Elecciones históricas | 1987
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Elecciones históricas | 1987
Díaz Berbel irrumpe en la política granadinaEn 1987, España se había sacudido buena parte de la herencia del franquismo, en lo social y en lo político. Las calles llevaban ya tres años ardiendo al sol de poniente, y éramos oficialmente Europa desde el 1 de enero del año anterior, con lo cual, ya sabíamos lo que era el IVA. En el panorama político municipal, el reparto de la tarta por la parte de la izquierda estaba bastante definida. El PSOE era indiscutiblemente el partido hegemónico, los grupos disgregados del PCE se habían convertido en grupúsculos, y el propio PCE andaba en la tarea de reinventarse, con el nacimiento de Izquierda Unida, un año antes. Por la derecha, la cosa andaba revuelta. La coalición liderada por la Alianza Popular de Fraga hacía aguas, y en Granada, el Partido Demócrata Popular, otrora compañero de viaje de AP, presentó a su propio candidato, Antonio Huete Herrera.
Pero la novedad, la gran novedad, estaba en el candidato, precisamente, del partido de Fraga. Un empresario de automoción y otras cosas varias de nombre José Gabriel Díaz Berbel, quien se había convertido en la referencia de esta formación y cabeza de lista para todo lo que hiciera falta. Llegaría a ser alcalde, pero algún tiempo después. Hace poco se inauguró una calle con su nombre en el barrio Albayda y se habló de él como un político sociable, afable y abierto al diálogo. Aunque sólo gobernó durante un mandato, ganó tres elecciones. Pero su historia la contaremos en su momento.
Los comicios municipales de 1987 volvieron a celebrarse entre semana. Concretamente, el miércoles 10 de junio, coincidiendo, además, con las primeras elecciones al Parlamento Europeo. Mientras el emblemático 'cura rojo', Elías Alcalde, clamaba desde las páginas de IDEAL por que los políticos no se olvidaran de los pobres, el termómetro verbal de la campaña subía y subía de la mano de Antonio Jara, el alcalde, y del aspirante Díaz Berbel. En una Tribuna Abierta, el segundo atacó al primero en estos términos: «Plantear ante los granadinos que Granada necesita un alcalde serio, educado y que hable bien es lo más sincero, sensato e inteligente que ha dicho en toda la campaña el candidato socialista». En un mitin de campaña, Jara había comparado a Berbel con una cobarde verdulera. Reconoció su error en otro: «Me equivoqué al comparar al candidato que tira la piedra y esconde la mano, –puntualizó Jara–, porque las verduleras son unas grandes señoras al lado de algunos candidatos». Llegaba tarde: Díaz Berbel ya había organizado un acto de desagravio con algunas verduleras. Genio y figura.
En pleno reparto de estopa, Almanjáyar solicitaba esta denominación para el barrio, dejando atrás la de «Polígono», y se reinauguró –en plena campaña electoral, un 4 de junio, hoy sería inviable– el Auditorio Manuel de Falla, tras el incendio que destruyó las cómodas butacas de las que algunos guardamos memoria, sobre todo cuando nos sentamos en las que las sustituyeron. Las cifras de la economía sumergida en Granada superaban el 20 por ciento –en esto, tampoco hemos cambiado mucho–, En los cines se proyectaban 'Platoon', 'Los inmortales' o 'El honor de los Prizzi', mientras en la inauguración del Falla, los granadinos Miguel Ángel Gómez Martínez y Maribel Calvín, con la Sinfónica de RTVE, abrían la puerta a una programación donde estaban Tete Montoliú, Manolo Sanlúcar o la Orquesta Ciudad de Barcelona.
Además de Jara y Berbel, otros candidatos de peso andaban buscando su lugar al sol: Luis de la Revilla, referencia para muchos sectores de la izquierda, encabezaba la candidatura de Izquierda Unida. Prometía llenar el vacío ideológico y político dejado por el PSOE, Le preocupaba, decía, la salud, el clima laboral y la cultura popular. Una de las anécdotas de la campaña fueron las denuncias formuladas por agentes de la Policía Local contra el PSOE –recordemos, el partido gobernante en el Ayuntamiento– por «haber encontrado en la calle octavillas de publicidad sin el correspondiente permiso» y por «pegar carteles en lugares no autorizados para ello». Entonces, aún se consumía papel. Hoy, en la era de las redes sociales, todo es más civilizado. O no.
En la campaña, todavía era noticia la propuesta de voto de los falangistas, que, al no presentar candidatura, recomendaban a sus militantes que votaran «al partido menos malo». Se desconoce a quién votaron, obviamente, pero lo cierto es que los concejales del Ayuntamiento se los repartieron cuatro partidos: el PSOE se quedó con 12; Alianza Popular obtuvo 11, a punto del 'sorpasso', y CDS e Izquierda Unida, dos cada uno. No hubo pactos de gobierno, y por primera vez, hubo un alcalde en minoría.
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