción tipo pidiendo un monumento a la unidad nacional, que es algo muy necesario en Jaén, ciudad donde como todo el mundo sabe no hay paro ni precariedad laboral, donde los jóvenes de fuera vienen a trabajar y las abultadas arcas municipales no saben ya en qué invertir. Un lance que refleja dónde está el debate en esta campaña y la guerra de todos contra todos. O cuando el portavoz del PP sentenció que «democracia no es populismo», pidiendo a los socios de gobierno, pero sobre todo a Ciudadanos, que fueran coherentes y, si no, «dense un punto en la boca». O cuando la de Adelante Jaén (Podemos e IU) habló de «pelea de gatos entre PSOE y PP» por la moción que pedía, ahora, más inversión estatal.
Y es que las repeticiones electorales las carga el maligno. Sánchez esperaba subir endosándole la culpa a Iglesias y arañarle votos al deprimido Rivera con el traje centrista y el grito ¡qué viene la extrema derecha! Ahora tienen miedo a la abstención y, después de todo lo ocurrido tras la sentencia del 'procés', y lo que se anuncia para esta semana, hay pavor a que se repita 'el 2 de diciembre andaluz', por lo que todos sus mensajes suenan a zafarrancho de combate y movilización como sea.
Casado ha olido también la sangría naranja y su barbita de centrista ocasional oculta las aristas del rostro más a la derecha exhibido en abril, cuando el objetivo era frenar a los de Abascal. Cataluña le ha venido bien pero, como dicen los homeópatas, una pequeña dosis sana y una dosis grande produce el efecto contrario. Así que, 'procés' en su justa medida, que en cuestión de banderas, Vox la tiene más grande. Lo saben los 'indepes' del 'tsunami' y los CDR de las barricadas que, puestos a romper el 'status quo' y al cuanto peor, mejor, apuestan por Vox, por resolverlo a banderazo limpio.
Y en este escenario de pugna entre nacionalismos y astas llegamos a la espuela electoral. El disputado quinto diputado por la provincia parece hoy más cerca de Vox que del PP, aunque hasta el rabo todo son cuernos, y no es la primera vez que un encuestado dice que votará a uno y luego va y vota a otro. El simpatizante de Abascal perdió ya el miedo a que le llamen 'facha' y quizá por eso le funcionan mejor las encuestas que las urnas y los mítines que los debates. Mítines estudiados donde el mensaje es el aforo, en los que tocan a rebato y saben que quedará gente fuera y, ¡oh casualidad!, aparece una pantalla gigante en el 'hall' o un megáfono para que el amado líder se dirija a los comprensivos extramuros, que se saben parte imprescindible de esta liturgia, de esta semántica electoral, como ocurrió en el Infanta Leonor, como si no hubiera recintos más grandes.
Así que, el domingo próximo, se votará sobre todo por miedo al otro o por que las urnas no desmientan a las encuestas o por pánico a estas. Susto antes que muerte para el 10N, declarado en Euskadi Día de la Memoria porque el 10 de noviembre es el único día del calendario en que no hubo ningún atentado mortal, lo cual es ya tremendo.
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