JUAN JESÚS GARCÍA
Lunes, 15 de diciembre 2008, 03:49
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Eso dijo Iggy Pop de ellos tras colaborar en su último disco, y es que pasa ya como en el fútbol, que cada semana se ofrece un 'partido del siglo'. Por cierto, el del sábado no interfirió en el lleno completo de los Asian, que 'petaron' (grado superlativo de 'lleno') la sala Tren.
A estas alturas el colectivo angloasiático ya no sorprende como en sus inicios, cuando ellos, Carte de Sejour y los Transglobal descubrieron a Occidente el potencial bailable (y subversivo) y de los sonido orientales. Pero esa erosionada capacidad de impacto la han compensado con la gratificación del sabor ya conocido, mucho oficio y algunas concesiones al truco-tópico:¡jamás ningún grupo de paso por aquí había pronunciado tantas veces el nombre de la ciudad o había acudido tan repetidamente al circense 'cómo están ustedes'!
También en la formación actual se han dejado por el camino al baterista, si bien el percusionista gigante Prithpal Rajput introduce con autoridad el repiqueteo de su tabla, y cuando sale a pasear con su dholak aporta la vidilla orgánica necesaria entre tanto patrón rítmico de bote como para que se perciba que hay sangre en las venas de lo que se escucha.
Ya no tiene mucho mérito encajar tan perfectamente lo que te traes de casa grabado. Si alguna vez el rock pudo en ellos sobre las máquinas, ahora la dependencia es la inversa y ahí, frente a bestias pardas como Prodigy, por ejemplo, quedan como un resultón grupo mestizo de provincias.
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Agitar cuerpos
Pero la noche es muy agradecida y cualquier ritmo es bailado con entusiasmo, levanta manos y sudoriza el ambiente. Y piezas como 'Rise to the challenge' o 'Fly Over' están echas para agitar cuerpos (y mentes: la primera se la dedicaron a los griegos en lucha), mientras que otras, como 'Burning Fence', tienen un eufórico trabajo vocal a seis que produce ese efecto inflapechos de los himnos colectivos.
Casi todo lo que tocaron pertenece a su reciente 'Punkara', en un concierto de perfil intermitente que aprovechaba las pausas para descomprimir los acelerones de efectos letales en el público. Sin duda el mejor concierto del mundo, al menos por esta semana.
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