Cultura

El cuarto poder y el séptimo arte

El periodismo ha dado al cine un buen puñado de grandes películas. 'La sombra del poder', actualmente en cartelera, es el último ejemplo

JESÚS LENS

Miércoles, 29 de abril 2009, 10:54

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Se acaba de estrenar en las pantallas de cine la película 'La sombra del poder', protagonizada por uno de esos periodistas de raza al que las nuevas tecnologías y, sobre todo, ese nuevo periodismo del siglo XXI conformado por blogs, chats o foros canalizados a través de Internet, le provocan una mezcla de urticaria y de risa. El contrapunto a ese reportero pasado de peso, listo y hábil, con una agenda más completa que las Páginas Amarillas, intuitivo y trabajador, al que interpreta Rusell Crowe, es la compañera de redacción que, con su blog, se ha convertido en la Niña Bonita de la plantilla de uno de esos vetustos periódicos norteamericanos que afrontan con dificultades la adaptación a la nueva Sociedad de la Información. «Esto es una noticia. Información pura y dura. No tiene interpretación ni requiere de opinión. Hay que trabajar. Bajar a las catacumbas y arremangarse para seguir las pistas». Más o menos, eso le dice el veterano periodista a la joven posmoderna, cuando están investigando la muerte de la ayudante de un congresista que lidera una comisión de investigación sobre la privatización de las actividades militares norteamericanas en Irak.

El del periodista es un personaje clásico y carismático, a la hora de abordar películas en que una investigación adquiere el protagonismo de la historia, no en vano, el periodista debe ser un sujeto curioso por naturaleza, bien dotado para husmear noticias, buen conocedor de la comunidad en que desarrolla su trabajo, excelentemente relacionado y capacitado para relacionar acontecimientos aparentemente independientes entre sí. Así, en 'El ojo público', de Howard Franklin, el actor Joe Pesci representó el papel del conocido fotógrafo norteamericano de sucesos Arthur Weegee Fellig, la primera persona en llegar al escenario del crimen y, por tanto, el fotógrafo que mejor captó el horror de los sangrientos asesinatos de mafiosos y gángsteres.

En la película, que nos muestra al pequeñajo fotógrafo conectado las 24 horas del día a la emisora de la policía, se cuenta la historia de amor frustrado del fotógrafo con la hermosa Barbara Hersey, en un clima de venganzas y crímenes, aunque lo mejor es la ambientación del Nueva York nocturno, sórdido y canalla que hace el director.

Otros periodistas, sin embargo, son más ratas de biblioteca que perros callejeros y, desde la redacción, armados con un teléfono, tirando de documentación y pulsando las teclas adecuadas, son capaces de provocar la dimisión del mismísimo presidente de EE UU.

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Nixon siempre da juego

En 'Todos los hombres del Presidente', Robert Redford y Dustin Hoffman interpretan a los célebres periodistas de 'The Washington Post', Bob Woodward y Carl Bernstein, quienes destaparon el Watergate que hundiría a Nixon. Todo comienza con unos reporteros que no entendían la razón de que un pequeño incidente político hubiese puesto en guardia a lo más granado de la abogacía gubernamental y, tirando del hilo -y del testimonio de un confidente- terminaron por descubrir el pastel de las escuchas ilegales amparado por el presidente.

Nixon tuvo, después, otro momento de 'gloria' periodística cuando fue entrevistado, en horario de máxima audiencia, por un poco valorado presentador televisivo, Frost, un periodista todoterreno, osado y valiente que se lanza al vacío para provocar uno de los hitos televisivos de la historia americana: una confesión pública de culpabilidad, en pantalla, de quién hasta el momento había conseguido evadir cualquier responsabilidad. 'El desafío: Frost contra Nixon' va oscilando entre las astracanadas de Frost y la seriedad de Nixon, mientras preparan el duelo, en una narración sencilla. Hasta que llegan los momentos realmente intensos de la película: las primeras charlas de los contendientes frente a las cámaras, a modo de combate de boxeo. Y, después, esa fantasmagórica llamada nocturna en que Nixon se muestra tal y como es, en realidad, con sus miedos y frustraciones. Hasta llegar a un desenlace tan clarividente como exquisito en una película que irá ganando prestigio con el paso del tiempo.

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Un toque de atención

Otra película con periodistas metidos a investigadores es 'Zodiac', basada en los crímenes cometidos por un perturbado, en la costa oeste de EE UU en los años setenta, aunque la esencia de la película es mucho más que la investigación periodístico-policial llevada a cabo para capturarle. 'Zodiac' nos hace reflexionar sobre el papel de los medios y su responsabilidad, sobre el éxito mediático, las ansias de notoriedad y la necesidad compulsiva de ser (re)conocidos.

Pero si hay una historia célebre en el mundo del cine que tiene como protagonistas a los periodistas, ésa es 'Luna nueva'. O 'Primera plana'. O, en menor medida, 'Un gran reportaje' e 'Interferencias'. Porque las cuatro películas parten del mismo argumento de Ben Hetch y Charles McArthur: el día previo a la ejecución de un reo y su tratamiento informativo.

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Los protagonistas son, por una parte, un director manipulador, chantajista y sin escrúpulos, que vendería a su hermana con tal de encontrar una buena exclusiva, por otra, un reportero asqueado de la profesión que quiere dejar la misma para iniciar una vida tranquila y apacible, y para completar el triángulo, la pareja del reportero, igualmente harta del mundo del periodismo. Tanto la película de Howard Hawks como la de Billy Wilder son dos clásicos del cine, obras maestras imperecederas que demuestran que, a través del humor, se puede hacer la más ácida y corrosiva crítica social. Películas que, además, ponen de manifiesto lo mejor y lo peor de la profesión periodística, el compromiso y el ansia de descubrir la verdad para hacer justicia por una parte y, por otra, la falta de escrúpulos y la bajeza moral en que se puede incurrir en el periodismo, justo lo que ocurre en 'Ausencia de malicia', otra gran película.

Precisamente en la dimensión más ruin del periodismo es donde podríamos encuadrar otra de las grandes obras maestras de Billy Wilder, quizá una de sus sátiras más brutales, cáusticas y descarnadas: 'El gran carnaval'. Protagonizada por Kirk Douglas, cuenta la historia de Charles Tatum, un periodista venido a menos que deja Nueva York y se instala en un pueblo de Nuevo México en el que no pasa nada, vegetando un día tras otro. Hasta que la fatalidad quiere que Leo Minosa, un indio de la localidad, quede atrapado en una mina. Si bien se podría haber rescatado al joven de una forma rápida, el periodista convence a las fuerzas vivas de la localidad de que, si se hace despacio, conseguirían atraer la atención de todo el país, lo que redundaría en fama y dinero para el pueblo. Y con esas mimbres, Wilder trama una de las películas más aceradas de su filmografía, salvajemente crítica con el ejercicio de un periodismo arribista, manipulador, basado en el espoleo de las más bajas pasiones.

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Otra película que incide en el tema de la prensa sensacionalista es 'Detrás de la noticia', dirigida por Ron Howard. Partiendo de un axioma clásico como es el de no dejar que la realidad estropee una buena noticia, la película de Michael Keaton y Marisa Tomei plantea la eterna discusión entre reporteros, directores y editores e cómo afrontar el tratamiento de las noticias, sobre todo, cuando el 'The New York Sun' es un periódico sensacionalista con un único fin: vender cuanto más, mejor.

Universo narcisista

Más amable fue la visión del mundo de la televisión que ofreció James L. Brooks en 'Al filo de la noticia', interpretada por William Hurt y Holly Hunter, en la que el protagonismo es para las distintas personalidades que pululan en un universo narcisista como pocos. En clave de comedia, amores, odios y celos son el caldo de cultivo para un grupo de profesionales obsesionados con su trabajo y sin tiempo -ni ganas- para disfrutar de una vida privada normal.

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Pero volvamos a la actualidad. A 'La sombra del poder' que tanto éxito de público está cosechando y cuyos títulos de crédito finales son un precioso homenaje a tantos lectores que siguen adorando el mancharse los dedos con la tinta fresca del diario matutino, con esa rotativa pariendo miles de ejemplares de ese milagroso regalo diario que es un periódico calentito, recién salido de las máquinas. Una película que se erige como canto romántico a un periodismo serio, profesional y comprometido que todavía es posible y que, desde luego, sigue siendo absolutamente necesario e imprescindible.

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