No se venden votos en el mercado de San Agustín

Es la milla de oro, la zona cero de Granada. La Catedral y la Gran Vía, el Centro Lorca y la Romanilla. El mercado de San Agustín. Granada bulle en su corazón y da vida. No todo son hoteles. No todo es turismo. San Agustín es torre de Babel, se escucha castellano y granadino, inglés y francés. Muchos alemanes y los orientales, chinos, coreanos japoneses, no se sabe. Pero todos con los ojos rasgados examinan la preparación de un tataki en uno de los puestos de la esquina.

María Gloria y su suegra, Rosario, de 94 esplendorosos añitos compran merluza hermosa, preparada en rodajas, gamba de Garrucha y mejillones. «Antes venía casi todas las semanas, prácticamente a diario, pero ahora tengo que venir acompañada y ya no es lo mismo», cuenta vivaz. La pescadera la reconoce y da fe de que era clienta «de a diario», se intercambian piropos y Rosario se muestra contenta: «Ahora está más bonito el mercado. Lo han hermoseado».

Un camarero explica que el mercado «está francamente bien. Se nota en la fluencia de público indudablemente. Hay muchísimo turismo y viene mucha gente de Granada». Sabe que ahora, con tanta campaña, aparecerán los políticos a pescar votos, «pero aquí en San Agustín se vende de todo, fresco y a buen precio, menos votos». Entonces cuenta que «aquí han venido (y los llama por su nombre de pila con diminutivo incluido, se nota la confianza), Sebas, Luis Salvador, Paco Cuenca... Pero yo le digo 'Paco, ¡si no has venido desde que te hiciste alcalde!'». «Se lo he dicho, 'no venís más que en vísperas de campaña'».

Ni votos ni políticos, estamos en un centro neurálgico de Granada de espaldas a la campaña. Pero pasan cosas. Una turista alemana se mete dentro del mostrador de Serie Oro y su marido le tira una foto con la pescadera, ambas rubias, ambas sonríen. La guiri se viene directa hacia mí y me explica: «Estoy a punto de llorar, emocionada –para que luego digan de las cabezas cuadradas de los alemanes–, esta chica, por la pescadera, lleva la sangre andaluza dentro y nosotros amamos Andalucía. Vamos a estar una semana en Granada y vamos a venir a diario». El mercado funciona. Funciona muy bien.

La pescadería Serie Oro tiene un mostrador que podría ser una de las siete maravillas del mundo. Y, además, todo lo que ves te lo cocinan en un pispás en el local de al lado por si no quieres cocinar en tu casa. Al frente está Purificación quien tira de heráldica para compartir que «llevamos cinco generaciones en San Agustín y ahora está mi hija María al frente, que tiene carrera y todo (ha estudiado Psicología), pero le va más la marcha del mercado».

Purificación habla de política sin paños calientes. Recuerda que fue el alcalde Gabriel Díaz Berbel quien apostó por levantar el mercado de San Agustín y que Torres Hurtado trató de impulsarlo con la posteriormente fracasada versión gourmet. «Pero ahora ha renacido. Se subastaron los puestos y es tal el éxito que estamos llenando a diario», confirma. Purificación dice que echa de menos «antiguamente, cuando las pescaderas teníamos más gracias a la hora de vender, éramos como más pescaderas, ahora somos como más gourmet... pero conmigo no han podido y yo sigo vendiendo a grito pelado y además no me lo van a quitar. Pregono 'platooooooooo', porque es así como empecé el negocio, y al turismo le encanta».

Y entonces aparece una camarera del local de enfrente, pilla el plato y se lo lleva a la plancha para ser consumido fresco y al instante. En su punto. «Es que aquí vienen y se gastan el dinero», confía María, al frente de la pescadería Serie Oro, la hija de Purificación. «No soy ni de derechas ni de izquierdas, añade, pero en particular quien ha abierto el mercado y nos ha dado la oportunidad de que esto salga a subasta fue Paco Cuenca. Y ha promocionado mucho el pequeño comercio del Centro. Pero le pido que venga más a menudo».

Nos chocamos las manos y las tiene rugosas, muy rugosas, ásperas, que contrastan con unos ojos que llevan dentro el color del mar que vende en el mostrador con forma de peces de mil formas, colores y sabores. Una pena que no sea candidata.