daniel vidal
Lunes, 24 de agosto 2015, 09:54
Irene significa paz.
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Sí. Me encanta mi nombre. Yo me iba a llamar Inés. Pero mi padre, que era taxista, cogió a una extranjera en el aeropuerto que se llamaba Irene. Llegó a casa y se lo dijo a mi madre: ¿Le ponemos Irene?. Le encantó. En aquella época no había Irenes, no era común. Sin embargo tenía que tener ese nombre, que significa paz. Y yo siempre trato de transmitir paz interior. ¡Fíjese si mi nombre estaba bien escogido!
Sus dos hijos, ¿qué le dan?
Felicidad infinita. Amor elevado a la enésima potencia. ¡Alegría! Y más arrugas, porque si antes ya era una persona sonriente, ahora...
Madre, escritora, conferenciante, psicóloga, periodista, medallista de esquí, piragüista... ¿Qué más quiere hacer?
¡Tener otro hijo!
¿Cuánto le dura un cabreo?
Muy poco. La vida es demasiado corta para malgastarla cabreado. Intento que no me dure ni cinco minutos. Enseguida busco el lado bueno de una mala noticia, el lado positivo. ¡A veces me paso! Mis compañeras del equipo de esquí me dicen que doy asco (risas), ¡que es imposible que esté todo el día contenta! Mejor eso que ser una quejica.
¿Ni siquiera tras el atentado, cuando se vio sin piernas?
Cuanto antes lo asimilas, mejor. Yo lo asumí con 12 años, a los pocos meses del atentado. La clave me la dio mi madre: Puedes pasarte el resto de tu vida amargada, o puedes empezar una nueva vida hoy. Yo volví a nacer.
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Usted ha dicho que ese día volvió del Más Allá. ¿Qué había al otro lado del túnel?
Sentí una paz tan maravillosa, un estado y una alegría tan apacible, que no sentí miedo a la muerte en absoluto. El único miedo es dejar a los tuyos aquí. Sentí que algo o alguien me bajaba de nuevo al suelo, y lo pasaba mal porque estaba mucho mejor allí que aquí. Creo que la muerte es algo bonito, que quien se muere pasa a mejor vida, nunca mejor dicho.
¿En qué cree?
Creo en el ser humano. No dejo de encontrarme con gente maravillosa. Lo que pasa es que hace más ruido un árbol al caer que toda una selva creciendo. Yo confío en la selva.
¿Qué le debe a la vida?
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¡Jo, se lo debo todo! ¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto!, como la canción de Mercedes Sosa que me ponía mi madre. También es verdad que la vida te da cuando tú das. Yo me he tirado veinte años sufriendo. Veinte años exactos. Operaciones, problemas, luchando contra el terrorismo. Y en 2011, a los veinte años del atentado, ETA dijo que dejaba de matar y se me curó una infección de caballo en un tornillo que me tuvo en hospitales y con mucha medicación. Fue el año que me casé y que me quedé embarazada. Veinte años de lucha. Uno siembra y trabaja, y después de los años uno empieza a recoger. Estoy en el momento más feliz de mi vida, pero porque me lo he currado.
El chiste que tuiteó Guillermo Zapata sobre usted y las niñas de Alcàsser tampoco le borró esa sonrisa permanente.
¡Ni mucho menos! No deja de ser un chiste. Me llamaron todos los medios y desaparecí del mapa porque no quería entrar en ese juego. Era más política que otra cosa. Me lo tomé como lo que es: un chiste. Y no me pueden hacer daño para nada chistes que llevo escuchando desde el atentado. Aunque este chiste, en concreto, es el más desagradable de todos los que había escuchado. Lo reconozco. No había escuchado nunca lo de las niñas de Alcàsser y es horrible porque todavía nos duele a todos a día de hoy.
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¿Lo suyo no duele?
Lo mío no. ¡Mi madre está viva! Sin brazo y sin pierna, pero viva. Aunque tenga una discapacidad... ¡todos tenemos una discapacidad! Todos estamos cojos de algo. Prefiero estar coja de una pierna o de dos, a estar coja de la emoción, de la voluntad, del amor.
¿El humor negro es una expresión sana para reírnos de los horrores de este mundo, como defendió Zapata?
Esto me lo enseñó la cómica Raquel Sastre. Entiendo que la gente consuma humor negro bajo esa premisa. Yo no lo hago. Tenemos demasiados prejuicios y demasiadas tonterías en la cabeza. Y Raquel y otros humoristas nos enseñan a tomarnos la vida con más filosofía.
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¿Cuenta chistes sobre usted misma?
¡Sí! (Risas) El de la piscina lo cuento todos los días ahora en verano. La única cosa que no hago en la piscina es pie. Y me encanta el de que soy la mujer explosiva.
¿Le asusta el Estado Islámico?
Sí. Sobre todo me asusta la gente que se deja convencer para quitarle la vida a otra. Me asustan las sectas.
¿Tiene una prenda favorita?
Mi biquini rosa fucsia.
¿Sexo, drogas o rock and roll?
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¡Todo! Según qué drogas, claro. Para mí la droga es el amor. ¡El esquí! ¡¡Mis hijos!!
¿Un consejo?
Haz el bien y no mires a quién.
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