Elecciones Municipales
El solitario voto solidario de GranadaElecciones Municipales
El solitario voto solidario de GranadaEl solitario voto solidario apenas tiene cabida en los ecos de la campaña electoral de las elecciones municipales. Los desheredados de la tierra no votan o, además, ni siquiera tienen papeles, documentos para hacerlo. Muchos están si regularizar o perdieron la documentación en algún hueco ... oscuro de sus vidas. A la calle San Juan de Dios, donde el comedor social les atiende a diario, no llega la campaña, ni los mitines ni las soflamas.
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Dicen los estudiosos de la política que en las sociedades democráticas maduras se vota con la cartera. Antes se votaba con la cabeza para pedir precisamente la Democracia, al menos en este país. Los más jóvenes, los más nobles, los más únicos, dicen que empiezan a votar con el corazón. Son los que conforman el solidario voto solitario que busca un hueco a medio camino entre la justicia social y la caridad cristiana.
La calle San Juan de dios, con toda la Fundación del mismo nombre, la Basílica, el Perpetuo Socorro, el centro de salud Gran Capitán, la sede de la concejalía de Urbanismo o en las calles que la cruzan entidades tan señeras como la Facultad de Trabajo Social y la de Políticas y Sociología de la Universidad de Granada, forman otro pedacito de este espejo que es la Granada electoral en este mayo de 2023.
Los comerciantes son buenos termómetros del sentir popular. Cristina apura un cigarrillo en la puerta de su boutique, Martina & Co. Rompe el fuego la primera. «Granada es una ciudad solidaria», reconoce. «Se refleja en todas las ayudas que damos a la gente». Otra cosa es que esté de acuerdo con la gestión, así que apaga la colilla y entra de súbito para atender a una clienta. Lo primero es lo primero.
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Inma, de la zapatería Ortega, abierta en 1963, solo quiere hablar de que cuando llueve se le inunda el negocio.«Se lo he dicho a todos los políticos a la cara, y ninguno nos hace caso». Le prometo que lo voy a publicar a ver si lo leen y lo arreglan de una vez. Veremos.
El bullicio de la calle San Juan de Dios es vital. Hay cafeterías llenas y el pequeño comercio se defiende con soltura de las nuevas tendencias que tanto gustan a la clientela joven. Hay mucho paso de estudiantes y la sensación es de completa normalidad laboral. Antonio lleva casi treinta años al frente de su estudio de fotografía que se llama Imagina.
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Tiene ideas propias. «Esta es una calle clásica, con una clientela tradicional que ha ido cambiando a la que hay que sumarle todos los universitarios», califica. Por esta apertura, entiende que Granada es una ciudad abierta y solidaria, «pero la contradicción aparece a la hora de votar, que los vecinos no lo son tanto», defiende.
Juan, ya jubilado, detrae una cantidad mensual para colaborar con Cruz Roja y Aldeas Infantiles. Pero la campaña electoral la ve «bastante regular porque aquí cada uno va a lo suyo». De los políticos, rescata un mantra. «Se pasan la campaña prometiendo y saludando. Ytras las elecciones, desaparecen».
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Queda Laura, que prepara oposiciones para ser notaria. «Granada es muy solidaria, hay comedores sociales y se recoge ropa por todas partes». Eso sí, «la gente vota según sus propias ideas políticas, no se leen las propuestas ni los programas, no se fijan en los otros partidos».
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