MARÍA D. MARTÍNEZ
Domingo, 19 de octubre 2008, 04:54
Sólo cinco de los seis toros anunciados ayer en Huéscar pudieron ser toreados. El sexto ni siquiera salió de chiqueros porque la lluvia, amenazante toda la tarde, irrumpió en forma de diluvio y provocó la suspensión del festejo. El público abandonó los tendidos, el ruedo quedó inundado en minutos y el epílogo de la corrida, que iba a tener como protagonista a Curro Jiménez, pasó a mejor vida. La meteorología, como tantas veces, fue determinante. Pero antes del diluvio, en el pequeño coso oscense, ocurrieron cosas a pesar de que los toros de Marcos Núñez no dieron el juego esperado. Javier Conde, que encabezaba la terna, cortó una oreja de cada uno de sus toros, la segunda de ellas de poco peso. El malagueño tardó en acoplarse con el toro que abrió plaza, el de menor presencia, aunque el de más calidad. Hasta mediada la faena de muleta no afloró el toreo arrebatado y de sentimiento de este singular artista, toreo que se hizo más presente en las series en redondo y en los remates y adornos. Con el cuarto, toro más deslucido, Conde apeló a la entrega para justificarse en un trasteo tesonero, pero sin mayor relieve artístico. La seguridad y dominio de David Fandila 'El Fandi' hizo que pareciera mejor el segundo toro, que tenía poco recorrido y, además, desarrolló complicaciones en el último tercio. El granadino le aguantó muy bien, con firmeza y valentía, y consiguió el triunfo que perseguía. Antes, se había lucido en el recibo capotero y en un tercio de banderillas marca de la casa, poderoso y fácil. Con el quinto, manso, 'El Fandi' estuvo en lidiador. Tendidos vacíos Las posibilidades de lucimiento eran prácticamente nulas y aunque quiso más el torero que el toro, la faena no pudo levantar vuelo. Además, empezó a llover y en los últimos compases del trasteo se desató el diluvio. Cuando el granadino despenó al burel, los tendidos estaban ya prácticamente vacíos. Gustó mucho Curro Jiménez en su presentación como matador de toros en Huéscar, tanto por la vía de la calidad como por la de la entrega y el valor sereno. El de Priego de Córdoba, que recibió al tercero con una larga cambiada, se sintió muleta en mano, sobre todo con la diestra en tandas templadas y algunas desmayadas. El toro se vino abajo y Jiménez tiró de recursos para asegurarse el doble trofeo que terminó por pasear.
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