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Díaz Sol, Chaves, Guerra, Jesús Quero, Jara y Claret con la multitud a sus espaldas. JUAN ORTIZ
Nuevo cambio de alcalde tras la primera victoria del PP

Elecciones históricas | 1991

Nuevo cambio de alcalde tras la primera victoria del PP

Las cuartas elecciones municipales de la democracia reciente se ubicaron el último domingo de mayo, fecha que aún se mantiene hoy. Aquel año se hablaba de terremotos, pero el cambio de alcalde se produjo tras un fácil pacto de izquierdas

Jueves, 18 de mayo 2023, 00:17

Cuando empezó la campaña electoral de 1991, solo había algo claro sobre la mesa: el alcalde iba a cambiar. Fundamentalmente porque el primer edil, Antonio Jara, no iba en el cartel electoral del PSOE. Su sustituto, Jesús Quero, era un hombre que tenía a sus espaldas una experiencia política dilatada, ya que fue el hombre en Granada del Partido Socialista Popular de Tierno Galván, que luego se fusionaría con el PSOE en 1978. Rafael Pedrajas, candidato de Izquierda Unida, comenzó la campaña acusándole de «no tener oficio conocido», aunque hay bastantes programas de mano y carteles que atestiguan su faceta como gestor cultural y artista. Antes de ser candidato, había sido parlamentario andaluz y senador por designación autonómica, y antes de ser alcalde, fue concejal de Servicios Generales. También tenía munición Pedrajas para Díaz Berbel, a quien calificó de «indolente al frente de un programa de rapiña social».

Fuera de las descalificaciones, en el terreno de las propuestas, el programa del PSOE prometía eficacia administrativa en un momento en que el consistorio empezaba a tener muchas más competencias que las tradiciones de limpieza, ornato, fiestas, alumbrado público y gestión hídrica. Mientras, los andalucistas, encabezados por el letrado José María Rosales de Angulo, abogaban, nunca mejor dicho, por la creación de una empresa mixta para gestionar el transporte, y, como IU, desmentían cualquier pacto previo con el PSOE para gobernar el Ayuntamiento. Los Verdes iban por su sitio con Francisco Garrido a la cabeza, y prometían convertir al Ayuntamiento «en un organismo de redistribución de la riqueza».

Entretanto, Sevillana –hoy Endesa, para los 'millennials'– prometía un sistema infalible para terminar con las reclamaciones derivadas de malas lecturas de los contadores –hoy leemos las facturas, pero nos cuesta entenderlas–, y la ciudad vivía la campaña electoral mientras preparaba sus fiestas. La friolera de cuatro millones de pesetas pagó el consistorio a Lindsay Kemp, leyenda del teatro, por actuar en el ciclo, y la quintilla ganadora del concurso hacía referencia a un correctivo gonadal aplicado por una policía local a un ciudadano: «Quedó maltrecho y mohino/ sin que fuera trece y martes/ cierto día un granadino/ al retorcerle sus partes / un policía femenino». El autor, Miguel Martínez Motos.

Gresca a la izquierda

La gresca se escoró esta vez hacia la parte izquierda del espectro político. El PSOE hizo acusaciones más o menos veladas a los andalucistas, jugando con su eslógan 'Te quiero Granada': «Tendrán que explicar para qué la quieren, porque a lo mejor la quieren para cambiarla por Sevilla». Los andalucistas respondían por otra parte con ataques como: «No nos parece bien que se anule el monumento a Colón con un cipote de enormes proporciones», en relación a la posibilidad de sustituir el monumento de Benlliure por otro más moderno, de anatomía descriptible. Se continuaba a vueltas con el proyecto del parque en el Cerro de San Miguel –se sigue hablando de él, 32 años después, y continúa sin construirse–, y se convocó un concurso de ideas tan inútil como el que ganó Kenzo Kuma para ejecutar el teatro de la ópera.

Mientras el público seguía con morboso interés el desarrollo judicial del caso del exorcismo del Albaicín, Francisco Ayala inauguró con su pregón la Feria del Libro, y el CDS, cuya candidatura encabezaba Juan José González Rus, se comprometió a hacer una campaña libre de ruidos, en una época en que los coches con megafonía para anunciar los mítines eran aún habituales. Ruido, y mucho, hizo Alfonso Guerra en un mitin multitudinario en el que apoyó a Jesús Quero, celebrado en el Paseo del Salón ante 20.000 personas, según contó IDEAL. El sevillano, machadiano, krausista y seguidor de Mahler, a quien puso de moda, regaló frases como: «Esta derecha española quiere que resolvamos en ocho años lo que ellos han descompuesto en 200», y apeló al voto útil, «no sea que por eso vaya a venir la derecha, que es un peligro para los granadinos». Remató abriendo el tarro de las esencias, como Curro Romero: «Aquí, en Granada, votar al PP es votar al Opus Dei», dijo. Podrá gustar más o menos, pero ciertamente, sus mítines eran divertidos.

Aznar acompañó a Díaz Berbel en un mitin en Bib Rambla. GONZÁLEZ MOLERO

Díaz Berbel gana por un concejal, pero no gobierna

El runrún de que el PP –ya denominado así– podría ganar las elecciones por primera vez se hizo realidad tras el recuento. Trece fueron los concejales que obtuvo la candidatura de Díaz Berbel, a quien el mismísimo Aznar, entonces joven líder del centro-derecha, apoyó en Bib Rambla. El pacto ordenado por la dirección federal de Izquierda Unida cinco días después de las elecciones colocó a Jesús Quero en el sillón de alcalde –el PSOE había obtenido doce concejales– con el apoyo de los dos ediles que obtuvo la formación de izquierdas. Una vez más, el Ayuntamiento fue cosa de tres.

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