Miguel Higueras Pérez
Domingo, 1 de febrero 2009, 03:19
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Sr. Director de IDEAL: Lo políticamente correcto, el pensamiento único, no sólo impregna los medios de comunicación convencionales; también queda plasmado en los graffitis que ahora se pueden leer en las paredes de las ciudades europeas, incluida Granada. En estos graffitis se leen frases tales como «judíos igual a nazis», «muerte a Israel», etcétera.
La historia, la más sombría, se repite una vez más en la vieja Europa, en la Europa de las desmesuras ideológicas. Si Albert Einstein viviera, seguro que estaría asqueado ante la hipócrita doblez de muchos intelectuales de izquierdas, de muchos 'pacifistas' que, con su silencio, al no denunciar públicamente estas manifestaciones de antisemitismo, de racismo, se han convertido, objetivamente, en cómplices de la extrema derecha y otras organizaciones totalitarias.
Sé que no basta con denunciar la utilización de niños y mujeres, como arma de guerra propagandística, por parte de los terroristas de Hamás. Sé que no basta con repetir que tanto Israel como Palestina tienen derecho a un Estado libre y democrático. Porque aquí lo que importa es culpar de todos los males al Gobierno de Israel, con todos sus defectos.
La nueva judeofobia ha realizado una sorprendente síntesis: ha puesto de acuerdo a la izquierda, al islamismo radical y a la extrema derecha, tres ideologías aparentemente dispares y opuestas. Pero, aunque tengan diferencias retóricas, lo cierto es que todas ellas comparten un profundo desprecio por la libertad y la democracia.
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La idealización del 'otro diferente', del 'paria árabe', con el que hay que hay solidarizarse, incluso organizarse, explica algunas posiciones del progresismo en este asunto.
Unida a la subcultura del apaciguamiento (cuyo símbolo es la Alianza de Civilizaciones) y al buenismo (esto es, la insidiosa idea de que sólo rindiéndose ante quien te quiere destruir se puede hacer justicia), la izquierda queda inhabilitada para hacer frente a cualquier tipo de amenaza totalitaria. Ya se sabe, la cabra siempre tira al monte.
Todo esto, aun cuando nos mientan descaradamente, es justo lo contrario a lo que representa Israel, que mantiene en pie su derecho a existir como Estado democrático, algo que lo convierte en la quintaesencia de Occidente y, por ello, como el único culpable, en ultima instancia, de los males del mundo, y, por lo tanto, en una sociedad a la que hay que destruir por parte de aquellos que consciente o inconscientemente, odian la libertad.
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