Cuando era solo concejal de Urbanismo y sonaba para alcalde contaba que se parecía al oso grandullón de 'Kung Fu Panda'. En una escena, Po sueña con emular a los Cinco Furiosos, guerreros que tienen que vencer al malvado leopardo de las nieves Tai Lung. ... El maestro Shifu organiza un torneo para elegir al Guerrero del Dragón, quien recibirá el pergamino con el que derrotar a Tai Lung. Po llega tarde y en sus esfuerzos por acceder al templo sale disparado por los fuegos artificiales y cae justo en el escenario, donde la tortuga gigante Oogway, lo señala como el elegido para salvar el Valle de la Paz.
Francisco Javier Márquez Sánchez (Jaén, 1971) llegó a la política así, por accidente. Y por accidente le tocó asumir la alcaldía en 2015 cuando José Enrique Fernández de Moya se fue al Senado. En vez de un pergamino le dieron el bastón de mando y tenía que vencer no a un leopardo sino a un Ayuntamiento quebrado, con problemas para pagar cada mes las nóminas, y todo lo que vino después, como la convulsión en su partido a nivel provincial y nacional.
Por entonces se definía como un «ciudadano metido a político» o como un político «atípico», más 'Cuqui', su sobrenombre, que Márquez. Tanto es así que al año estuvo a punto de dejar el bastón. Resistió como pudo y en las guerras internas se quedó en tierra de nadie. Pero las crisis son a veces una oportunidad. Hizo la guerra por su cuenta, o le tocó hacerla, y apostó por Pablo Casado cuando nadie daba un duro por él, y el alcalde volvió a ganar, también por accidente, y se hizo más político.
Charla
Le pregunto si piensa seguir en política. «Pues va a depender de las elecciones municipales», reconoce. «Creo que aún no he perdido mucho la noción de ciudadano, lo que pasa es que la vida política es muy dura, ocasiona muchas heridas. Cada día que pasa, otra raya para el tigre», dice con guasa llevándose el dedo índice al pecho. «No he perdido aún mucho contacto con la realidad, y la prueba es la candidatura, gente de calle, implicada en la sociedad civil y solvente. Eso supone una regeneración importante, que también necesita mi partido», admite sin pelos en la lengua.
Pero, cuatro años son muchos, teniendo en cuenta que tres y medio se le han hecho largos. «El equipo que llevo es muy bueno, conjuga la experiencia de los que siguen con gente joven y mediana edad, buenos profesionales con buenos trabajos que se meten en política para hacer cosas por la ciudad», dice, dejando claro que está más que contento con la lista que él, y solo él, ha elaborado.
«Entre los jóvenes, veo al menos dos posibles alcaldes en un futuro, si evolucionan bien. Yo me quedo los cuatro años. El Senado está bien, pero ser alcalde, aunque sea más sufrido y lo pases mal, sobre todo en un Ayuntamiento sin dineros, es más bonito», subraya, intentando despejar dudas después de que sus adversarios le recordaran que su antecesor se fue a los pocos meses.
«¿Ha sentido esa soledad del poder, de ser el último en decidir?», le pregunto. «Sí, mucho. Hay muchas cosas que son complejas, que no son blanco o negro y tienes que decidir y no siempre gusta. Al final eres la percha de las tortas y de muchas frustraciones. Me lo decía José Enrique, que ser alcalde es mucho más duro que concejal de Urbanismo. Esto lo sabemos en Jaén siete personas (los alcaldes vivos)».
También habla de las presiones que aguanta un alcalde. «Los lobbies no son solo los grandes grupos de presión. En una ciudad lo puede ser una asociación, un colectivo o un grupo de personas, que a menudo esgrime un interés público cuando es privado, aunque sea legítimo. El Ayuntamiento no puede contentar a todo el mundo».
Ante este panorama, le pregunto al hombre tranquilo que siempre ha sido - como abogado prefería el derecho administrativo porque prefería pelearse con los papeles antes que con las personas - cómo supera los momentos de bajón. «Pues a base de un cargamento de tilas y de perderme con Olimpia, lo que pasa es que ella también tiene una responsabilidad importante (su mujer es la secretaria general de la Universidad de Jaén)». ¿Y sus dos hijos cómo llevan las críticas a su padre? «Mis dos hijos son dos cracks. Hemos intentado apartarlos un poco y darle naturalidad».
En lo personal
Dice que echa de menos la abogacía, pero más que nada porque después de veinte años ejerciendo tiene muy buenos amigos en esa «gran familia». «Pero yo me metí en política porque no quería estar toda la vida haciendo lo mismo. A Javier Carazo -exdecano de los abogados y ahora su número dos en la candidatura- le ha pasado lo mismo, quería hacer algo por su ciudad. Y eso es lo que necesita Jaén y la política».
«¿Pero, por qué seguir en esta vorágine si ya ha logrado ser alcalde?». «Pues porque amo a mi ciudad, porque quiero que sea una ciudad amable, como ha ocurrido con la Carrera de Jesús, aunque el Ayuntamiento no tenga un duro. Porque Jaén tiene oportunidades que tiene que aprovechar, como por ejemplo hacerse más abierta e internacional; es una ciudad con una historia muy interesante que tiene que ganar en autoestima... No me estoy engañando a mí mismo y por eso no estoy engañando al resto. La ciudad va a vivir una etapa bonita, en la medida de sus posibilidades, siguiendo la filosofía de lo que se está haciendo».
Y hablamos de qué piensa hacer si sigue de alcalde. «Mejorar la economía del Ayuntamiento dentro de lo que es nuestra responsabilidad. De hecho, voy a poner dos concejales en Hacienda, algo inédito. Manolo Bonilla ha sido uno de los mejores concejales porque le ha dado liquidez y serenidad al Ayuntamiento, y otro va a mejorar la recaudación y la gestión económica, porque si late Hacienda, late todo. Luego, debemos ejercer como capital de la provincia, con más autoestima y más inversiones, pues ha habido un ninguneo del resto de administraciones, de todas».
De pronto, suelta una frase lapidaria, que explica para que se entienda: «Jaén no es ni progresista ni conservadora, es inmovilista. Aquí nos tiramos 20 años hablando de la Ciudad Sanitaria, de un instituto en el casco antiguo, del Conservatorio de Música, de la estación intermodal, la Ciudad de la Justicia, pero no se hacen. Hablamos demasiado, opinamos mucho pero hacemos poco».
El futuro de Jaén
Pero sabe las limitaciones económicas del Ayuntamiento. «No vendo una burra que no tengo. Prometer por prometer crea frustración. Intento ser más serio», dice. Y reconoce que la gente está «un poco cansaílla de campañas electorales», y su partido puede que más, «después de la torta que se ha pegado en las generales». Pero que en Jaén ve «un buen ambiente para el PP», que va a haber «mucho trasvase de voto», que el tono general de la campaña es bueno, que es lógico que la oposición diga «lo malo y feo» que es el alcalde y que él tiene que defender lo hecho.
«El Ayuntamiento sigue estando mal, porque no está bien, pero se ha mejorado y la ciudad creo que la dejo mejor que como la cogí», defiende. «Mi primer gran éxito es que todo el mundo se quiera presentar a alcalde», añade.
«¿Y si no sigue de alcalde, qué?», le pregunto. «Pues nada, la política está muy fragmentada y compleja y no me lo voy a tomar a la tremenda o como algo personal», contesta. Y dice estar muy satisfecho con el elevado respaldo que cosechó como candidato al Senado. «Hay que salir a ganar, pero si no ganas y es para bien de la ciudad, puesta ya está», concluye.
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