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Sábado, 2 de diciembre 2017, 09:52
El 30 de abril de 2019, tres décadas después de haberse convertido en emperador de Japón, Akihito, de 83 años, dejará el Trono del Crisantemo en manos de su hijo Naruhito. Será la primera vez en dos siglos que el relevo al frente de la casa real japonesa se produzca antes de que el emperador haya fallecido. Para que el anciano Akihito, operado de un cáncer de próstata hace unos años y con varias dolencias coronarias, pueda retirase a descansar, el Gobierno ha tenido que aprobar una ley, a la que hace solo seis meses dio el visto bueno el Parlamento, que haga posible el traspaso de poderes.
Akihito dejará el trono tras haber dedicado buena parte de su reinado a tratar de restablecer los lazos de amistad con aquellos países que sufrieron la crueldad de la Segunda Guerra Mundial y las acciones japonesas durante la contienda. Tras el enfrentamiento, el Gobierno despojó del poder político directo que la Constitución Meiji otorgaba a la figura del emperador y expresamente dejó en sus manos «trabajar por la unidad nacional». Ese deberá ser también el cometido de Naruhito, que se convertirá en emperador con 58 años y que, salvo que cambien mucho las cosas y se derogue la ley sálica, no podrá dejar el trono en manos de su única hija, Aiko.
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