Luis Salvador, arder para no quemarse

Luis Salvador (Córdoba, 1963) se da un aire a Clark Kent, la personalidad tras la que se oculta Superman. Es verdad que el candidato de Ciudadanos (Cs) a la alcaldía de Granada exhibe un carácter más enérgico que Clark, que es un poco blandengue, las cosas como son.

Quizá a los periodistas les ha venido a la cabeza el alter ego de Superman porque Luis llega a la cita anunciando que debe cambiarse de ropa, que es lo que hace Clark cada vez que un archivillano amenaza la paz del planeta. Cuando eso ocurre, el otro yo del superhéroe se quita las gafas, se pone el traje de faena y echa a volar.

Las prisas de Salvador no son tan críticas: él no tiene que salvar, valga la redundancia, a la humanidad; el aspirante 'naranja' va a someterse a una sesión de 'spinning' en el gimnasio 02, un deporte que, básicamente, consiste en subirse a una bicicleta estática para escalar el Tourmalet sin moverse del sitio. Y para eso debe desprenderse del atuendo de campaña electoral y enfundarse un chándal.

Antes de entrar al establecimiento, un ciudadano veterano, al ver a Luis, reniega de los políticos actuales y elogia al difunto Willy Brandt. Aclaración para los 'millennials' y posteriores: Willy, de ideología socialdemócrata, fue el canciller de la Alemania todavía no unificada entre los años 1969 y 1974 del siglo pasado, es decir, en tiempos de la llamada guerra fría y el telón de acero.

Instantes después, Luis y el admirador de Willy Brandt coincidirían en el vestuario y, según el candidato de Cs (los periodistas no asistieron al encuentro porque toda crónica tiene sus límites), el hombre le confesó que no se refería a él cuando se quejó de los políticos de hoy en día. Salvador está convencido de que le va a votar. Asunto arreglado.

Luis viste una camiseta verde chillón (es más intenso que el tono de verde que han adoptado los de Vox para presentarse en sociedad) y en sus manos lleva un pañuelo naranja.

Para los no iniciados, un gimnasio 'industrial' tiene algo de robótico, de fábrica automatizada. Cientos de personas se mueven sobre extrañas máquinas –que los no iniciados definirían como artefactos de tortura– que están ancladas al suelo. Escaleras, remos, pesas...

La clientela suele ir bastante arreglada a estos sitios –hay toda una línea de moda para los gimnastas–, lo cual resulta paradójico, porque, tras el ejercicio, a los usuarios se les ve como desencajados. O sea, que hasta para desarreglarse, hay que arreglarse.

La sesión de 'spinning' está a punto de empezar. La estancia en la que se va a desarrollar el tema recuerda a una discoteca 'after': luces apagadas, un monitor que jalea al público como si fuera un pinchadiscos de Ibiza y música 'bakalao'; es decir, estridente, sincopada, 'kañera', taquicárdica y machacona.

Cuando el líder de Cs se dispone a adentrarse en la sonora oscuridad, una mujer le pregunta: «¿Usted trabaja aquí?». Respuesta: «No, pero como si trabajase. Soy Luis Salvador, candidato a la alcaldía de Granada por Ciudadanos». Está rápido y aprovecha el equívoco para hacer campaña. No pierde ninguna oportunidad para captar posibles votantes. «Ahora venimos de una peluquería y hemos acabado improvisando un pequeño mitin para explicar nuestras propuestas», relata.

En la sala de 'spinning', el personal ha empezado a pedalear en plan 'makina total'. «Te arden las piernas, pero sales nuevo», explica Salvador. Efectivamente, se trata de arder para no quemarse. La adrenalina fluye y el organismo se acelera para buscar la relajación que siempre sigue a una práctica deportiva intensa.

Luis asegura que, en alguna ocasión, ha alcanzado el nivel «espartano», que es como llegar a la última curva del Tourmalet.

Los periodistas preguntan al candidato si cree que sus rivales en las próximas elecciones municipales del domingo serían capaces de desarrollar un esfuerzo de ese calibre. Luis Salvador piensa que no. «Sebastián (Pérez, el cabeza de lista del PP) se desfondaría con solo ver la bicicleta y Cuenca empezaría fuerte, pero solamente aguantaría diez minutos, que es lo que hace siempre».