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Otra ‘lolita’ para Dior

Otra ‘lolita’ para Dior

La israelí Sofia Mechetner, de 14 años, dormía hasta hace poco en un colchón en el suelo. Sin dinero para comprar una cama, deslumbra en las pasarelas. Simons la descubrió en su tienda

luis gómez

Miércoles, 9 de septiembre 2015, 00:35

Hasta qué punto la industria de la moda respeta las reglas del juego? Los grandes gerifaltes de este negocio acostumbran a esconder la cabeza y esperar a que escampe el temporal cada vez que les persigue el escándalo. Sucede en cuanto saltan a la palestra presuntos abusos sexuales de modelos o las autoridades arremeten contra el desfile de jóvenes anoréxicas o con problemas de drogas. Pero la cabra casi siempre acaba tirando al monte. Christian Dior, la legendaria casa que confió su futuro a Raf Simons tras la traumática salida de John Galliano, ha vuelto a armarla con el fichaje de su nueva musa, una muchacha israelí de solo 14 años.

Viéndola desfilar, Sofia Mechetner se muestra como lo que es: una bellísima adolescente, por mucho que la vistan con ropa impropia de su edad. Fascinantes creaciones que en las calles y alfombras rojas solo lucen maduras y adineradas mujeres, porque pocas clientas pueden permitirse, por sus desorbitados precios, las piezas de alta costura. Aunque han vuelto a levantarse bastantes voces contra la temprana edad a la que se siguen subiendo algunas chicas a las pasarelas, la decisión de Dior no ha removido tantas conciencias en esta ocasión ni ha indignado, al menos públicamente, a una clase política que otras veces ha denunciado con celeridad los excesos de esta industria. No ha puesto el grito en el cielo como lo hizo, por ejemplo, hace varios años cuando la revista Vogue exaltó la «sexualización de la adolescencia» con aquel famoso reportaje en el que reclinó en un lujoso sofá de piel a niñas livianas de ropa, enjoyadas hasta arriba y pintarrajeadas. Aquel trabajo periodístico enterró la carrera de varios editores y mereció la reprobación de casi todo el sector.

Sin embargo, Sofia ha despertado sentimientos y reacciones muy diferentes. Puede que le ayude su aire angelical. Ni siquiera es la típica joven a la que el cazatalentos de turno descubrió contoneándose en una discoteca, comopasó con Claudia Schiffer, o caminando por las aceras de Manhattan.

Hacer coladas y limpiar casas

¿Es una lolita más? Sí, pero no, aunque Dior ha vuelto a abrir la caja de los truenos sobre los límites de la explotación infantil. Estados Unidos, por ejemplo, estableció hace tiempo los 16 años como edad mínima para desfilar. España y Francia carecen de legislación al respecto. Con medidas de infarto (84-54-87), la historia que subyace detrás de Mechetner, hija de inmigrantes rusos y la mayor de tres hermanos a los que hasta hace poco daba de comer y llevaba todos los días al colegio para ayudar a su madre en las tareas de casa, es tan arrebatadoramente bella que ha conmocionado a medio mundo. «Era una edad en la que tenía que estar jugando y le ha tocado llevar una vida muy dura», aplaude su madre. Gracias a sus 177 centímetros de altura y sus ojos azules, esta rubia de facciones aniñadas ha sacado de la pobreza a su familia.

Con un aspecto que recuerda a Claudia Schiffer y Kate Moss, su historia da para muchos cuentos. Desde el típico patito feo que se convierte en el más bello cisne hasta el de una cenicienta moderna que ha llevado la alegría a un hogar repleto de tristezas y desgarros familiares. Sus progenitores se divorciaron hace cuatro años y, de repente, todo el peso recayó en su madre, que se ha pasado media vida fregando suelos y realizando trabajos de costurera para sacar adelante a sus pequeños. «Mi madre trabaja muy duro y entre todos intentaremos apoyarla para que las cosas le sean más fáciles», prometió. Muchas veces, Sofi, como le gusta que le llamen, la echaba una mano y acompañaba a limpiar casas. No solo eso. También cocinaba y hacía la colada.

Nunca se le han caído los anillos a esta jovencita que, pese a su corta edad, tiene la cabeza muy bien amueblada. Su familia es tan pobre que hasta hace poco dormía en un colchón en el suelo porque no tenía dinero para comprar una cama. Por supuesto, no le quedaba más remedio que compartir habitación con sus dos hermanos. Ahora comienza a hacer realidad sus sueños. Por de pronto, su madre «podrá dejar de trabajar», agradece. Y, con los 240.000 euros anuales que le garantiza el contrato firmado con Dior, abandonará Holon, el barrio más deprimido de TelAviv, y podrá comprar una casa en la que, «por fin, dispondré de una habitación solo para mí, un gran cuarto de estar y una bonita cocina», se felicita.

Estos sueños estuvieron a punto de quebrarse cuando la agencia parisina de modelos, adonde acudió a realizar un casting, le dio un portazo en las narices por su juventud. En lugar de venirse abajo, se dio un paseo por la capital francesa junto a su agente y visitó la tienda de Dior en Avenue Montaigne. La fortuna quiso que coincidiera dentro con el director creativo de la firma. Y pasó lo previsible: que Simons se quedó prendado de ella. La echó el lazo y la convirtió, el pasado julio, en la estrella de la presentación de la campaña de alta costura del próximo invierno. Sofia supo que abriría el desfile solo dos horas antes. Normal que cayera en un estado de «shock. ¡Temblaba de la emoción!», confesó. Habituada a vestir a casi todas horas jeans y camisetas, tenía «miedo de estropear» los diseños que pasó en pasarela. «¡Son vestidos tan caros!», deslizó.

Sofia sigue así los pasos de LilyRose Depp, hija de los actores Johnny Depp yVanessa Paradis, que a sus 16 años se ha convertido en el ojito derecho de Karl Lagerfeld, o de Kaia Gerber, la primogénita de Cindy Crawford que, con solo 13, apura las horas antes de su estreno en las pasarelas de la mano de Versace. Las maneras de Mechetner deleitaron a Anna Wintour, jefa de la edición estadounidense de Vogue, y, por supuesto,a Sidney Toledano, presidente de Dior, que no la perdió de vista ni un solo momento mientras desfilaba con una túnica transparente que desnudaba sus pechos y dejaba al descubierto también su ropa interior. Sofia quedó encantada con la experiencia. Se le adivina un futuro esplendoroso y lo sabe, pero en absoluto quiere abandonar los estudios. «Me he enamorado del trabajo de modelo y quiero desarrollar una gran carrera, pero es muy importante para mí poder ir al colegio», afirma esta nueva lolita.

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