El pasado siempre acecha

Al candidato Julio Millán no es que lo persiga el pasado. Es él quien acosa a los tiempos pretéritos, en una inédita modalidad de hacer política: va contra su propio partido, pero para disimular no va contra el PSOE del presente, sino contra el del pasado. Así, Millán ha cogido la perra de que a ver qué narices hacen el Museo del Aceite y la Fundación del Olivar en Geolit, y se las quiere traer para Jaén, al Banco de España. Si no fuera porque los últimos 18 años (tiene 42) se los ha pasado ostentando un cargo público - candidato «probeta», lo llamó María Cantos - podría pensarse que ignora que llevar el Museo y Geolit al confín del Reino fue ocurrencia, tiempo ha, de su partido. Y lo de ir al Bulevar a comprometerse con el pasado íbero de Jaén y con su promoción, dado «el valor de los yacimientos de Marroquíes Bajos para reforzar aún más su identidad como barrio» también tiene su aquel, como si el PSOE, desde la Junta de Andalucía, no llevase regateando veinte años su promesa de un parque arqueológico en la zona. Cualquier día se viene arriba y promete, qué se yo, la Ciudad Sanitaria o arreglar las Protegidas.

Lo del voto por correo en La Carolina ya no es cuestión de que el pasado siempre aceche o deje de acechar. Es un 'deja vu' en toda regla. Las denuncias por fraude se vienen repitiendo elecciones tras elecciones desde tiempos del mítico Ramón Palacios. Ahora el denunciado es el PSOE, al que acusan además de contratar a cascaporro poco antes de las votaciones. Pero los socialistas ya denunciaron al PINP (Partido Independiente de las Nuevas Poblaciones) por comprar votos a 25 euros, acompañando la denuncia con un vídeo. En 2011, el 18% de los electores carolinenses votaron por correo, para indignación de la socialista Ángeles Férriz. Según quien gobierne cambian los papeles de denunciante a denunciado. Pero las acusaciones son siempre las mismas, una y otra vez, en el eterno retorno del pasado que acecha.